Capítulo 10

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    Louis abrió la puerta e indicó a Harry que entrara con una suave inclinación de cabeza. El restaurante era más grande por dentro de lo que parecía por fuera. Los amplios ventanales que perforaban la fachada dotaban al interior del establecimiento de una buena iluminación que hacía innecesario el uso de luz eléctrica.

    A la claridad natural había que añadir un mobiliario de madera de color claro, compuesto principalmente por alrededor de quince mesas pequeñas, cubiertas por manteles blancos y decoradas por candelabros de cristal, con sus respectivas sillas alrededor. En todo el conjunto se apreciaba una armonía que creaba una atmósfera acogedora. Louis paseó la mirada por el lugar y se dirigió finalmente hacia una de las dos mesas que había desocupadas.

    -¿Conocías este sitio?-preguntó el mayor cuando se sentaron, mientras se guardaba las gafas de sol en el bolsillo.

    -No, nunca había venido aquí-respondió Harry, examinando el restaurante con curiosidad.

    Uno de los camareros, un hombre que rondaría los cincuenta años, de rostro agradable y cálida sonrisa, se acercó al castaño y le saludó cariñosamente en italiano. Para sorpresa del rizado, el ojiazul le respondió en el mismo idioma, con fluidez y naturalidad. Hablaron durante un par de minutos y después el camarero se alejó de vuelta a la cocina.

    -Parece que vienes mucho por aquí-comentó Harry.

    -Ésta es mi segunda casa-contestó el mayor con una sonrisa, abriendo los brazos para abarcar con ellos el restaurante.

    Harry acarició distraído el candelabro de cristal de su mesa que arrojaba un arcoíris sobre el mantel al descomponer la luz que entraba por las ventanas.

    -¿Dónde aprendiste a hablar italiano así?-preguntó entonces.

    Una sombra de confusión atravesó fugazmente el rostro del castaño que recompuso rápidamente su expresión despreocupada.

    -Siempre se me han dado bien los idiomas-respondió evasivo.

    Llegó entonces una camarera más joven, rubia, de ojos celestes; que rondaría la veintena y dejó la carta en las manos del mayor quien la hojeó por encima mientras la chica lo observaba con intensidad, claramente cautivada por el muchacho de negro. Harry no paró de lanzarle miradas asesinas durante los segundos en los que Louis examinaba el menú, ajeno en apariencia a la atención poco profesional de la camarera. Al cabo de un momento, el ojiazul le pasó la carta al menor a pesar de que apenas la acababa de recibir.

    -Ya sé qué voy a pedir-explicó.

    Harry comenzó a leer los platos disponibles, tratando de ignorar el hecho de que el mayor no apartaba la vista de él. Confundido por los extraños nombres, el rizado buscó en la sección de pastas algo simple y reconocible.

    -¿Cómo sabías dónde estaba mi casa Louis?-preguntó finalmente, para desviar la atención del castaño y por verdadera curiosidad, protegido de la mirada del ojiazul tras la carta del menú.

    -Me lo dijiste tú en aquel callejón-respondió el mayor-, cuando tuve que despegarte del rubio.

    -No recuerdo que habláramos de eso-rebatió Harry.

    -Principito, estabas borracho y en shock-contestó Louis-, es normal que no te acuerdes.

    El rizado dejó el tema, no muy convencido y se esforzó por memorizar el plato que había elegido para no vacilar cuando le preguntaran. Cerró la carta cuando estuvo seguro de que lo había aprendido y la dejó a un lado. Enfrente, Louis mantenía la vista fija en él, con aquellos fascinantes ojos azules clavados en los de Harry. A pesar de que el menor trató de sostenerle la mirada, no tardó en bajar la cabeza, fingiendo interés por el inmaculado mantel.

    -¿Tus tres amigos y tú no os separais nunca?-preguntó Louis al cabo de un rato.

    -¿Por?-dijo Harry, sorprendido.

    -Todas las veces que te he visto estabas con ellos-señaló el ojiazul.

     -Zayn y Liam han sido mis amigos desde que era pequeño-explicó Harry sonriendo.

    -¿Y el otro?

    El ojiverde vio entonces una oportunidad, sino de averiguar la inclinación sexual del castaño, al menos sí de comprobar qué pensaba acerca de la de Harry y sus amigos. Componiendo una expresión de naturalidad y suplicando a sus mejillas que no le traicionaran, respondió:

    -A Niall lo conocí después. Se mudó desde Irlanda hace casi cuatro años y compraron la casa de los vecinos de Liam. Fue él quien nos lo presentó cuando empezaron a salir juntos, unos meses después y enseguida pasó a ser uno más del grupo.

    -¿Son novios?-preguntó impasible el mayor.

    -Sí…¿te parece mal?

    Louis se recostó en su silla y meditó su respuesta durante un momento.

    -Creo que cuando se trata de amor y no de simple deseo, no importa el género-respondió finalmente-. El deseo aparece entre cuerpos, pero el amor es algo más profundo que une las almas y las almas no tienen sexo. ¿Por qué debería parecerme mal entonces?

    Harry no se acordó de respirar hasta que sintió los pulmones arder en su pecho. No había esperado esa respuesta por parte del castaño. Eso tampoco quería decir que Louis compartiera su atracción por los hombres, pensó Harry, pero al menos no rechazaba lo que era el ojiverde.

    El camarero mayor que había venido primero se acercó de nuevo a su mesa, interrumpiendo los pensamientos de Harry. Con su cálida sonrisa de antes, preguntó primero a Louis en italiano que iba a pedir y después se giró hacia el menor para repetir su pregunta en inglés.

    El rizado respiró hondo y buscó en su cabeza el nombre del plato que se había esforzado por memorizar. Sin embargo, con los ojos del castaño fijos en él, le resultó imposible pronunciarlo con naturalidad y tuvo que repetirlo dos veces, casi tartamudeando.

    -¿Dónde aprendiste a hablar italiano así?-preguntó Louis divertido, con un brillo malicioso en los ojos, utilizando las mismas palabras que había usado el ojiverde antes.

    Harry giró la cabeza, tratando de acallar la risa por la burla del mayor. La comida no tardó en llegar y la conversación siguió sobre temas sin importancia. Para su sorpresa, Harry comprobó que se había acostumbrado a la sensación de peligro que lo inundaba cuando estaba cerca del castaño y ésta ya no le incomodaba. Pronto olvidó gran parte de su timidez y se encontró hablando y riendo con naturalidad con Louis.

    Alrededor de una hora después, el ojiazul llamó al camarero, pagó la cuenta y ambos abandonaron el restaurante. El trayecto en coche se le hizo corto y, antes de lo que hubiera deseado, el rizado vio aparecer su casa al final de la calle. Louis redujo la velocidad con suavidad y el audi negro se detuvo lentamente frente a su puerta. Harry permaneció sentado, contemplando su hogar, al otro lado de la ventanilla del coche, tratando de retrasar lo máximo posible el momento de la despedida.

    -¿Qué pasa principito?-preguntó divertido Louis a su lado-. Creo que éste es su castillo.

    El rizado se giró para mirar al mayor a la cara y, poniendo su expresión más dulce e inocente, contestó:

    -Mi casa estará vacía hasta las ocho. ¿Por qué no te quedas un poco?

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora