Y todo en un día

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- Entiendo, bueno. Solo puedo decirte que si de verdad la quieres deberías ir a por ella y no rendirte hasta que lo consigas.

- Muchas gracias Remus, no sé que haría yo sin ti.

- Yo tampoco Sirius, yo tampoco.

- ¿Pero que debería hacer Remus? No quiero cagarla ésta vez. La amo con locura, no sé que haría sin ella. Sí, ya lo sé, yo, el gran mujeriego Sirius Black me he enamorado. Es... es... es... es que ni siquiera lo sé yo mismo. Me deja sin palabras, y ella es la única chica que ha hecho que quiera cambiar todo lo malo que hay en mí. Remus, necesito que me perdone, de verdad que lo necesito.

- Ahm -el joven Lupin no estaba prestando atención. Últimamente estaba más callado y serio que de costumbre. Ésto se debía a que él, al igual que sus dos amigos, estaba enamorado. Pero su amor no era correspondido, él le brindó su corazón ante la puerta y ella así sin más le cerró la puerta de bruces. Él, que rara vez sacaba su delicado corazón, había sido pisoteado por una chica que valoraba más otras cosas que lo que él le pudiese dar.

- ... y por eso tengo miedo de que diga que no. Remus, Remus. Remus. Remusin. ¡Remus! -al parecer Remus no quería escuchar y el mayor de los Black desistió- Que te den, me voy a ver si puedo arreglar las cosas con Abbie.

Justo en el momento en el que el ojigris se iba por la puerta, un joven de pelo azabache alborotado entraba por ésta misma.

- Hola Remus, ¿qué tal vas con lo ocurrido? -El nombrado simplemente se encogió de hombros- Remus si necesitas algo ya sabes que me lo puedes contar.

El muchacho asintió y se quedó quieto durante un largo rato hasta que decidió salir de la habitación dejando a un James Potter muy preocupado.

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Sirius Black, el ex heredero de la "Noble, Ancestral y más Antigua Familia Mágica", no era conocido por expresar sus sentimientos a no ser que fuera a través de la ira. Ésto él lo sabía, y sabía que tendría que cambiar eso por su Abbie. Tendría que dejar esas manías suyas para que su relación funcionase, además de que no podría estar con ninguna otra chica que no fuese ella. Dejó esos temas a un lado y se dirigió hacia donde se encontraba Abbie. Había mirado donde estaba en el Mapa del Merodeador, y se había dado cuenta de que estaba junto con su hermano Regulus.

Había llegado ya, cuando decidió que escucharía un rato la conversación que mantenía SU Abbie, por que sí, Abigail Suterland era suya y de nadie más, con el "otro". Para no ser descubierto, se escondió detrás de una de las armaduras medievales que había en los pasillos.

- ... y por eso tengo miedo a que me pida perdón. No sé que hacer Regy, ¿qué pasa si le perdono y vuelve a ocurrir lo mismo? . Yo no sé que hacer... él me vuelve loca y no creo que pueda aguantar durante más tiempo. ¿Qué debo hacer Regy? De verdad, dímelo porque mi cerebro me dice una cosa pero mi corazón otra.

- Biggi... -El joven Black hizo una pausa para poder pensar las palabras sobre lo que le iba a decir a continuación- tú ya sabes lo que yo siento por ti -a lo que la joven sólo pudo asentir-, y también sabes que me gustaría que lo rechazases y me eligieses a mí. Pero sé que eso no sería justo para ti, así que te aconsejo que hagas lo que desees de corazón. No dejes que tu rencor influya en ésto y si después de tu elección todavía hay sitio para mí, te esperaré con los brazos abiertos.

En ese momento Sirius decidió interrumpir la conversación, cansado de tanta cursilería, para, según él, hacer su salvadora aparición. Abbie y Regulus se quedaron sorprendidos, pues no se esperaban que hubiese alguien rondando por aquellos pasillos, sabiendo el bonito día que hacía fuera.

Me engañaste Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora