"Todo ha cambiado entiéndelo" y "Un sustituto de Adivinación"

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Había pasado algo más de un mes (dentro de muy poco sería San Valentín) y la emisión radiofónica 'Cuéntame tus secretos' era la nueva sensación entre los alumnos de Hogwarts. Todo el mundo, al menos en su inmensa mayoría, especulaba sobre la identidad de Incógnita (así era como se había hecho llamar así misma la persona interlocutora de la emisión radiofónica). Todas aquellas personas que se atrevieron a contar sus secretos, sacaron valor e hicieron lo que les había propuesto Incógnita.

Lo increíble de todo era que sólo tres personas sabían la identidad de dicha persona, obviamente Dumbledore era una de ellas, la otra era nada más y nada menos que Abigail Suterland. Sí, ella había descubierto que su prima era la dichosa Incógnita que se dedicaba a entrometerse en la vidas de los demás alterando la estabilidad de Hogwarts. Todo había cambiado. Los estereotipos que habían sido creados por los propios alumnos se habían esfumado completamente.

Y era por esa razón, y alguna que otra que se negaba a admitir, por la cual iba a tener una seria charla con su querida prima. Vale, reconocía que no le gustaba nada que ella y Sirius estuviesen juntos últimamente. Y sí, estaba celosa por ello. Pero tenía sus motivos, Sirius era suyo y de nadie más. Nadie, salvo ella, podía permitirse un acercamiento tan "grande" como el que habían tenido ellos dos en el pasado. Sirius Black estaba marcado por ella, Sirius Black era su hombre... Un momento, ¿ella acababa de pensar eso sobre Sirius? <<>>, le dijo una voz en su interior. No podía reprocharle a Sirius que reaciese su vida, pero no se esperaba que lo hiciera así y menos con ella: su prima. En su interior, una personita muy pequeñita, pero a la que se le podía entender perfectamente, le decía que lo que le molestaba era que hubiese dejado de añorarla. Que Sirius Black dejase de arrastrarse para suplicarle perdón y andara como alma en pena por ella, le había dolido en el orgullo. Había sido como recibir un balde de agua fría en pleno invierno.

Claro está, jamás diría a nadie que echaba de menos todas esas cosas. Sería reconocer, abiertamente, que aun quería a Sirius Black y que sólo utilizaba a su hermano, Regulus Black, para martirizarlo. Y esa era otra, tenía totalmente seguro que el mayor de los Black pretendía darle celos a ella con su prima. ¡A ella y con su prima! Por favor, que poco creativo se había vuelto. <<¿No crees que merece ser feliz?>> Ahí estaba otra vez esa molesta y dichosa personita que le hablaba cada vez que los veía a ellos dos juntos. No tenía ningún sentido que hiciera lo que estaba a punto de hacer, pero como insistía en negarse que parte de la culpa era suya, necesitaba a alguien a quien echársela. ¿Y quién mejor que a su prima?... Exacto. No había nadie más, salvo ella misma claro.

Así que decidió aligerar el paso e ir hasta donde estaba su prima. Llevaba toda la mañana buscándola y por fin lo había conseguido. Ahora mismo se dirigía hacia la biblioteca, para hacer lo que fuera que fuese a hacer, y ella iba detrás. Cuando su prima iba a entrar, la llamó.

- ¡Sam! -La muchacha se dio la vuelta sin exaltarse pues para ella se había casi convertido en una costumbre que el mayor de los Black la llamase a gritos. No por su nombre, claro está. Su prima se acercó hasta ella.

- ¿Podemos hablar en privado? Ya sabes, pos si alguien pasa por aquí -la muchacha simplemente asintió y dirigió a Abbie hacia cualquier sitio en el que pudieran hablar tranquilas.

Tras esa larga caminata, y un silencio horrible, Sam fue la primera en hablar.

- ¿Que quieres Abbie? -¿Cómo podía empezar? Sabía lo que iba a decirle, lo había ensayado y todo. Era muy simple, quería replicarle el que se metiera en las vidas de los demás y... No, eso no. Sólo quería decirle que no se entrometiera, quizá debiera empezar por ese ridículo nombre que se había puesto "Incógnita". Sí, iba a empezar por eso.

Me engañaste Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora