Capítulo 4

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La risa de conejo de Phoebe me empieza a poner nerviosa.
-A ver, ¿y a ti qué te pasa ahora?-le vuelvo para mirarla. Sonrío al ver la cara de tonta que pone.
-¿A mí?-dice señalándose con el dedo.
-Ajá-asiento.
-Oh, nada, es que me encanta esta clase-asiente varias veces con la cabeza, como si fuera un caniche descoyuntado.
-Estamos en Economía-aclaro.-Tú odias economía. Puedo ser rubia, pero no soy tan tonta.
-Está bien-se ríe ella.-No soy capaz de concentrarme...
-Tú nunca te concentras en Economía-la interrumpo.
-Si, pero esta esta vez está justificado -dice. Se inclina sobre su pupitre para acercarse al mío.-Hay un chico nuevo monísimo sentado al lado de tu hermano. Está muy bueno. Y tiene unos ojazos negros.
-¿! Qué!?-exclamo, de imprevisto.
-Señorita Bernasconi, ¿algo que compartir con la clase?-la Sra. Hale me mira por encima de sus gafas de gato. Todo el mundo me mira, pero yo sonrío.
-No, absolutamente nada, salvo que me encanta su chaqueta. ¿Dónde la ha conseguido?-pregunto, y le pongo mi mejor cara al espanto marrón que tiene sobre los hombros.
-Oh, muchas gracias-sonríe ella. Se vuelve a la pizarra y sigue anotando.
Me vuelvo hacia mi amiga.
-¿Quién es?-le -pregunto.
Ella me gira la cara.
-Aquél, a la izquierda de Rugge-dice, señalando con su cuidada uña violeta.
"Mierda", mascullo. No hay ninguna duda, es el chico de ayer de la papelería. El que iba su hermana y me escuchó llorar, por cierto. Esto es horrible, pienso mientras como mi hermano se inclina y le susurra algo al oído. Él sonríe. La verdad es que es muy atractivo, pero ése no es el caso ahora. Seguro que me ha reconocido esta mañana. Si le cuenta a alguien que me vió llorar, estoy arruinada.
-¿Qué pasa?-pregunto Phoebe, y yo la miro.-Estás blanca. ¿Te presto un poco de colorete?
-Tengo yo, tranquila-sonrío y finjo que no pasa nada. Vuelvo la mirada a la pizarra, aunque no tomo apenas notas. Me muerdo ligeramente el labio mientras mi cerebro trabaja para intentar arreglarlo.
-Parece que lo has reconocido-sigue diciendo ella.-Es otro de tus antiguos ligues, ¿no?
-Algo así -contesto, misteriosa.-Pero para ti todo.
Y después sonrío, mucho más aliviada. Phoebe me ha dado una idea. No entiendo por qué me preocupo. Luego me acercaré y le pediré que no diga nada. No podrá resistirse.
En el fondo, me molesta un poco depender de mi físico. Pero ya que lo tengo, lo usaré cuando lo necesite.
Las clases pasan rápido y me encuentro en el patio del recreo, compartiendo una barrita energética con Phoebe y Summer, mientras escucho las quejas de ésta última.
-Y todos los profesores son asquerosos -está diciendo.- Y los muchachos son horribles. Excepto Sean. Ciara, si no fuera tú novio me lo...
-Suficiente-sonrío.
-Pues en nuestra clase hay un chico nuevo que está buenísimo, ¿verdad,Ci?-dice Phoebe con entusiasmo.
-Lo sé. Nick Robinson. Actor y famoso. Su padre es el del Informe Robinson-dice Summer.-Querida, cuando alguien nuevo entra en el Instituto, hay que saber todo lo que se pueda sobre él. Aunque sea amigo de un tío como Rugge. No te ofendas, Ci-dice inclinándose y dirigiéndome una mirada de disculpa.
Y, como por arte de magia, los rizos de mi hermano aparecen por el patio. Va con otro chico y una chica.
Y con Nick, por supuesto.
-Ahora vuelvo-digo, bajando de la grada. Paso por el grupo de los del equipo de baloncesto e ignoro sus silbidos. Sé que Sean no está con ellos, si no les metería una paliza. Él es así.

 No titubeo ningún segundo y ni los escalones de las gradas ni l la hierba, combinados con mis nuevos tacones, evitan que me caiga. Me dirijo al grupito de mi hermano, que lo componen él, un muchacho llamado Hugh bastante aceptable y una chica asiática llamada Hailey. Es la primera que me ve y le da un codazo nada disimulado a mi hermano, que alza la cabeza y me mira, al igual que el resto.

-¿Qué tal, hermanito?-pregunto, con voz simpática.

-Aquí, preguntándome si la fuerza de la gravedad funciona contigo-dice, clavando su mirada en mis tacones.

-No seas exagerado, Rugge-digo, rodando los ojos.

-¿Qué vienes a pedirme?

-Pues en realidad-digo, y me acerco a Nick, con mi mejor sonrisa coqueta-venía a hablar con Nick. Os lo rapto cinco minutos, ¿vale?-y, sin esperar la contestación de nadie, cojo del brazo al chico nuevo y me alejo.

 Nick no dice nada, algo sorprendente, y esto me hace sospechar que quizá sepa a lo que vengo. No me parece una buena señal, pero yo sólo soy capaz de concentrarme en dos cosas: 1, ir lo más rápido a los baños del gimnasio y 2, en el buen brazo que tiene este chico. La verdad, no está nada mal.

 Entro en el servicio de chicas, que obviamente huele mejor, y lo meto en uno. Cierro el pestillo a toda prisa y me aparto un rizo de la cara.

-Vale, Nick, ¿verdad?-digo.

-Eso parece-dice él. Se cruza de brazos, haciendo que le resalten aún más los músculos, y se apoya en la pared. Una sonrisa aparece en su rostro.

-Verás, venía a pedirte un favor muuuuuy importante-digo, con voz inocente. Pestañeo y me enrosco un rizo en el dedo. Eso siempre funciona.-¿Te acuerdas de habernos visto ayer, verdad?

-No me pareces el tipo de chica que se olvida fácilmente-es su respuesta. Yo sonrío y finjo avergonzarme, como si fuera la primera vez que me dedican cumplidos así.

-No lo sabía, porque ayer no es que fuera mi mejor día, ¿sabes?-le digo, y me empiezo a acercar a él. El baño no es muy grande, así que enseguida me encuentro a dos centímetros de él y de su sonrisa.-Pero, si olvidas lo de ayer, podríamos recordar juntos otra cosa, ¿no?-le digo, y sonrío.

Admiro mi buen trabajo en su pecho, que sube arriba y abajo más fuertemente. Nick se inclina y, muy lentamente, baja su boca hasta mi oreja. Cuando habla, su voz grave y su aliento a menta me hacen escalofríos:

-No creo que sea posible.

-¿Qué?-exclamo, estupefacta.

-Verás, Ciara Bernasconi, no sé con qué clase de tíos te juntas, pero resulta que no soy así-sonríe, irónico, pero aquello no me hace gracia.-Ah, bueno, espera, que sí sé con qué clase de tíos te juntas.

 Empiezo a acumular rabia con aquel muchacho. No lo conozco, pero es evidente que él a mí tampoco. Yo nunca, y nunca es nunca, dejo que nadie se quede por encima de mí.

-Bueno, tú me has seguido hasta el baño, así que no eres mucho mejor que ellos, ¿no? Además, se nota que no conoces a mis amigos ni a mi novio; él nunca me haría daño.

-Después de lo de ayer, no estoy de acuerdo con eso-replica Nick.-Y puede que tus amigos no te hagan daño a ti, pero a otros sí, como a tu hermano. Aún así, no me quiero meter donde no me llaman, así que tú decide.

 Me aparta con la mano y abre la puerta de un golpe. Sale, pero se vuelve hacia mí.

-Y tranquila, no diré que estuviste llorando porque tienes un novio tan imbécil que te deja plantada. Si es lo que tú quieres en tu vida, yo no soy nadie para oponerme, ¿no crees?-me dice. Me coge de la mano antes de que yo reaccione y me da un beso en ella.

-Quita-digo, y lo aparto de un manotazo.

 Nick ríe, pero sus ojos oscuros siguen fijos en mí un par de segundos. Se mete las manos en los bolsillos y sale del baño, dejándome sola con un montón de emociones que no consigo controlar.

Keep her safe (Nick Robinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora