Capítulo 22

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    La voz de Louis se extinguió a su espalda pero Harry continuó acariciando el brazo del mayor, como había hecho mientras escuchaba la historia. Un frágil silencio se apoderó de la habitación, roto en ocasiones por el ruido del tráfico, doce plantas por debajo; mientras que los dos chicos permanecían inmóviles, ajenos a lo que les rodeaba.

    -Ya lo sabes-susurró el ojiazul al cabo de un rato-. Ya sabes lo que soy.

    -Eres Louis Tomlinson, el chico del que estoy enamorado-respondió el menor-, y eso no ha cambiado.

    -Soy un monstruo-replicó el castaño-. Ya has visto lo que he hecho.

    -Sí, lo he visto-contestó el rizado, girándose para mirar al muchacho de negro a los ojos-. He visto cómo me has salvado la vida.

    -No podía dejarles hacerte eso-dijo Louis, apretando los dientes conforme la furia volvía a crecer en su interior.

    -Lo sé, lo sé-aseguró el ojiverde mientras acariciaba con suavidad el rostro del mayor.

    El silencio se interpuso de nuevo entre los dos chicos aunque no tardaron en romperlo de nuevo.

    -Principito, estás herido-observó preocupado el ojiazul al ver los cortes que decoraban sus brazos y la hinchazón que habían dejado las bofetadas en sus mejillas.

    Pasó la mano por encima y, con un cosquilleo, Harry sintió cómo se curaban.

    -¿Dónde más te has hecho daño?-preguntó mientras examinaba su piel con cuidado.

    -La espalda-respondió el menor enseguida.

    Se dio la vuelta y le mostró a Louis la multitud de pequeños cortes sangrantes que rasgaban su piel. De cada uno de ellos partía un finísimo camino de sangre que descendía hasta la cintura. Bastó que el castaño posara levemente un dedo sobre su espalda para que todas las heridas quedaran sanadas.

    -Principito, deberías ducharte para quitarte toda…bueno, toda la sangre-aconsejó el mayor.

   Harry asintió en silencio y se puso en pie. Miró hacia abajo, donde había dejado una mancha oscura que comenzaba a cuartearse conforme se secaba.

    -No te preocupes, yo lo limpio-prometió el ojiazul-. Tú ve a ducharte.

    El rizado se giró y se dirigió hacia el cuarto de baño. Entró en la ducha, sin molestarse siquiera en quitarse los calzoncillos, y dejó que el agua caliente recorriera su piel, arrastrando consigo la suciedad y la sangre que manchaban su cuerpo. La cálida lluvia relajó sus músculos, contraídos aún por la tensión que había padecido, y despejó poco a poco su cabeza.

    Fue entonces cuando le asaltó el recuerdo de la primera noche que Louis le llevó a casa. Cómo desaparecieron de pronto todos los efectos del alcohol, a pesar de que unos momentos antes apenas podía mantenerse en pie. Recordó la reacción de la Ruda cuando la rozó sin querer con la oreja, la descarga que él había confundido con la picadura de un bicho, y cómo de inmediato volvió a sentirse borracho.

    “…es la facultad de repeler la magia negra lo que hace a la Ruda tan especial…”

    Harry no podía creer que aquella página para chiflados tuviera razón. ¿Cuántas fantasías más serían ciertas si ya existían los brujos y las plantas mágicas? Toda aquella locura había atrapado al ojiverde en un mundo que no comprendía, repleto tan desconocidas como letales.

    Su mente voló entonces hacia el recuerdo del callejón, aún a flor de piel. Creyó oír de nuevo el desagradable crujido de los huesos del primer matón cuando se destrozaron contra la pared, volvió a sentir la espesa sangre del pelirrojo derramándose por su cuerpo…el horrible grito de John cuando sintió sus tripas arder…

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora