En la caminata, mientras la cuidad cambiaba apareció a la lejanía una iglesia. Una iglesia gótica; mientras más nos acercábamos me di cuenta de los detalles; su fachada estaba gastada por el tiempo, una enredadera subía por sus muros de piedra, parecía que había sido abandonada y los años y las inclemencias del tiempo no habían ayudado para que luciera bonita o al menos que luciera como si fuera casa del Santísimo.
La energía que se sentía en ese lugar era pesada, era como si pudieras sentirla en el aire, me comenzaba a dar miedo, no sabía que hacía aquí. Me mantenía cerca de él, sentía que podía brindarme un poco de protección. Cuando más cerca estuvimos, comencé a ver más personas como él, con gabardinas negras caminando por los costados de la iglesia, parecía como si todos estuvieran en su pequeña burbuja, ni siquiera notaron que habíamos llegado.
Cuando estuvimos en la puerta del santuario, un escalofrío me recorrió la espalda, aquí era donde había estado antes, en mi iniciación. Él notó mi reacción y rió; no entendía que era gracioso, posiblemente estaba a punto de morir y él simplemente disfrutaba ver mi sufrimiento, espera, ese es su placer, ver como las personas sufren e indirectamente yo estaba siendo su víctima. Pero no es agradable, puedo ver como se satisface y llena su oscura alma de falsa felicidad con algo que es todo lo contrario a ese sentimiento.
Tocó a la puerta, fue algo extraño e inesperado, en cualquier iglesia, simplemente empujas la puerta y entras, pero no fue así. Se escucharon pasos adentro y alguien alto, demasiado alto para ser verdad abrió la puerta, con voz bastante grave, dijó:
-Te ha estado esperando, piensa que no lo has logrado-Dice, bastante inexpresivo.
-No deberías dudar de mi, porque lo he logrado-Dijo y hizo una seña hacía mi con la cabeza y el gran hombre volteo a verme.
-Estará muy orgulloso de ti, Judá- dijo el gran hombre.
-Gracias, hablando de él ¿dónde está?-preguntó, Judá. Lindo nombre para alguien como él.
-En el gran salón-Dijo y se quito de la puerta para dejarnos pasar. Caminamos por la iglesia y me impresiono lo detallado de su arquitectura, había gran cantidad de esculturas barroco en sus paredes, parecía que todo había sido hecho exactamente para que estuviera en esos muros. Miraba todo como si fuera algo del otro mundo; Judá iba delante de mi, sabía que había logrado algo importante, tal vez me traía aquí como si fuera un trofeo más en un repisa o un adolescente más que formaba parte de la secta. Llegamos al gran salón, era un sala amplia, con bancas, como si fuera una iglesia privada para eventos exclusivos, pero estaban acomodadas en circulo y en medio de aquel circulo había una mesa y otro hombre alto con gabardina.
Judá se detuvo de repente y me susurro en voz muy baja:
-No hagas ruido, nos ha estado esperando y puede que este molesto- dijo.
-Esta bien- contesté. Puedo morir justo en este instante por el miedo que siento, tal vez es el ángel que me toco en el bosque, o tal vez es el jefe en esta secta, pero no entendía porque Judá me había traído aquí.
-Escucho su respiración, no deberían dejarme esperando más tiempo- Dijo aquel hombre con una voz fuerte.
-Lo siento, mi señor, tuve unas complicaciones en encontrarla, perdón-Dijo Judá, paso de ser un hombre fuerte y autoritario a ser un simple sirviente. Nos acercamos lentamente hacía aquella mesa.
-No te disculpes Judá, sabes que odio eso, deberías acercarla, quiero verla-Dijo aquel hombre.
-Claro, mi señor-Contestó. Y me empujo hasta que llegamos frente aquel hombre, estaba fumando puro, lo dejó en el cenicero y alzó la mirada; había muy mala iluminación pero no fue necesaria más luz para ver esos ojos color verde jade.
-Me sorprende que hayas podido encontrarla- dijo, sonriendo sarcásticamente hacía mi.
-Sus deseos son ordene, mi señor-Contestó Judá.
-Siéntate, Zoe, no tengas miedo-Dijo, con el mismo tono de voz que uso Judá al mencionar que soy inteligente, odiaba ese tono de voz. Me senté en la silla que estaba frente a él, y Judá tomo el asiento de un lado. Necesitaba que alguien me diera una explicación detallada del porque estaba sentada en esa mesa y enfrente de mi estaba sentado, tal vez el mismísimo demonio.
-Percibo el miedo, te recomiendo que te tranquilices, sólo es una pequeña reunión-Dijo aquel hombre hablando al aire pero sabía que se refería a mi. Judá, me miraba de reojo y aunque no sintiera totalmente su mirada sabía que estaba nervioso y sentía la presión de impresionar al gran señor.
-Debemos empezar con algo necesario; la explicación de porque estas aquí, puedo escuchar tus pensamientos y no dejan de gritarme que quieres saber que te haremos, afortunadamente, no te haremos nada... aún-Dijo, con una calma que te llenaba de miedo. Con el mismo tono de voz, continuo:
-Judá te lo dijo; somos angelos cadutos mandados por alguien para dar maldad y dolor a este mundo de los mortales y necesitamos más personas en esta hermosa familia- río, ampliamente- ¿hermosa familia? somos todo lo contrario, pero eso debió calmarte un poco, a ninguna de las otras personas que hemos tocado han venido aquí,pero tú sí, porque eres especial-dejo de hablar, tomo su puro y dio un jalón; parecía que de su personas desbordaba elegancia, aunque su mirada desbordara soberbia, odio... dolor.
-Eres especial porque desde el momento en que fuiste tocada, mostraste fortaleza, no te detuviste a pesar de que esas marcas emanaban dolor por todo tu cuerpo, eso es casi imposible de conseguir, pero tú lo tienes, entonces necesito aprovecharlo-Dijo, con un toque de tecnicismo en cada una de sus palabras, continuo:- Antes de decirte que haré contigo, le contestaré a tu pensamiento que no me ha dejado tranquilo; elegimos jóvenes de tu edad, porque son demasiado fáciles de moldear a nuestro modo, podemos darles ordenes y por miedo, las seguirán; un adulto no lo haría porque prefiere morir antes de seguir ordenes de alguien que puede ser él, no entiendo su forma tan idiota de pensar-Dijo, volvió a tomar su puro y lo fumo.
Estoy tan abrumada y confundida, contesto a mi pregunta y ni siquiera tuve que decirla al aire, es una gran desventaja que pueda escuchar mis pensamientos ahora no podre pensar con total libertad; dijo que soy especial, tal vez ahora no vayan a matarme.
-Ahora sí, te diré que haré contigo. Necesito que te encargues de acabar con la vida de alguien para prevenirlo del dolor pero harás que su familia sufra su partida. Te daré el don de mirar a esa persona por dentro, podrás mirar más adelante su futuro y acabaras con su sufrimiento aunque aún no haya empezado, serás misericordiosa pero a la vez serás ángel maldito de sangre oscura-Dijo, el tono en que lo hizo, provoco un escalofrió en mi espalda.
De la nada apareció otra persona con gabardina, era un chica. Traía un vaso de cristal con agua simple, lo dejó en la mesa y el gran hombre me miró y sin decir una sola palabra me obligo a tomarlo. Lo tome y dude en hacerlo, pero tenía razón, los jóvenes seguiríamos ordenes por miedo a morir, lo acerque a mi boca y lentamente deje que el líquido entrará a mi ser; cuando llegó a la garganta comenzó a quemar, como si estuviera carcomiéndose mi ser por dentro, solté el vaso y grite, mi grito dolorido resonó por todo el salón y ellos simplemente sonrieron. Cuando mi sufrimiento termino, Judá se acerco y me susurró al oído:
-Ha sido gratificante tu bautizo, eres bendecida con agua maldita.
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un ángel entre sus pechos.
De TodoSangre oriental y española. Un ángel con ganas de ser demonio. Un silencio entre gritos.