Mi corazón roto II

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Sirius se encontraba recostado en la cama cuando la puerta se abrió. Por ella entró Remus Lupin, un muchacho con el cabello de un castaño casi rubio y unos ojos color miel. 

- Hola, Sirius. ¿Qué tal con Abbie?

El nombrado no tenía muchas ganas de hablar, pero sabía que si no lo hacía con él no podría con nadie más.

- Mal, muy mal. La he cagado Remus. Ella ahora cree que debo ser un completo estúpido, y todo por culpa de la maldita Amanda Vance. Dime Lunático, ¿qué debo hacer?

- ¿Qué es lo que ha ocurrido?

- A ver tu ya sabes lo mucho que quiero a Abbie, y que desde hace un tiempo empecé a sentir cosas por ella -el ojimiel asintió pues ya habían mantenido esa charla, al comienzo del año, hacía como un mes-, pues quería decirle cuanto la quiero y entonces la cagué.

- Pero, ¿por qué? ¿Te dijo que no? -el mayor de los Black negó con la cabeza-¿Te dijo que sí? -esta vez el muchacho asintió- Entonces, ¿qué problema hay?

-Pues verás, iba yo...

*Flash Back*

Sirius Black, el ex heredero de los Black, "La más Noble y Ancestral familia de Sangres Pura", iba totalmente decidido. Por fin, tras mucho pensarlo y más de una noche en vela, desde que se fijó en que Abbie ya no era esa inocente chica que siempre iba con su hermano Regulus, lo tenía claro. Estaba enamorado a más no poder de Abigail Suterland y haría cualquier cosa por ella.

No sabía donde podía estar, así que decidió usar el Mapa del Merodeador. Estaba en una de las salas vacías de Hogwarts en el séptimo piso. <<Debe estar bailando como siempre>>, pensó el muchacho.

Subió las escaleras hasta ese piso, con la suerte de que ninguna de ellas cambiase a placer, quitó el hechizo que siempre hacía Abbie para que nadie la molestase y entró.

- Abbie.

La muchacha se dio la vuelta para ver quien era el que había osado entrar en su santuario de ladrillos enmohecidos y la llamaba.

- ¿Qué quieres Sirius? -Al saber que era él continuó con lo que estaba haciendo antes de que el ojigris entrase.<<Que hermosa está cuando baila>>, <<¿De verdad acabas de decir semejante cursilería>> Ahí estaba otra vez su yo arrogante que le hacía fastidiarla en los mejores momentos. <<Sí, y me da igual>>, <<¡No!>>, <<>>, <<¡No!>>, <<>>- ... y ya sabes que si tienes algo que decir, hazlo ahora. Sirius, Sirius. ¡Sirius!

- Perdona, estaba pensando como decirte lo que te voy a decir. Solo te pido una cosa -ella asintió a modo de respuesta para que siguiera-, quiero que no me interrumpas, y que solo cuando termine hables. Por favor -ella volvió a asentir-. Bien, a ver, mmm... tú eres una chica tremendamente increíble... y yo pues... soy yo -la muchacha gesticuló con gesto irónico, pero él iba a seguir de todos modos-, ésto es muy difícil para mí porque nunca antes me hubiese replanteado hacerlo y ahora bueno... estoy loco por ti. Espera, espera, espera, aun no he terminado. Sé que no me vas a creer y que pensarás que todo ésto es una reverenda patraña para conseguir algo, pero no es así. Lo que quiero decir es que estoy enamorado de ti. Sí, yo, el arrogante Sirius Black que es incapaz de mostrar mayor sentimiento que el de la ira, me he enamorado. Y lo que es más increíble aún, lo he hecho de la mejor amiga de su hermano mellizo. Ésto es algo que no me creo ni yo, siempre te he odiado y ahora... ahora me muero de amor por ti -Sirius lo había soltado todo, y esperaba una respuesta, aunque fuese una negación, pero no llegaba y se estaba poniendo nervioso.

En un principio, Abbie no supo que decir, pero enseguida reaccionó.

- ¿Lo dices en serio? -Preguntó la chica, temerosa de que aquel muchacho le estuviese mintiendo.

- Claro que sí Abbie, ¿por quién me tomas?

- ¡Oh Sirius! Me siento tan feliz. Sabía que en el fondo no eras un estúpido mujeriego que solo pensaba en el sexo.

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Se sentía el más dichoso de los dichosos, por fin había cogido el valor propio de un Gryffindor y le había dicho a Abigail Suterland que la amaba. Solo quedaba esperar a que pudieran verse por la noche en el Gran Comedor. <<¿Estarás contento no? Has acabado con nuestra soltería, ya no habrá más chicas>>. <<Es lo que hay>>. <<¡No!>>. Iba a contestar a su voz, pero unos brazos le rodearon colocando las manos en su pecho.

- Abbie, pensé que nos veríamos luego. ¿Qué ocurre? -El mayor de los Black dijo todo ésto sin saber que la que se encontraba detrás no era su querida Abbie.

- No soy esa Abbie, pero voy a hacer que te olvides de ella.

Sirius se sorprendió a la vez que se alejaba lo más que podía de esa víbora. Literalmente lo era, pues ella pertenecía a la casa de Slytherin.

- ¿Qué quieres Vance? -La verdad, no tenía muchas ganas de tener que aguantar a ninguna otra chica que no fuera Abbie.

- Ésto.

La muchacha de ojos azules, casi blancos, y cabellos rojos como la teja, se acercó a él. Sirius se alejaba a cada paso que ella daba, hasta que chocó con la pared. Y entonces ahí la muchacha lo besó.

Él no es que disfrutase al cien por cien, pero en lo único que podía pensar era en Abbie y en que pasaría si apareciese de repente. Justo en eso momento unos rizos castaños aparecieron como si de un torbellino de alegría se tratase. <<No>>. <<¡Sí!>>. La muchacha pasó de largo y por unos segundos pensó que tal vez podría salvarse de tener que darle una explicación. Enseguida se separó de Amanda.

- No vuelvas a hacer eso.

Estaba cabreado, muy cabreado. Quería gritarle y decirle que no volviese nunca más a tocarlo.

- ¿Por qué no Sirusin? -Eso era el colmo, no solo le besaba sino que le hablaba con picardía.

- ¡Por que amo a Abbie! ¿Te quedó claro? Y no me llames Sirusin.

Él se fue por la dirección en la que había tirado Abbie, esperaba que no hubiera visto nada de nada.

*Fin de Flash Back*

- Entiendo, bueno. Solo puedo decirte que si de verdad la quieres deberías ir a por ella y no rendirte hasta que lo consigas. 

- Muchas gracias Remus, que haría yo sin ti.

- Yo tampoco Sirius, yo tampoco...

Me engañaste Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora