Ojos huecos.

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En la primera clase de historia me senté a lado de Percy, por ser el último asiento que sobraba en la clase, inmediatamente charlamos suavemente por encima del barullo de la clase, me fije que Percy tenía sombras bajo los ojos aunque su energía era la habitual. Quería preguntárselo, pero fácilmente adivinaba que me lanzaría una mentira y no me gustaba que me engañarán. Y mucho menos Percy Jackson.

Todo iba bien hasta que vi a Drew Tanaka entrar en la clase como un vendaval. Me miró solo una vez con sus pequeños ojos negros, una mirada cargada de desprecio y promesas terribles para luego fingir como sí yo no existiera en lo absoluto.

Permanecí imperturbable, para mí era otra perra que ladraba y no actuaba. Hazel parecía bastante temerosa acerca de ella, cuando hablamos en los baños los días anteriores, pero tal vez fuera porque ella parecía bastante insegura. Eso había adivinado en las semana juntos.

Luego de matemáticas, sentada a lado de Piper, a ella no le encontraba aún algún defecto demasiado grave que pudiera incomodarme. Aunque a decir verdad, tenía la mala costumbre de querer saber todo acerca de mí, hasta los secretos que más ociosamente guardo. Lanzando preguntas a diestra y siniestra a cada hora del día para agarrarme con la guardia baja. Y eso era lo último que quería hacer. Hablar sobre lo que esconde mi estúpido corazón.

Para cuando llegó el recreo, me llamaron de vuelta a pasar tiempo con ellos. Acepté pues realmente me agradaban y cada uno de ellos poseían personalidades enigmáticas. Pero no hablé mucho con los demás miembros de la mesa. ¿La razón? Percy acaparaba toda mi atención y hacía conversación conmigo sin parar. Apenas y se detenía para respirar, como si ni siquiera estuviera pensando o evitándolo. Preguntando cosas sencillas y haciendo bromas de vez en cuando. Era relajante, escuchar su palabrería. Hablar sin tener que preocuparnos tanto sí lo que decimos tiene algo de sentido o no. Era refrescante estar con él.

No obstante,  había momentos en qué su mirada se clavaba en un solo lugar. Retraído del grupo y de mí. Sus ojos eran pozos llenos de secretos para nada agradables. Quería preguntarle, moría de curiosidad, pero no quería incomodarle u ofenderle.

Pero sabía que eran cosas desagradables. Lo sabía con tan solo ver como sus puños se crispaban de vez en cuando como conteniéndose de golpear algo.

Parecía perdido. Parecía realmente desesperado...
Parecía querer correr fuera de aquí lejos de aquí.
Lejos de mí.

Luego volvería a tener otra clase para finalmente llegar a mí casa y quedarme dormida hasta las seis. Momento en que me ponía hacer tareas en el escritorio de debajo la ventana. Mirando a través de ella hacía la otra calle a esos edificios viejos en particular.

Pasaron dos semanas así. Aburridas en mí casa haciendo deberes y los quehaceres domésticos.
Mi atenta madre no solía estar mucho conmigo en casa.

Y sí estaba.

Terminaban rápidamente nuestros temas de conversación. Ambas éramos muy calladas. Y nos gustaba el silencio. La verdad desde que había llegado aquí. Mi círculo social se había extendido bastante sin darme cuenta. Aún con Zoe anteriormente buscaba siempre momentos en soledad donde podría leer, pensar o estudiar. No buscaba el intercambio entre otras personas.

Sin embargo.

Mi único entretenimiento del día era pasar unos minutos con Percy. Era gracioso e ingenioso. Más inteligente de lo que parecía. En muy poco tiempo, se había convertido en parte de mí rutina de todos los días.  De tal manera que, solo necesitaría varios segundos con él para declarar mi día completado. Esto era extraño. Nunca había sido tan dependiente de una persona.

Así lo veía,  era para mí, alguien de que dependía mí día para que fuera "completa".

Así pasó un mes sin drama hasta que un día...

PERCY PUNK - PERCABETHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora