Maldito Judá, desapareciste y contigo te llevaste mi oportunidad de demostrarle al gran señor que soy capaz de hacer bien mi trabajo; cruzó la calle, molesta, porque después de desaparecer como un cobarde, vuelves, creyendo que tienes cierto poder en mi para desorganizar el sistema y aunque es cierto nadie te dio el puto derecho a recordarmelo constantemente.
En una ciudad gris, con personas grises y vidas miserables, cualquier cosa diferente es un punto de atracción y justo donde hace un momento Judá estaba parando, había un listón rojo y algo colgaba, intuía fuertemente que eso era para mi y no perdí tiempo, lo tome con un movimiento rápido y camine, puse mi capucha encima de mi cabello esponjado por la humedad del ambiente y busque un lugar seguro para leer lo que me esperaba ansioso en ese trozo de papel. Entre a un callejón solitario, sólo tenia la apestosa compañía de un vagabundo y muchas bolsas negras de basura y considere que era un buen cómplice para descubrir el siguiente paso; nerviosa desdoble el papel y descubrí sólo una dirección: Via Giuseppe Moscati 31; un hospital? una casa? a donde tendría que ir ahora? tal vez tendría que infiltrarme ilegalmente a un lugar para arrancar la vida de alguien con una ''muerte natural'' aunque el método que utilizo para este fin no tenga ni un gramo de naturalidad; aunque no conozco absolutamente nada de Italia, tenía que encontrar ese lugar lo más pronto posible porque mi pensamiento me atormenta continuamente con la estúpida idea de que tengo los minutos minuciosamente contados para hacer cada uno de los pasos, esto parece como un instructivo y si así fuera podríamos ponerle el grandioso nombre de: ¿Cómo encontrar a un cobarde? paso a paso, río para mis adentros, como si de verdad estuviera disfrutando de esto.
Camino despistada, pero teniendo todo totalmente en cuenta, miro de reojo a absolutamente todas las personas que pasan a mi lado, curiosamente no les tomo importancia, supongo que por mi subconsciente que esta demasiado ocupado buscando en los archivos de mi memoria una pista más que me ayude a encontrar a Judá o al lugar donde se supone debo encontrarlo. Mientras el camino se va volviendo más amplio al acercarme a la avenida, a mi derecha en el espejo de una tienda de autoservicio, veo el reflejo del gran señor, justo detrás de mi, instintivamente volteo y lo miro de frente y burlándose dice:-BU!- su maldita sonrisa macabra quedo plasmada en mi cabeza en cuanto me desmaye, de un segundo a otro fui aire; desperté aturdida, en una sala, parecida a la del santuario y frente a mi estaba el gran señor con ese puro que parece nunca acabarse, puede que sea uno diferente cada vez que nos encontramos, pero es tan exactamente igual al anterior que es difícil descifrarlo; me mira risueño, se perfectamente que esta burlándose de mi y de lo ingenua que soy, al estar aquí en medio de quien sabe donde, tratando de buscar al imbécil mal agradecido de Judá y como es de costumbre mis pensamientos no son tan míos y el gran señor, los lee sin ningún tipo de remordimiento por violar mi privacidad:-Todos sabemos que es imbécil, pero después de todo no debe ser un problema, porque bueno, estas aquí, buscándolo.-dijo tranquilo y después fumo, soltó el humo con elegancia y continuo:-Te voy a llevar a la dirección que te dejo, odio sus estúpidos juegos de principiantes.-Dijo refunfuñando, es sorprende lo rápido que puede cambiar de humor, se paro, como si estuviera dando fin a la charla y antes de irnos, dijo:- Y una cosa más- soltando el humo que nunca se acaba de ese puro.- Haz tu maldito trabajo.- Y me desmaye de nuevo y estaba vez no fui aire, me convertí en humo, humo de puro, específicamente.
XXXXX
Desperté. En la sala de espera, había una ajetreo constante, pasaban muchas personas con sus batas blancas y el aroma del aire era de desinfectante y el típico aroma característico de muerte que hay en un hospital, caí en cuenta de que estoy en uno; me levanto de golpe y nadie, absolutamente nadie, nota que estoy aquí, nunca he entendido que pasa con esta gente y su desinterés por la vida de las personas externas a sus pacientes en fase terminal; camino al pasillo y lo veo, Judá de nuevo, enfrente de una ventana, observando a algo dentro de la habitación, me muevo rápido, debo estar cerca antes de que se de cuenta de que lo encontré y logré huir, mis pasos son desesperados y cuando llego a su lado, ni siquiera se inmuta, parece petrificado y su mirada fija en la ventana, cuando guió mi vista ahí, tratando de averiguar que esta pasando, me encuentro con una escena especialmente devastadora; madre e hija, madre en espera de un resultado que confirmara el hecho de que tiene cáncer y su hija llorando, porque si, en cuanto se lo digan sabrán que ya no hay nada por hacer y morirá, pensé en mi y en mi madre y lo poco de alma humana que me queda, se estremeció, en realidad es tarde para mi labor, pero aun se que debo hacerlo y entonces mientras pienso en que momento sería el indicado, Judá interrumpe mi silencio:- Hazlo y tráela contigo.-Y desapareció. Traerla a donde? Ahora voy a necesitar una compañera para buscarte? Dos personas buscando al mismo estúpido ser? A veces creo que no hay un límite para su egoísmo; me tomo un segundo, entre justo detrás del doctor con el preciado sobre de malas noticias, espere paciente a que lo leyeran, hablaran de las mínimas opciones que había y que se retirara fingiendo pena por la desdicha de esta pequeña familia y acabe con ella; no dolió ni un poquito, sólo se durmió y minutos después ''naturalmente, por culpa del cáncer, murió'' y a ella la hice entrar en un trance ocasional y como si fuera un pequeño trozo de papel desechable, la tome y salte por la ventana.
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un ángel entre sus pechos.
De TodoSangre oriental y española. Un ángel con ganas de ser demonio. Un silencio entre gritos.