San Valentín... si es que se le puede llamar así II

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Era sábado, día de San Valentín y de la salida a Hogsmeade, por fin. <<No sé ni por qué te alegras. Dorcas ya no está aquí>>, la voz pesimista que llevaba escuchando desde que Dorcas le dijo aquello había vuelto. Y con ella la tristeza que en su momento le surgió. <<Gracias, ya me siento mucho mejor>> Hacía tiempo que estaba despierto, pero había preferido quedarse así durante un buen rato. Abrió los ojos y vio el techo de la cama de dosel rojo aterciopelado correspondido al color de Gryffindor. Giró su cabeza hacia la izquierda y vio que su compañero, y amigo Peter Pettigrew, de habitación dormía hecho un ovillo sobre las suaves sabanas de su cama agarrado a un cojín morado tejido a mano por la señora Pettigrew; después giró a la derecha y vio la completamente desordenada cama de su otro compañero de habitación Sirius Black, él estaba durmiendo como si fuera un mono asalvajado entre sábanas de seda con montañas de ropa sucia y limpia mezclada entre ellas, definitivamente era un desastre de persona. Se levantó sentándose en el lado izquierdo de su cama (justo en frente de su compañero y amigo Peter) y miró a la derecha en dirección a la cama de su otro amigo James Potter; éste dormía con la extraña expresión en el rostro de regocijo, sus gafas estaban enredadas en su desordenada cabellera, al igual que las sábanas entre su torso, todas sus pertenencias se acumulaban alrededor y debajo de la cama de éste. A veces, o mejor dicho nunca, llegaba a entender como podían encontrar ambos sus cosas entre tanto desorden. Se puso en pie para dirigirse al cuarto de baño.

Dejó la toalla en su lugar, se quitó lentamente el pijama. Colocó las prendas en una silla y abrió el grifo del agua caliente dejando que corriera un poco el agua. Nada más entrar en la ducha, sintió la sanación purificante del agua caliente tras salir de la cama. Tenía las palmas de las manos colocadas en la pared, con los brazos extendidos, mientras el potente chorro de agua de la alcachofa de la ducha recorría cada centímetro de su espalda cayendo por las piernas. Sus cicatrices parecían refulgir ese día más que nunca.

<<Dorcas...>>, cada parte de él anhelaba a la muchacha. Sabía que apenas había pasado un día desde que la muchacha partió hacia algún lugar mejor con el que proteger a sus padres del mal que se avecinaba, pero la pena por no poderla ver hasta que todo se calmase, era tan horrible que incluso sentía que el pecho se le estaba desgarrando por dentro. <<Oh, por favor, sólo es una simple chica>>, decía aquella voz. Ojalá fuera eso: "una simple chica" por la que sólo pudiera sentir más que una simple compasión. Se obligó a sí mismo a ser fuerte durante el tiempo que estuvieran separados.

Fuera escuchó como uno de sus compañeros iba a gran velocidad hacia el cuarto de baño, el que fuera que de los tres, estaba aporreando la puerta como si su vida dependiera de ello.

- ¡Remus, abre la puerta ahora mismo! -Tras los gritos atronadores de su amigo Sirius se podía oír las inconfundibles risotadas de su amigo James- ¡Abre la puerta Lunático, ahora mismo! -Se escuchó un leve bostezo y una voz algo aguda de su tercer amigo, Peter, preguntando que era lo que ocurría. Hasta que el horrible olor a bomba fétida recién hecha se coló por sus fosas nasales- ¡Abre por favor! -Suplicaban ahora ambos muchachos.

Remus quitó los hechizos de la puerta para que pudieran entrar. Nada más eso, se dirigieron a trompicones hacia la ventana del cuarto de baño y la abrieron para poder respirar un poco de aire limpio. Esa situación tan cómica le ayudó a dejar el tema de su querida Dorcas en un segundo plano. En el marco de la puerta estaba apoyado James con una sonrisa, muy amplia, en el rostro. Los otros dos estaban con las cabezas fuera de la ventana.

- James... Chicos... -sus amigos no tenían pudor en cuanto a la hora de cambiarse o desvestirse en frente de alguno de ellos, al menos no por parte de James y Sirius, pero él sí. No se sentía cómodo si le estaban observando- ¿Podéis...? -El azabache le interrumpió.

Me engañaste Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora