Capítulo 24

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    Harry sonrió ante la poco sutil proposición y se puso de puntillas para besar al ojiazul en los labios. Louis correspondió al beso con salvaje entusiasmo, casi con desesperación, a la vez que abrazaba al rizado para apretarlo contra su cuerpo. Sus cálidos labios se abrieron, permitiendo el paso al menor, que exploró curioso el interior de su boca. Sin embargo, la lengua del brujo no se sometió ante la visitante y comenzó a batallar por recuperar el territorio perdido.

    El ojiverde alzó entonces los brazos y rodeó con ellos el cuello del castaño, acercándolo todo lo que sus cuerpos permitían. Sus labios chocaron con los lisos dientes del mayor cuando éste sonrió, contagiando al Harry con su alegría.

    -¿Por ahora estoy consiguiendo convencerte de que me enseñes?-preguntó el rizado cuando cortaron el beso, tratando de calmar su agitada respiración.

    -Por ahora sí-respondió el ojiazul, luchando del mismo modo por recuperar el aliento-, pero me gustan las negociaciones largas.

    El menor sonrió a su vez y fundió de nuevo sus labios con los del brujo. La pareja se alejó despacio del bosque que crecía a su lado, y se dirigió inconscientemente hacia la orilla. No tardaron en perder el equilibrio, enredados como estaban, y cayeron sobre la blanca arena. La suave pendiente que descendía hasta el agua fue suficiente para que la gravedad los arrastrara rodando durante un par de metros.

    Cuando pararon, riendo, reanudaron el beso que la caída había interrumpido. Sin embargo, sus labios permanecieron poco tiempo unidos, pues Harry, que se encontraba encima; forzó a los suyos a acariciar la comisura de la boca del mayor para dirigirlos después hacia su oreja.

    Louis gimió bajito por el contacto, que había erizado por completo su piel, y ladeó un poco la cabeza para darle más espacio al ojiverde que, animado por su reacción, le mordió el lóbulo. El castaño jadeó y sujetó el rostro del rizado para besarle de nuevo. Mientras sus labios los mantenían unidos, deslizó las manos hasta la cintura del menor y le quitó la camiseta del pijama.

    Nada más librarse de la prenda, Harry se inclinó y continuó recorriendo el cuerpo del brujo con sus labios. Retomó el camino por la oreja y continuó por la mejilla hasta el cuello. Allí sus dientes tomaron el control y dejaron una enrojecida marca.

    -Esto por los chupetones que me hiciste tú-susurró el ojiverde al oído del mayor.

    -Pero yo no usé los dientes-replicó divertido el castaño antes de revolverse para quedar encima-.  Y ahora me toca a mí devolvértelos.

    El ojiazul se inclinó y besó el pecho del rizado. Sus labios quemaban como el fuego y  dejaban una sensación ardiente en su piel, pero aquello sólo los hacía más especiales. Louis se acercó al pezón derecho y lo mordió con deseo.

    -No sabía que te gustara más recibir los mordiscos que darlos-dijo travieso el muchacho cuando su gesto hizo gemir de placer al menor.

    Harry rió entre dientes y enredó sus dedos en el cabello del ojiazul, que había bajado de nuevo la cabeza para continuar su camino de besos. La piel del abdomen estaba cubierta por unos pocos granos de arena que los agitados movimientos de los dos chicos no habían conseguido desprender. Louis deslizó los dedos con suavidad por el vientre del pequeño, limpiando la arena con delicadeza.

    Sus labios recorrieron el mismo camino un instante después, besando la piel libre de arena. Su boca acarició los firmes abdominales del ojiverde, tensos por el placer que recibía, y descendió finalmente hasta el ombligo.

    La última reserva de arena se encontraba allí, escondida en el pequeño hoyo. Louis levantó la cabeza y clavó sus ojos en los del rizado, que le devolvió de inmediato la mirada. Satisfecho con la atención, el brujo sopló con suavidad y levantó una tenue nube blanca de arena, que no tardó en deshacerse.

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora