Capítulo XXXVI

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Peino su cabello sintiendo la suavidad e inhalando el olor que desprende, es una mezcla del mío y poco del suyo. Todo el lugar huele a sexo, en verdad que sí.

—Buenos días...—dice en medio de un bostezo y sonrío al ver sus ojos adormecidos.

—Buenos días, cariño —beso su frente y una sonrisa ilumina su rostro.

Está comprobado que a las embarazadas también las relaja el sexo, tengo el ejemplo a un par de centímetros de mi cara. Se ve hermosa. Pero ¿qué carajos...? Ella siempre está hermosa.

— ¿Has dormido?

—Bell, sabes la respuesta.

—Lo sé...—frunce los labios y se levanta de golpe.

Eso no es bueno, hasta yo lo sé. Mabell cierra los ojos y hace una cara tan graciosa que me saca una carcajada. Una estruendosa carcajada de las que rara vez doy. Me duele la cabeza mientras río, pero me hace más gracia saber que me está mirando mal con su bonita cara y me dan ganas de volver a hacerla mía. 

Lo sé, soy un maldito enfermo.

— ¡Deja de reírte! —espeta apenas dejo de reír alto y me golpea el hombro, me hago el herido—. ¡James!

—Ok, ok, ok, lo siento.

—Idiota...

—Quiero decir —Bell aclara su garganta y arregla su cabello—. ¿Llegamos?

Paso una mano por mi cara solo para ocultar otra sonrisa. Es muy mala mentirosa y la escuche claramente, pero lo dejo pasar esta vez solo porque hace media hora que aterrizamos.

Cuando le dije a Mabell que habíamos llegado parecía un pequeño huracán. A duras penas logro meterse en los pantalones, verla pelear con las prendas me provocó tantas risas que me termino echando. Si, la Belleza me saco y tuve que vestirme en la cabina. No recuerdo que alguna mujer me haya hecho lo que me hizo mi futura esposa, creo que ninguna se atrevió a hacerlo y cuando Americus necesitaba su espacio se lo daba... Oh, no, ella también me echaba.

—¿James?

Parpadeo y miro como Mabell me mira preocupada. ¿Por qué lo hace? No estaba pensando en nada, solo en ella.

—Si, Ame, te escucho.

—Mabell se tiene que presentar, quieras o no —suspira y yo maldigo en portugués. Un estruendoso ruido se escucha al fondo—. ¿Estás bien?

—¿Qué pasó? —mi entrecejo se hunde.

Con cada ruido que escucho al hablar con ella me preocupo. La llamada comenzó apenas entramos por el camino menos transitado, el viaje de camino a la granja es de dos horas y media, según Mabell la granja ya está a solo diez kilómetros. Pero aparto todo y me centro en el ruido que hay al otro lado. ¿Qué hace?

James, Daniel quiere hablar contigo.

—Bien.

—¿Qué pasa? —tira de mi muñeca y beso su frente.

—Nada linda.

No quiero decirle, no aun.

—James.

— ¿Qué tal, abogado? —sonrió de lado y lo imagino haciendo una mueca.

— ¿Qué tal el clima?

JAMES (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora