Capítulo XXIV

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James.






La miro dormir fijamente. Como su pecho sube y baja con calma y pequeños suspiros se escapan de sus carnosos labios. Beso su frente con el corazón en un puño y Mabell sonríe. ¿Qué estará soñando? A veces desearía meterme en su mente y ver sus pensamientos, pero solo me permite ver sus emociones a través de esos iris grises.

¿Como es posible que en mis veintisiete años ninguna mujer me haya atrapado como lo a hecho ella? La respuesta este frente a mi, usando el anillo por el que viaje a la mejor joyería de Australia y se ve tan tentadora con los labios rosados... Recordar el primer día que la conocí me hace gracia, con solo ver ese gris penetrante era obvio que me quería sacar los ojos. Desde ese día no pude sacarla de mi cabeza y luego de su arrebato al besarme...solo me quedo claro que dejaría una marca más grande en mi alma.

Acaricio su mejilla, deleitándome con la suavidad de su piel y cierro los ojos con fuerza. 

Tocar su piel quema y disfruto quemándome lentamente.

—Te amo, Bell.

Beso sus labios, mejilla y con el cuchillo descargando mi interior deposito un último beso en su frente. Tomo la cámara (necesito otra fotografía) me alejo un poco y comienzo a capturarla sin que ella se mueva. Me acerco y capturo sus labios con solo oprimir el botón. 

Extrañaré todo de ella. Todo.

Dejo el sobre en su mesa de noche y miro la hora en el reloj digital. 6:45 am, voy a tiempo. Voy al armario y meto mi celular en el primer cajón de mi ropa. Tanteo dentro del compartimiento de mis trajes hasta dar con el filo y tirar de la cuerda. La luz se enciende y tomo la caja negra. Me mueve sin hacer ruido, no quiero que se despierte y me vea de la misma manera de hace unas horas. Me pongo de rodillas en el piso, abro la caja y miro el contenido. Pasaporte, celular con nuevo numero, una Mac última generación, el talón de cheques, tarjetas de crédito, llaves...muchas llaves, mi rolex, el pato Donald, mi cadena y por último, una fotografía enmarcada.

Todo lo que necesito ya esta en el Porsch y en esta caja. Extraño mi Jaguar, pero quien sabe donde coño lo dejaron esos malditos y al menos me mantiene tranquilo recordar que tengo otro. Solo tendría que pedir que lo llevarán al lugar donde iré... Tomo la caja y salgo de la habitación, pero no la miro. En ningún paso que doy la miro, sé que si la veo al menos de reojo tirare todo y me quedaré a su lado, y no puedo hacerlo. Por el bien de ella, no puedo.

Cierro la puerta con cuidado y saco de mi bolsillo el gorro de lana que me regalo Angel. Bajo las escaleras, verifico que Matilda, Renee, Matt o Jessie estén despiertos. Agradezco internamente a Daniel por obligar a mi hermana a quedarse con ella, no me hace mucha gracia que ellos tengan algo, pero sé que Daniel la protegerá igual que yo lo haría y que siempre estaría allí para ella.

Abro la puerta de mi despacho, voy directamente a mi computadora y envío el correo. Ella debe de verlo en unas pocas horas, sé que me comenzará a llamar al ver que no llego a la reunión y al no contestar yo la llamará a ella. Tengo tiempo suficiente para irme sin dejar pistas. Cierro la pestaña y me meto en la otra. Si me iré le dejare la mitad de todo lo que tengo a Mabell. Sé que tiene dinero de sobra por parte de su familia, me encargue de enviar también correos a su padre y a su hermano, pero tampoco quiero dejarla sin nada. Doy enviar y solo veo como las cifras van a su cuenta. Mabell debe de cambiar su contraseña, eso también se lo escribí.

Cierro la pestaña, envío las carpetas a la USB y en lo que espero mordisqueo mi labio. Mi plan no puede fallar, las cifras salieron a la perfección y mis cálculos rara vez fallan. Miro el estante lleno de mis libros más importantes. Lo necesito conmigo. De un par de zancadas llego hasta el estante, paseo mis dedos por los lomos y tomo el de color rojo. 

Bellezza.

Esto es una mierda, pero no puedo dar marcha atrás.

La computadora lanza un pitido y de inmediato desconecto la pequeña memoria. Me la hecho al bolsillo, muevo un par de cosas en la computadora y asiento satisfecho al ver como comienza a fallar. Ame no podrá encontrar rastro de mi paradero, ya me encargue hace unos minutos de mi PC y solo me quedan las cámaras. Eso será pan comido. Salgo de mi despacho, tomo mi cazadora al pasar por el perchero y sin mirar atrás me encamino a la salida con el álbum bajo mi brazo y la caja entre mis manos. Me detengo en las puertas del recibidor.

No hay vuelta atrás, Alexander.

No, no la hay. 

No la puedo dar.

Cierro las puertas, apoyo mi rodilla contra la pared y allí coloco las cosas. Saco el teléfono, con un par de toques de mis dedos tengo el poder de las cintas de las cámaras y las detengo. Solo cuando haya salido del edifico podré borrar, Ame es lista y sabrá buscar, pero yo fui el que le mostró todo lo que sabe y que el aprendiz supere al maestro en nuestro caso...será una tarea más que difícil.

Tomo aire y hago lo que Björn me mostró por años. Cuento hasta diez. Mis manos pican en solo pensar en su piel y me odio a mi mismo por lo que hago. Me odio más que nunca. Aunque cueste mi vida, mi dolor, prefiero esto a perderle a ella.

Pero ¿que estupideces pienso?¿Como podré vivir yo sin ella?¿Como le haré para no correr de regreso y envolverla en mis brazos?

Ni puta idea.

Salgo del estacionamiento dentro de mi auto, Nueva York ya esta en movimiento. Apenas me alejo una cuadra y me detengo en un semáforo borro la hora en la que estuve en movimiento. Pero al mirar lo que sucede ahora no puedo evitar sonreír con tristeza, Renee y Jessie se besan y parecen reír. La conversación con Mabell me viene a la mente y lo aparto de inmediato.

No, no te puedes dejar ir. Debes de tener ese control del que aprendiste hace años y bloquear.




Entrego el boleto del avión y la azafata me mira batiendo las pestañas. Hace un año tal vez le hubiera hecho una sugerencia de visitar los baños y follarla hasta abrirla por completo, pero la señorita Andrews se metió bajo mi piel y solo puedo pensar en ella. 

¿Como hubiera sido mi vida junto a ella?¿Hubiéramos tenido hijos iguales a ella o a mi?

No hay vuelta atrás, Alexander.

—Que tenga buen viaje.

Asiento y me encamino por el puente en embarque.

Odio dejarla atrás, odio a verla hecho sufrir y darle más dolor con mi partida. Es lo mejor para ella, no para mi, para ella. Miro mi reloj, ya debe de estar despertando Americus y mi morena viene de nuevo a invadir mi cabeza. Respiro profundamente, llenándome de aire los pulmones y lo dejo escapar lentamente.

Dejo atrás a mi única familia, a los Barrow, a mi pequeña hermana y al amor de mi vida.

Mabell, no importa que no puedas escuchar mis pensamientos pero...lo siento. Sé que nunca entenderás, pero es lo mejor para ti y solo espero que lleves el dolor mejor que yo. Lo eres todo para mi. Eres mi vida entera, lo único que no me hizo tirar la toalla en esas semanas de tortura y te agradezco por llenar ese vacío en mi interior. 

Te amo.
Siempre tuyo, James.


Estas jodido, Gilbert. Sin ella estarás más jodido que en los últimos veinte años.

Jodido, hundido y vacío. Mabell Andrews, mi corazón y mi alma se han quedado contigo en Nueva York.


JAMES (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora