Se suponía que iba a ser un rescate

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Todo el mundo andaba como loco por lo sucedido; dos alumnos habían desaparecido durante la noche y cuando más protección había. Ya nadie se sentía seguro en aquel lugar, ¿si dos alumnos habían desaparecido misteriosamente, qué iba a impedir que Lord Voldemort entrase? Muchos padres se llevaron a sus hijos a la fuerza, muchos de ellos hijos de muggles. Se vivía un constante agobio cada vez que alguien andaba sólo por los pasillos, nadie se atrevía a desobedecer el toque de queda que había impuesto Dumbledore.

La desaparición de esos dos alumnos tuvo lugar en el tercer piso del castillo. Casi ningún alumno se atrevía a ir por allí, lo que había llevado a que muchos pasillos se vieran abarrotados de alumnos que tenían prisa, las escaleras movedizas nunca habían estado tan transitadas. De no ser por los pasadizos secretos, nuestros queridos Merodeadores ya habrían sucumbido a la locura. Aunque uno de ellos ya lo estaba: Sirius Black.

No había día y noche que no se pasara buscando a la muchacha. Llegaba tarde a muchas clases, se quedaba dormido a la hora de comer. Salía de las clases sin previo aviso y contestaba a los profesores de mala manera. Comía y bebía con desesperanza; y cualquiera que lo conociese lo suficiente como para tener a derecho a opinar sobre él, sabía que estaba así por Samanta Suterland. Una de los dos alumnos que habían desaparecido, el otro era su hermanos Regulus Black. Sus amigos habían intentado ayudarle, pero no sabían que más hacer. Estaba claro que no iban a trasnochar todos los días como ya estaba haciendo él para encontrarla. ¡Y es que Sirius había descubierto que no era nada sin ella! ¡Eso si que era andar como un alma en pena!

Ojeroso y con el pelo desaliñado, se sentó en uno de los bancos más cercanos a la puerta en la mesa de Gryffindor. Estaba removiendo con una cuchara las gachas de avena que tenía en el plato frente a él. Ese era el desayuno favorito de la muchacha, y él ya se había acostumbrado a que ella se tomara eso de desayunar junto a él. Ahora que lo pensaba, se había comportado como una verdadero niño chico al exigirle que le alimentara; como si ella fuera una esclava y él su dueño. Se imaginó que la muchacha se reiría si él le dijese que había pensado en ellos de esa forma. Enseguida se entristeció al recordarla. <<Si ella estuviera aquí ahora mismo nos hubiésemos ido para clase>>. En su interior, desde que empezó a sentir cosas por Pequitas, solía rugir un dragón ferozmente, pero en esos instantes, parecía que el dragón estaba mustio y alicaído. <<¿Dónde está ella?>>, exigía saber el dragón. <<¿Por qué no está aquí cuidándonos?>> No saber donde podía estar la muchacha le producía un inmensa agonía. Tal era así que ya apenas probaba bocado.

- Canuto -aquel que habló fue James Potter, un joven muchacho de pelo azabache desordenado y ojos color chocolate, mejor amigo de éste-, ¿te importa si nos sentamos contigo? -Sirius simplemente se encogió de hombros dando a entender que no le importaba nada de lo que fueran a hacer.

- Sirius, no te preocupes, seguro que la encontraremos pronto. Además, tú eres el mejor rastreador de Hogwarts -en un intento de hacer que el muchacho se riera, Peter Pettigrew, un chico apocado y bajito, de mirada perdida, bromeó sobre la metamorfomagia ilegal de Sirius.

- Peter tiene razón Sirius -éste era Remus Lupin, un joven alto, inteligente, con unos preciosos ojos color miel, y un montón de cicatrices que surcaban su piel-. Sólo es cuestión de que pase el tiempo. No tiene sentido que estés sin dormir. Tienes que relajarte y...

- No sabes lo que se siente cuando la persona a la que más amas y tu propio hermano están desaparecidos -el muchacho fue elevando la voz sin importarle el que la gente empezara a mirarlos-. Y no lo sabes porque la persona a la que amas se fue por ser una maldita cobarde, tú no tienes hermanos. ¡Así que no me digas que me relaje cuando dos de las personas más importantes en mi vida han sido secuestradas! -Se hizo un enorme silencio en el Gran Comedor, incluso los profesores habían interrumpido sus conversaciones para ver que había ocurrido. Sirius estaba de pie, con sus amigos aún sentados a su alrededor, y respirando fuertemente- Tú no tienes ni idea -y se fue por la puerta.

Me engañaste Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora