Epílogo

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Moscú, Rusia.
Cinco años después.

La nieve cae y cae. El frío me cala los huesos y sin embargo permanezco en cuclillas. Quito la nieve y suspiro, sacando un leve humo de entre mis labios, sonrío.

Yuri Lébedev...
Amado y querido por amigos e hijos.


—¿Todo bien?

Miro hacia atrás y Mabell se acerca más. Se arrodilla a mi lado y deja unas margaritas dentro del florero. Tomo su mano, aquella en la que van nuestros anillos y lazos de matrimonio, acaricio sus nudillos y luego entrelazo nuestros dedos.

—Me hubiera encantado conocerlo.

—Sé que le hubieras gustado apenas te viera —la miro y ella también me mira. El turbio gris no a cambiado—. Eres una maravillosa amiga, amante, esposa y madre.

—Sigues mencionando nuestros votos cada que puedes —niega y su coleta se mueve—. Iré a ver que tal están los niños. Joshua y Demian pelearán en cualquier momento por ese aparato que le has dado.

—Es un simple cubo, Bell.

—Si, pero lamentablemente no tuviste la brillante idea de comprar otro.

Se va antes de que pueda decirle algo. Me giro para verla. El abrigo, el gorro y las botas rojas son lo mas llamativo del cementerio cubierto por nieve y el movimiento de caderas que hace mover su coleta, provoca que me brote una sonrisa.

Hace cinco años la hice mi esposa. Una celebración modesta, linda para ella, familiar y tradicional. Apenas tuve oportunidad de marchamos me la lleve, la toma en el auto, en el avión y en el hotel de Barbados. Siempre lo dije, ella será preciosa antes, durante y después de nuestros hijos. Ella siempre a sido hermosa. El día en que la vi vestida de novia fue antes de la ceremonia en el granero, lo admito, llore como un niño y ella lloró también por las hormonas principalmente. Se veía preciosa, radiante y delicada. La volví a hacer mía antes de la ceremonia.

Miro la tumba y sonrío.

—Te has perdido de muchas cosas, carcelero.

»Mi boda, el nacimiento de mis hijos, la boda de Ame, el crecimiento de mis pequeños y como mi vida tomo color cuando alguien más llego. Tal vez no estés aquí, pero siempre te llevare conmigo en mis recuerdos y en el corazón. Siempre seras mi padre, el carcelero, y cada que mis hijos te llaman por abuelo me llena de felicidad. Sé que te hubieras vuelto loco con los gemelos y con la pequeña princesa. Igualmente sé que hubieras llorado al ver a Ame tan hermosa y perfecta como siempre... Te has perdido de muchas cosas, pero sé que verdaderamente no es así —siento que las lagrimas brotan y las dejo salir—. Donde quiera que estés, nos estas observando desde allí y haciendo todo tipo de cosas ante las situaciones que pasamos. ¿Sabes que me pregunto uno de mis pequeños? Me pregunto que si tu eras tan temible como yo lo soy al estar enojado«

»También te debes de preguntar ¿Por qué le puse Andra? Lo hice en honor a tu esposa, aquella que perdiste días antes de que yo llegara a tu vida. Demian, como aquel bebé al que ibas a amar con tanta locura como a tu esposa. Me enseñaste bien, me quisiste a tu modo y aprendí que pase lo que pase debes de seguir y no caer. Me enseñaste que el amor no te hace débil, te hace fuerte, que llorar no es malo, consigue tus metas sin importar lo que los demás piensen y que la familia es lo principal«

JAMES (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora