#9 James: Señorita Andrews

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13 de Agosto, 2015
Los Angeles, California.
26 años.

Mi día comienza mal.

La maldita alarma no suena, el chófer no fue por mi y tuve que pedir un maldito taxi, un idiota regó café sobre mi camisa y allí iba de nuevo a cambiarme de ropa, y ahora, ahora las puñeteras cifras están mal.

—¡London! —grito al borde de perder la cordura.

Pasan cinco minutos y no aparece. Joder con esa mujer. Tomo el teléfono y tras ver las quince llamadas perdidas de Ame, marco el numero y la llamo. Le bramo apenas responde el mensaje y trastabilla con sus palabras. Termino dejándola con la palabra en la boca y miro mi teléfono... Se me es tan tentadora la idea de lanzarlo contra la pared...

—¿Si, señor?

—¿Qué te dije sobre tocar? —la fulmino y ella tartamudea—. Ya pasa.

¿Por qué nunca pueden tocar la puta puerta?¿Es que creen que esta de adorno o qué? O mejor ¿Qué hubiera pasado si me estaba masturbando y entra de repente? Nunca hice eso, ni cuando era un adolescente lo hice, para eso solo tengo que hace una llamada y alguien vendría muy feliz de la vida a complacerme.

He pedido una junta, London se está encargando de ello y le exigí que imprimiera unos papeles. Que esa mujer haga algo de provecho mientras yo este aquí, no le gustará verme furioso y la ultima vez que estuve así...se puede decir que mi piano pago el precio. Mi teléfono suena y contesto la llamada mientras observo mi oficina. Igual de fría que las demás. Me gusta.

—Gilbert.

¿Por qué diablos no respondes mis llamadas?

—Ame, no estoy de humor...

Me importa poco si estas molesto o no. Tenemos cosas que hablar —dice molesta y resoplo frustrado.

Carajo.

Ese tenemos que hablar lo dejamos para después, Ame. Te llamo luego.

Alexander, no te atrevas a...

Dejo el teléfono a un lado y miro con el ceño fruncido los papeles.

—¡En la mierda! —grito y me levanto de un tirón.

Me jode. Tomo el montón de papeles y camino hacia la puerta. Mi teléfono vuelve a sonar, pero lo ignoro y voy directamente al elevador. Cinco putos errores de mierda hay en el primer papel y al a ver cinco, aunque sean solo cinco, todo esta mal. Las putas cifras están mal ¡incluso la fecha esta mal!

El elevador se detiene y airado salgo de él. Todo se a quedado en silencio, me alegra. Me acerco a una mujer de unos cuarenta años, estaba comiendo como un maldito cerdo y al verme se atraganta.

—¿Señor Gilbert?

—¿Quien mas? —pregunto con sarcasmo.

Respira, James. La pobre no tiene la culpa de los errores de London.

Respiro hondo y cambiando mi voz a una más...gentil, le pido que me ayude con el problema. Ella de inmediato acepta y entro a su oficina que es tres veces más pequeña que la mía. A veces me pregunto ¿Por él empeño de darme siempre las oficinas más extravagantes, más grandes? Viví por años en una habitación pequeña, un apartamento pequeño y a pesar de mi claustrofobia la pasaba bien. O eso me obligaba a hacer.

Tras agradecerle salgo aun molesto. Joder ¿que hubiera pasado si no verifico eso?

Doy largas zancadas para llegar mas rápido al elevador, pero algo me impacta, no con mucha fuerza. Escucho el típico sonido de hojas y libros caer, alguien maldecir.

JAMES (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora