No se puede vivir sin corazón. Harry lo sabía. Y aun así seguía sintiendo el dolor que lo desgarraba por dentro, un cruel recordatorio de que todavía estaba vivo. Su cuerpo se rebelaba contra la idea de morir, impulsado por el primitivo instinto de supervivencia. Sus pulmones volvieron a expandirse, cargándose de nuevo oxígeno, y su corazón se contrajo con fuerza, impulsando la sangre por todo su cuerpo.
Pero el muchacho no se levantó. No necesitaba hacerlo. No quería hacerlo. Sólo quería que el dolor lo llenase por dentro, que impregnase cada una de sus células, hasta ahogar el insoportable pensamiento que lo atormentaba.
Louis se había ido.
El dolor profundizó en su pecho y su corazón pareció gritar, atravesado por un sufrimiento mucho mayor del que podía soportar. Pero aun así siguió latiendo. Y Harry siguió respirando. El rostro del rizado estaba húmedo, surcado por las lágrimas que habían escapado de sus ojos cuando Louis accedió a marcharse con el demonio para salvarle. Pero el muchacho no había llorado más desde entonces. El dolor que lo inundaba era demasiado intenso para que las lágrimas pudieran aliviarlo.
Pero no lo bastante para acabar con su vida.
Harry sintió sangre deslizarse por su pecho para acabar formando un viscoso charco sobre el suelo. Entonces notó el dolor que atravesaba su hombro allí donde los colmillos del espectro habían desgarrado la carne. El muchacho sonrió. Tal vez no tendría que soportar mucho más tiempo la pérdida de Louis. Una chispa de consuelo nació en su pecho. Había creído que tendría que padecer aquel sufrimiento que le ahogaba por toda la eternidad, sin posibilidad de escapar de su cruel destino. Pero se equivocaba, había una.
Y pronto podría morir.
Fue entonces cuando comprendió por qué su cuerpo no se había rendido, por qué, a pesar del dolor, luchaba por resistir. Su mente había tardado más en entenderlo. Un brillante rayo de esperanza atravesó la oscuridad de su corazón, más poderosa que el sufrimiento que lo torturaba, y le devolvió el control sobre su propio cuerpo.
Harry abrió los ojos precipitadamente y apoyó los brazos en el suelo para levantarse. El hombro herido protestó, a punto de ceder por el dolor, pero consiguió resistir hasta que el muchacho se puso en pie. El rizado paseó la mirada por la destrozada habitación mientras ponía en orden sus ideas. El dolor atravesó de nuevo su hombro, decidiendo por él. Antes que nada debería curarlo.
El ojiverde se dirigió con paso tambaleante hacia el dormitorio para buscar allí un libro que contuviera hechizos de sanación. Si el castaño le había curado las heridas cuando le salvó de John, tenía que haberlo aprendido de algún lugar. O eso esperaba. Un espasmo de debilidad sacudió su cuerpo y el muchacho tuvo que apoyarse en la pared del pasillo para mantenerse en pie.
La sangre que había perdido comenzaba a cobrarse su precio, entorpeciendo sus movimientos y embotando sus sentidos. Pero haría falta algo más que aquello para detenerle. La esperanza que ardía en su pecho le dio las energías que necesitaba y el rizado se separó de la pared, fortalecido. No podía rendirse, no ahora.
Porque iba a salvar a Louis.
Alcanzó el dormitorio del brujo y se acercó tambaleante a la estantería. Sobreponiéndose al cansancio que entumecía su mente, recorrió los títulos grabados en los lomos de los libros. Por supuesto, ninguno contenía las palabras curar, sanar, herida o algo que le indicase que había encontrado lo que buscaba.
Obedeciendo a una corazonada cogió uno de los más pequeños, un ejemplar de cubiertas de piel blanca que el tiempo se había encargado desteñir. Harry lo abrió rápidamente y pasó las páginas deprisa, tratando desesperadamente de encontrar un hechizo curativo. La debilidad ganó terreno y el muchacho sintió su brazo sacudirse una vez, fuera de control.
ESTÁS LEYENDO
Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}
Fiksi PenggemarUna noche cualquiera. Una fiesta cualquiera. Un chico cualquiera que sale con sus amigos para olvidar los pedazos de una relación que se ha derrumbado apenas unos días antes. Una noche cualquiera. Una fiesta cualquiera. Un chico extraño que obs...