La última vez

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No habían visto a sus amigos desde que casi atacaron a James. Se habían pasado toda la tarde en los jardines de Hogwarts hablando del futuro y de sus amigos. Les sentó bien hablar de algo más que no fuera estudios, problemas y preocupaciones. Les resultó de lo más gratificante no tener que escuchar las voces de sus amigos gritando y haciéndose sonar una y otra vez. Estaban relajados y en silencio.

- Remus, ¿qué haremos en el futuro? Quiero decir, ¿qué haremos cuando todo lo que planeamos, esté hecho? -Había dejado esa pregunta para el final porque tenía miedo a saber la respuesta.

- Bueno, yo, por ahora, me conformo con encontrar un trabajo en el que no haya prejuicios. Sería fantástico -Samanta esbozó una sonrisa por aquello. No mucha gente solía querer eso para su trabajo.

- Yo sólo espero que Sirius siga queriendo estar conmigo cuando vivamos juntos. Ya han sido tantas veces las que me ha dicho que no me hará daño, que ya no sé que pensar -el ojimiel se encogió de hombros. Sabía como se sentía, pero no sabía que decirle para reconfortarla-. No hace falta que digas nada, el hecho de que lo intentes es suficiente -le colocó una mano en el hombre con cariño- ¿Crees que encontrarás a alguien que no le importe, ya sabes... "tu pequeño problema peludo"?

- Bueno, ya os encontré a vosotros, ¿no?

- No me refiero a eso Remus, me refiero a una media naranja -el muchacho se paró súbitamente, pues se dirigían hacia Hogwarts, y Samanta tuvo que hacerlo también-. Algún día tendrás que compartir tu vida con alguien.

- Mi... ¿media naranja? -La ojiambar soltó una tremenda y sonora carcajada. Incluso lloraba de la risa- ¿Qué te ocurre Samanta? ¿Qué pasa? -A duras penas, consiguió controlarse.

- Remus Lupin tiene miedo a enamorarse. ¡Qué fuerte!

- Samanta, yo no tengo miedo a enamorarme. Me he enamorado antes. Lo que tengo miedo es que "mi media naranja" tenga miedo de lo que soy -Samanta paró de reírse y entonces lo comprendió.

- Remus John Lupin, tú eres un muchacho increíble -hizo que el muchacho se agachara para verla mejor-. Como odio que seas tan alto. Escucha. Quien no sepa ver lo bueno que eres de corazón, y lo pura que es tu alma, no merece tenerte como pareja -le abrazó fuertemente- Habría que estar loco para no querer ser tu amigo.

- Gracias Samanta.

- Remus, tengo hambre. Vamos al Gran Comedor.

- Sí.

Continuaron con su charla mientras iban camino al Gran Comedor. Se escuchaba desde allí las voces de los cientos de alumnos disfrutando de su última cena en Hogwarts. Los de séptimo disfrutaban mucho más ya que, para ellos, sí sería su último banquete en Hogwarts. No volverían allí. No por lo menos hasta que tuvieran hijos. Se imaginaba a si misma llevando a los futuros hijos que tendría con Sirius. Llevándolos al Andén 9 y 3/4, viéndolos subir en aquel tren escarlata, que años atrás le había llevado también a ella; se imaginó a si misma en una casa cerca de la costa junto con Sirius disfrutando de no tener a nadie que les dijera que hacer. Sí, sin duda alguna, disfrutaría de aquel banquete.

Cuando llegaron, Dumbledore se había levantado para dar comienzo a su discurso precedente a la cena. No en vano, todos giraron sus cabezas para ver quién o qué había provocado que el anciano director se parara justo antes de comenzar a hablar.

- ¡Chicos! -Gritó Remus.

- ¡Pequitas! -Le siguió Sirius.

- ¡Remus! -Exclamó James.

- ¡James, estás bien! -La ojiambar corrió en dirección del muchacho y le abrazó fuertemente. Todo el mundo se extraño de que Samanta no hubiera ido directamente hasta Sirius, pues se suponía que eran pareja- Tenía miedo de haberte hecho daño.

Me engañaste Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora