XVI

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—¿Aceptas?

Pestañeo más de diez veces en un fallido intento de aguantar las lagrimas, pero es inútil. Me parto a llorar ahí, enfrente de todos y del hombre del que estoy enamorada, cubriendo mi rostro con las manos.

No puedo creer que me este pidiendo ser su esposa. Es como una fantasía hecha realidad. Lo amo, estoy verdaderamente enamorada de él y...¿Por qué pienso que es un sueño? Es más que real. Hoy, en el cumpleaños de mi hermano, frente a muchas personas, me esta pidiendo matrimonio. Joder, ni yo me creo que esto sea real y ¡dijo que esta enamorado de mi! Sabia que la cuerda invisible que tiraba de nuestros cuerpos no era imaginación mía, la cuerda aun sigue más que fuerte, él también la había sentido. Me atrapaste aquel día en el elevador... No sé si esas fueron sus palabras, pero, se parecen. Oh. Por. Dios.

—¿Bellezza?

Quito mis manos mientras me limpio las lagrimas y sonrío al ver la cara de preocupación que tiene. Paso mis brazos por sus hombros, abrazándolo y aun con la voz quebrada respondo:

—Si.

Siento como su cuerpo se relaja y suspira. Por supuesto que si quiero ser la esposa de James Gilbert.

—Dijo que si —dice en voz alta y todos comienzan a aplaudir—. Me tenias con el Jesús en la boca, Mabell.

Sonrío aun con la cara hundida en su cuello y le doy un beso corto.

—Tranquilo, señor Gilbert. Debería de estar feliz, ahora estoy comprometida y se podrá deshacer de mi —bromeo y me estrecha más contra su cuerpo.

—Eso es justamente lo que no quiero.

Me alejo de él y quito una lágrima solitaria que se intenta salir del rabillo de mi ojo. El maquillaje se fue al diablo, pero no me importa. Quita con suavidad mis brazos de su cuerpo y toma mis manos entre las suyas, la pequeña caja azul reposa sobre la mesa.

—¿Me de el honor, señorita Andrews

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—¿Me de el honor, señorita Andrews...? —dice con un brillo divertido en los ojos.

Llevo una mano a mi pecho y me doy aire de forma teatral. James sonríe, esa sonrisa pequeña en sus labios.

—Oh, me ofendería si no lo hubiera pedido antes —digo con fingido acento y él ríe por lo bajo.

Toma mi mano y desliza el brillante anillo por mi no tan delgado dedo anular. Me mira a los ojos y yo aun sonrío, sin apartar su mirada le doy un beso en el anillo y pasa el pulgar por el dorso de mi mano.

—En estos momentos, Andrews, soy el hombre más feliz —murmura y ruedo los ojos.

—Eso sonó en verdad cursi viniendo de ti.

—Tienes toda la razón.

Seguimos bromeando por unos minutos más hasta que los demás se levantan para comenzar a bailar, yo me quedo donde mismo con James a mi lado.

JAMES (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora