Oscuros amaneceres.

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Tenía mis ojos hinchados, me dolía la cara de tanto llorar, necesitaba ir a clases y enterarme de que había pasado con el anciano, tenía que pedir perdón de alguna forma. Llegué y estaba un gran moño negro en la entrada, maravilloso, soy una homicida.

Mi día transcurrió normal, hubo una asamblea para despedir al velador que había trabajado toda la vida en este colegio, era parte de esta familia y simplemente le arrebate todo lo que había conseguido. Estaba su familia presente y me derrumbe de nuevo, su esposa, una anciana en silla de ruedas que lloraba y se negaba a dejar ir a su esposo, me sentía una basura.

Apareció Judá en esa asamblea, vestido como un estudiante más, paso totalmente desapercibido, es bastante atractivo pero sigue siendo un maldito bastardo sin corazón. Se paro a lado de mi y sin sentimiento de culpa, me dijo:

-Pobre, se quedó sola, no crees que debería irse ella también- dijo, ni siquiera me miraba, tenía que mirarlo hacía arriba, lo odiaba con todo mi ser, maldito insensible. Continuo:

-Eres tan tonta, Zoe , porque no disfrutas de estos momentos, es el sentido de nuestra existencia-Dijo.

-Eres un maldito idiota-Dije, tenía ganas de golpearlo.

-Ya lo sé, me lo han dicho antes- dijo, tan tranquilo.

-Sabes una maldita cosa, eres un bastardo, un maldito insensible y tu jodido corazón no bombea sangre si no mierda y deberías dejar de ser tan estúpido, disfrutaba de tu compañía al principio pero después me di cuenta que eres un maldito egoísta y por mi puedes irte a la mierda-Dije, estoy demasiado furiosa como para contenerme. No dijo nada, al fin dije algo que lo hizo quedarse callado, no me sentía orgullosa pero era algo que debía hacer. 

Judá se quedo ahí hasta que la asamblea acabó, antes de irse , me dijo:

-Lo siento, en serio, lo siento, tienes razón, no volveré a molestarte- y desapareció. Me sorprendió la forma en que se disculpo, como si hubiera lastimado lo poco que le quedaba de corazón. Me sentía culpable, podía que ser un maldito pero no se merecía ser tratado así de mal.

El día se acabo y volví a casa, el camino fue insignificante, la sensación de ser observada desapareció, ya no había peso en mis hombros, tuve miedo que eso desapareciera porque tal vez Judá era el causante de sentirme así.

En la soledad de mi cuarto, mientras disfrutaba del silencio que antes temía, entro por la ventana un avión de papel, demasiado infantil pero un detalle que disfrute, tome el avión y tenía algo escrito:

-Ven a buscarnos- Esto era de mis hermanos, me entro el miedo porque esa no era su letra, tal vez en plan de venganza Judá los lastimara. 

Corrí hacía el bosque, seguí mi instinto y los vi, no era Judá quien los había tomado, era el gran señor, pero no les estaba haciendo daño, sólo los estaba observando; cuando me vio llegar se acerco con una velocidad impresionante, se puso a mi lado y me susurro al oído:

-Son muy lindos, lo digo en serio-Dijo, sonaba sarcástico y burlón. 

-No los lastimes, por favor-Conteste con voz temblorosa.

-No lo haré, tú lo harás-Contestó y me dio una hoja doblada y volvió a irse con mis hermanos. Abrí la hoja y un grito se sofoco en mi garganta; decía que habían sido diagnosticados con leucemia y su ADN era tan parecido y eran tan unidos que ambos sufrirían el terrible cáncer, que había un 45% de que con quimioterapias y radiación se curaran, pero no era seguro y si no sanaban yo tenía que matarlos. 

Voltee a ver al gran señor y el sonrío, y sin siquiera acercarse me dijo al oído:

-Es lo difícil de nuestro trabajo, suerte-Dijo y desapareció. Mis hermanos salieron de un aparente trance y corrieron a abrazarme, me sentí hipócrita, abrazaba sus indefensos cuerpos llenos de cáncer que dentro de cierto tiempo también mataría sin tener algún tipo de compasión, podía con la responsabilidad de matar personas pero no podía permitir acabar con la vida de mi propia familia.

No tengo fortaleza, puedo soportar un dolor causado por mil demonios en mi ser, pero saber que tengo que ocasionar dolor y terminar con la vida de alguien que tiene mi sangre corriendo por sus venas me destroza, son apenas 2 niños de 6 años, con toda una vida por delante.

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Espere sentada en la orilla de mi cama a que el oscuro amanecer acabará, espere pacientemente a que la culpabilidad y la poco que me quedaba de mundana llegará a mi y me hiciera arrepentirme de todo esto, pero como siempre nunca pasó y recordé que no es una enfermedad, que no es algo que simplemente limpiare de mi y ya; es algo que ya no se quita, es tu nueva piel, es tu nueva vida. Comienza a pensar como el gran señor, con el estomago y a sangre fría, es lo que mi mente me lo susurraba, antes de huir una vez hacía el bosque. 




un ángel entre sus pechos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora