Capítulo XXXV

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Hozier - Work Song




James.

¿Alguna vez has tenido miedo?¿En algún momento de tu vida te has sentido aterrado, como si todo el control se fuera de tus manos y lo perdieras todo? Sentí terror, horror, una vez, hace veintiuno años sentí esa reconfortante y agradable sensación. Viví en el vacío por años, me aísle de todo y de todos porque no quería que nadie me hiciera daño, no quería sufrir de nuevo. Americus es un encantador descubrimiento de que el amor de hermanos puede existir sin ser algo de sangre, amo y adoro a esa morena con mi vida. Tengo miedo de perderla.

Hace unos meses cierta mujer se metió en mi cabeza, abriéndose paso entre esa oscuridad y entrando en mis mas perversas fantasías. Hace muchos meses que no práctico sado o cualquier tipo de juego sexual en el que se utilice un juguete o haya otra persona, no me arrepiento de ya no hacerlo. La mujer que me dio dolores de cabeza y de testículos es la persona que me sacaba de quicio por desearla y no tenerla. ¿Se supone que todos los multimillonarios tienen lo que desean...? Si, con un chasquido de dedos podría comprar un barco u otro avión, pero ella no. Ella se metió muy en lo profundo de mi cabeza y aquel beso, ese beso, ese jodido beso, desató mis obsesiones por tenerla.

Aquel día, ese en el que su hermano tuvo el accidente... Sabía que era falso aquello de que ella había entrado en mi oficina, no soy tan estúpido como para dejar mí lugar privado con poca seguridad, pero necesitaba ver esa pequeña chispa verde de sus ojos crecer con su rabia. Esa mujer es tan interesante en todos los sentidos, ese libro abierto me tiene atrapado desde el primer día, y ahora, en este preciso momento, tengo miedo de perderlo. De perder mi libro. De perderla a ella.

—¡Me tenias preocupada! —jadea apenas dejo de besarla.

Sé que lo estaba, lo sigue estando y lo veo en sus ojos. En estas últimas semanas sus ojos se han aclarado, ya no es un gris oscuro, más bien es un poco más claro y tiene pequeñísimas motas verdes que se notan a la distancia en la que me encuentro. Con su nariz rozando la mía.

—Lo sé —le respondo y sin preámbulos la vuelvo a besar.

Esa mujer, la pequeña que estoy apretando contra mi, es mi calmante. Mi calmante más fuerte, más efectivo que las drogas que me inyecto cada vez que estoy en depresión o tengo mis ataques de nervios. Estoy asustado, aterrado, y lo estoy por ella. ¿Como sobreviviría a una vida sin ella, sin nuestros hijos? No podría, no importa si voy a miles de especialistas, tomo miles de medicamentos y toco como un poseso mis instrumentos... Nunca, jamás, podría sobrevivir a una vida sin ella.

Sus labios son calientes, carnosos, y poco a poco siento como busca más. Muerdo su labio y ella jadea, y eso es escuchar música para mi. Me alejo lo suficiente para ver como su rostro poco a poco ha tomado color. Mabell abre poco a poco los ojos y sonrío a medias. Necesito de ella... La necesito solo por cinco minutos. Es egoísta que piense solo en mi, pero necesito de ella.

—Te necesito. Ahora. Aquí.

Ella asiente y con un movimiento por mi parte Matt y el chófer del hotel se van de forma discreta. Tuve que pagarle a ese hombre para que manejara y así poder perder el auto, me persiguieron a mi. No fue bueno llamarla, si me sucedía algo no quería que ella lo escuchara y si no le llamaba se iba a preocupar.

Su pequeña mano se aferra a la mía mientras la llevo al Jeep. Necesito sacarla de aquí. Aparto mis deseos de tomarla contra el capó y me concentro en ponerla a ella y a nuestros hijos a salvo. Necesito llevar a Mabell a Nebraska, debo de ponerla fuera de toda la mierda que sé que la volverá loca y sé que de pondrá mal porque yo estoy a un paso de volverme loco.

JAMES (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora