Las conversaciones y El ataque

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La profecía que dio el profesor Superbi hacía cosa de una semana, se extendió por todo el colegio de una forma apabullante. Incluso había llegado a oídos de padres que "sólo querían lo mejor para sus hijos y que por ello no seguirían en Hogwarts".

Sin embargo, aún había jóvenes que se negaban a marcharse de Hogwarts tras la insistencia de los muchos padres que velaban por la seguridad de ellos. ¡Por Merlín Santo! ¿Cómo se hacían llamar magos aquellos que huían a la más mínima presencia de peligro?

Como digno Black que pronto sería repudiado si sus padres se enteraban de que sus amistades habían cambiado, se negó a regresar a casa cuando sus, cada vez menos, afamados padres le dijeron que volviera para unirse a las lista de seguidores de Lord Voldemort (Ya fuera como mortífago o como espía).

Sólo había un motivo que de verdad le retuviera allí, Abbie. Tenía pensado largarse en cuanto pudiera de Inglaterra, no quería convertirse en un maldito mortífago y que ella le odiase para toda la vida por ello. En su más tierna infancia habría hecho cualquier cosa que sus padres le dijesen siempre que no le perjudicase a ella, incluso estaba dispuesto a hacerse mortífago unos años atrás. Pero, de un día para otro, algo cambió en él. Y ese algo tenía que ver con Abbie. Se había enamorado de ella, y se sentía culpable consigo mismo porque, por aquel entonces, ella estaba saliendo con Sirius.

Y cuando se enteró de que habían roto y que ella despreciaba a los mortífagos, a pesar de ser Sangre Limpia, pensó en todo aquello. Y reflexionó en el futuro que tendría si eligiese un futuro en el que ella no estuviera o le perjudicase.

No, definitivamente no iba a ser mortífago. Y encima saber que Sirius se burlaría de él y después se enorgullecería de que al fin hubiera cogido las riendas de su vida, le hacía sentir que, después de todo, si había un futuro para él.

Así que bajó a desayunar con toda la dignidad que tenía ignorando las miradas de aquellos que sí iban a ser mortífagos a pesar de todo. No podía reprocharles el que lo hicieran; él había cambiado a sus más leales amigos por una pandilla de mestizos, sangres sucias, híbridos y traidores a la sangre. Aún así y con todo eso, se escondió para escuchar una conversación que mantenía el grupo de futuros mortífagos.

- ¿Estáis seguros de que Regulus se ha ido? -Dijo un muchacho de cabello rubio casi blanco, Lucius Malfoy. Inmediatamente, todos se giraron para mirar donde estaba- ¡Sed más discretos merluzos! Nadie puede enterarse de ésto -gritó en un susurro para que nadie les oyese. <<¡Qué fácil es engañarles!>>, el muchacho había utilizado un hechizo desvanecedor para que así nadie se lo encontrase de casualidad y le preguntase que hacía escondido-. Bien, el plan es el siguiente:

      >>Para que Hogwarts vuelva a ser el de antes, tenemos que acabar con el problema de raíz. ¿Os acordáis de la tontería esa que hizo Dumbledore para que los alumnos nos sincerásemos? -Todos asintieron, <<¿Cómo no recordarlo? Fue una completa majadería>>, pensó el ojigris- Pues he escuchado que la persona que ese viejo loco eligió para que se metiera en la vida de todos, es cercana a... -Regulus lamentaba no haber podido escuchar quienes eran las aquellas personas de las que hablaban, pero estaba más pendiente de que nadie tropezase con él.

- ¿Y eso que más da? -Preguntó un muchacho alto con e pelo oscuro, Antonin Dolohov.

- Que es crucial para que todo vuelva a ser como antes -Lucius se estaba desesperando por la ineptitud de los demás, eran prácticamente orangutanes hormonados-. Si esa persona desapareciese, ese asqueroso traidor a la sangre se volvería como un loco y empezaría a atacar a todo el mundo para averiguar donde está esa persona.

- ¿Y? -Seguían sin entenderlo. <<¿Tan difícil es comprender que para que todo vuelva a ser como antes, deben secuestrar a esa persona?>>, se dijo a si mismo. <<Al parecer sí>>.

Me engañaste Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora