Estaba ahí, mientras mi cirugía trascurría, mi iniciación también lo hacía, quedaban 7 sillas, la enfermera llenaba la octava y mi miedo aumentaba al saber que posiblemente estaba en mi operación y que el espíritu del chico-demonio se encontraba en su ser, que podía hacerme daño y hacerme sufrir simplemente por el placer de hacerlo. No entendí porque ella no tenía marcas, ella no había sufrido realmente como todos los demás en la sala lo habíamos hecho.
Analice la imagen del ángel que veneramos,''nuestra religión'' y él también tenía marcas, en sus muñecas, como si fueran cortes suicidas, no entendía como la enfermera no tenía seña de algo, simplemente estaba poseída por el chico, él tenía esa capacidad de entrar en el cuerpo de alguien sin dejar secuelas de algo, pero yo sabía que al salir de el, el alma de esa persona moriría. Todos me miraron y de un momento a otro, desperté.
Mi madre estaba sentada a mi lado, tenía cara de preocupación, entendía por que. Al darse cuenta de que desperté, se acerco y me beso la frente y no tardo en preguntar cosas:
-Zoe, sé que estas aún adormilada pero no encuentro explicación de lo que te paso, puedes decirme que pasa, como paso lo de tu mano?- sonaba muy preocupada.
-No lo sé, me caí y no recuerdo con que me pegue- dije con voz cortante.
-Lo entiendo hija, pero el doctor me dijo que tu fractura era como si un camión te hubiera pasado por encima de la mano-dijo, mi mamá siempre guardaba la calma aunque fuera lo más grave del mundo, supongo que eso se debía a la relajación que tenía al todo el día estar pintando.
-No es para tanto mamá, todo esta bien ahora- dije.
-Si, cariño, pero hay posibilidad que después de esto, tu muñeca ya no funcione como antes- dijo, se tocó la frente, tenía su vena marcada; cuando esta preocupada o cuando esta entrando en un trance nervioso aparece esa vena justo en medio de su frente. No dije nada, simplemente me acomode en la camilla e intente dormir, era lo mejor que podía hacer después de esto.
Ni en mis sueños me deja tranquila, sueño algo y aparece, trato de cambiar de sueño y esta de nuevo ahí, como si mi subconsciente pudiera incluirlo en todo lo que sueño o pienso. Esta vez en mis sueños no había gritos ni sufrimiento, de hecho ni él estaba cerca de mi, pero había algo diferente, yo me veía como él, opaca, con mi mirada perdida y vacía, me estaba convirtiendo en él.
Mi corazón se aceleró, la máquina a la que estaba conectada marco mis latidos y mi madre llamo a la enfermera, asustada de que algo estuviera pasando, algo grave, me convulsionaba; él chico-demonio se acercó y me dio un pedazo de papel y decía algo que me dio un giro completo:
-Bienvenida, desde ahora ya te sera imposible escapar.
Posiblemente ahora era el momento de correr, de esconderme, pero aunque pasará 300 años en una cueva en lo más recóndito del mundo esto no se saldría de mi, porque no era una enfermedad o un tumor que pudieran extirpar, era algo que ya formaba parte desde ese momento de mi alma.
¿Qué se hace después de esto?¿Cómo se escapa de algo en lo que no sabias que estabas atrapada?¿Hacía donde se corre cuando estas en un callejón sin salida?¿Qué se pregunta cuando sabes que no hay respuesta?
xxxxxx
Dejé de convulsionar justo antes de que llegara la enfermera; me reviso minuciosamente en busca de una explicación para mi convulsión tan repentina, pero no encontró nada.
Afuera llovía, de esas veces que parece que el cielo caerá por completo, las gotas pegaban fuerte en la ventana de mi habitación en el hospital, si no hubiera sido por la convulsión hubiera podido irme a casa esa noche. Mi madre no quería irse a casa pero al final la obligue a que lo hiciera, podía quedarme sola un tiempo, estaba en revisión constante y no estaba completamente sola, siempre había una enfermera o un doctor cerca. Casi no pude dormir, las veces que lo intentaba los sueños eran demasiado perturbadores como para poder ignorarlos, no sabía a que había sido bienvenida, no sé ahora de que formaba parte, pero supongo que era algo más allá de mi iniciación; me sentía como cuando los cristianos hacen su primera comunión y desde ahí los obligan a asistir a misa y aparte a fuera de la iglesia tenían que ser buenas personas, cargaban con una responsabilidad invisible, pero la aceptaban alegremente porque eso los hacía formar parte de algo, aunque fuera lo más hipócrita que existiera. Para los humanos formar parte de algo es darles más importancia de la que se debería, es sumarle más puntos a algo que ya tienes ganado, pero para los ángeles cargar con la responsabilidad de cuidar personas es también cargar con depender de ellos y dejar a un lado tu existir, por eso existen ángeles como él o como yo que decidimos hacer daño por el simple hecho de justificar nuestra misión en el mundo de los mortales, aunque formáramos parte, irónicamente, de el.
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un ángel entre sus pechos.
AléatoireSangre oriental y española. Un ángel con ganas de ser demonio. Un silencio entre gritos.