El comienzo de los juegos.

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- Olvide decirte a que Padre divino te acercabas más...- Comenta Percy entrecerrando los ojos y mirándome fijamente con sus grandes ojos verdes.

Ladeo la cabeza meditando.

-¿Tú que crees? -

-Pues, siempre eres una listilla así que... ¡Hija de Atenea!- Exclama sonriente.

Me quedo sorprendida. -¿En serio?-

-Bueno, realmente opino que tienes una gran inteligencia. Una tremenda deducción y uso de lógica. No creo que nadie pueda lograr engañarte. -Pone una cara pícara. - Bueno, yo si lo puedo hacer. -

-¿Ah sí? - Alzo una ceja burlona. - Así que tan confiado ¿eh? ¿De qué serias capaz señor pervertido? -

-Oye, no soy un pervertido. - Finge espanto. - Pero podría ser capaz de hacer algunas cosas para tentarte convencerte a... -

Se cierra la boca Cómo si hubiera dicho algo malo con los cejas hasta la coronilla. Se ríe, agarra mi dedo y le da un beso.

-Bueno, ¿tengo un buen autocontrol en realidad y tú?

Sonríe de medio lado. - Ya veremos quién cae primero.

Sonrío. - Volviendo a lo Atenea, eso explica mi miedo a las arañas. - frunzo el ceño.

Asiente enérgico.

-Y además, eso quiere decir que seríamos rivales. -Le recuerdo.

Pestañea confundido.

-Ya sabes, Atenea, Poseídon, ¿luchando por Atenas? -

-Ow. - Sus ojos se ensanchan. Luego los entorna y bufa. Se eleva un poco hasta que nuestros labios se tocan. Mi corazón late desbocadamente como si estuviera a punto de sufrir un paro cardíaco. Supongo que debía ya acostumbrarme a éstos ataques. Porque se venía muchos, muchos más  besos. Cielos, pensar en eso hacia que tuviera ganas de revolcarme por la arena como una lunática de tanta felicidad.

-Aquí termina la rivalidad listilla. Te quiero. -

- Eres tan cursi. - Susurro de improviso. Él me guiña un ojo. Luego vuelve a recostar su cabeza en mi muslo.  Se veía tan relajado y feliz.

Pero me llegaba a cada rato sus ojos despavoridos en mi mente, cuando mencionaba apenas a su padrastro. No iba a insistir... tenía mis otros métodos.

-Te ves hermosa. Ya te lo dije pero vuelvo a repetírtelo porque no me parece suficiente las cuarenta veces que lo dije. ¿OK? Eres bellísima. Y ahora todos me tendrán enviada.-

Ruedo los ojos riendo, mis manos tenían un ligero temblor así que las pongo encima de la suya. Sujetándolo con fuerza.

-¿Cómo estará Reyna?- Pregunto en un murmuró. Se supone que deberíamos hablar más de nosotros y nuestros planes, pero aún así... No podía quitármela de la cabeza. La forma desesperada en que golpeaba el piso y estiraba su pelo. Sus gritos que habían enviado en mí un escalofrío y una premonición oscura.

-Se fue por su propio pie al final. Amenazó y le dio una estupenda golpiza a  Drew y se largo. Todos saben que en cuanto a discusiones jamás se le gana a Drew. Ella sabe que tiene que actuar solamente. - Dice con seriedad.

-Excepto Piper. - Defiendo a mi amiga.

-Tienes razón. Piper también tiene fuerza de impacto en sus palabras, probablemente sea la única de la preparatoria que pueda con su hipócrita palabrería. -

-¿Y Reyna golpeó a Drew? - ¡Vaya, de lo que me había perdido. Eso me pasaba por ser una debilucha que le gusta llorar en soledad. Mierda. Ver como se peleaban como perras arrancándose los pelos.

PERCY PUNK - PERCABETHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora