DIEZ AÑOS DESPUÉS:
-¡Ciara, llaman del colegio de tus hijos! ¿Te paso la llamada?
-Mierda...
-¿Qué dices?
-¡Claro, Felicity!
Felicity, mi secretaria, me manda una mirada de apoyo desde la puerta abierta, y da a un botón que hace que mi contestador comience a parpadear con una lucecita roja. Rezando a la santa virgen de la papaya para que me ayude, me pongo al auricular:
-¿Sí? Aquí Ciara Bernasconi.
-Señora Bernasconi.
Un nuevo suspiro. Otra vez, no. Me prometió que no pasaría otra vez.
-Director González-intenté poner una voz amable.-Dígame en que puedo ayudarlo.
-Se trata de su hijo Gabriel.
Cómo no.
&
-Castigado una semana sin postre.
-¡Pero eso no es justo! ¡Eres una madre horrible!
-Bien, que sea semana y media.
-¡Pues le robaré las natillas a Maddy!
Ella, al escuchar esto, se dio la vuelta y pateó a su hermano mayor en el pie. Sólo con cinco años y ya me ayuda a educar a este chico.
-Inténtalo, mequetrefe, y te patearé hasta que no te quede un sólo hueso vivo-lo amenazó con el puño antes de volver a acicalar a su Barbie.
-¿Sabes lo que no es justo, Gabe?-pregunté, intentando contener mi ira para no montar un GTA en vivo y en directo.-No es justo para el director que le hayas puesto un cubo de pintura encima de la puerta, no es justo para las limpiadoras que tendrán que hacer turno extra y, por supuesto, no es justo para mí. Sabías que hoy venía el inspector y debía estar centrada en la empresa. ¡Te lo pedí por favor! Te han echado ya de cuatro escuelas, y parece que nuestras riñas te entran por un oído y te salen por el otro.
Ay, Dios. Comienzo a sonar como mi madre.
Detrás de mí, Gabe intenta fingir una sonrisa.
-Sólo ha sido una pequeña broma.
-Y...ahora son dos semanas sin postre.
Mi hijo se enfurruñó y decidió ponerse los cascos, como siempre que hace cuando no quiere escuchar a nadie.
Me mordí el labio. Estos últimos meses habían estado siendo un poco difíciles; sólo había estado yo para ocuparme de los niños. Se había muerto el gato, me había cargado la cafetera y, por si fuera poco, había roto la lámpara que me mandó mi madre por Navidades. Cierto, era horrible, pero como no la viera en casa tendría que dar muchas explicaciones.
Casi llegábamos a casa, y aproveché para aflojar un poco el ritmo y contemplar a mis hijos gracias a los espejos.
A la derecha estaba Maddy, de casi seis años. Amaba las Barbies, pero las vestía siempre con chándal en vez de tutús. Le encantaba ir a kárate, los animales y siempre que podía animaba a su hermano, sobretodo cuando por alguna razón sólo se tenían el uno al otro. Era tan, pero tan clavada a mí, con el pelo rubio siempre recogido en una coleta...menos en los ojos. Maddy tenía unos preciosos ojos oscuros que te hacían querer sonreír cada vez que la mirabas.
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Keep her safe (Nick Robinson)
Fanfiction"Nunca terminas de asumir que no puedes mantener a todo el mundo a salvo, ¿no, Nick?" "Con mantenerte a ti es más que suficiente".