Después de no matar el anciano, muchísimas personas se han cruzado en mi camino intencionalmente, sé que Judá los manda con la intención de yo acabe con su vida; pero me cuesta demasiado, siempre me imagino el dolor de su familia, es mi trabajo causarlo pero aun no encuentro el placer que se supone debo sentir cuando alguien sufre. Había momentos en donde dudaba si yo era lo suficientemente fuerte para soportar esto.
Últimamente pasaba todo el tiempo fuera de casa, incluso llego a ser casi extraño que llegará a dormir, me gusta quedarme sola en las calles, esperando ver a Judá o al mismísimo señor haciendo el trabajo que a mi me costaba realizar, muchas veces, veía bajar personas del cielo, pisar la tierra y desaparecer; me dejo de dar miedo ese tipo de cosas, formaba parte de ellos sólo que yo no subía al cielo, era un guardia terrenal, me gusta darle un nombre a lo que se supone que hago, que ciertamente no sé si sea un trabajo.
Mi mamá varias veces trato de hablar conmigo sobre mi comportamiento o el porque no llegaba a casa y mi contestación era siempre ''No tengo tiempo'', se que ella no tenia la culpa de nada de todo lo que estaba pasando en mi pero la verdad es que dudo que lo entendiera si se lo explicaba.
Mi padre no habla conmigo, simplemente trata de esquivar mi mirada, no sé porque desde hace tiempo ya no me toma en cuenta para nada, tal vez estaba decepcionado de mi o tal vez simplemente le falle.
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Es media noche y estoy sentada en la banqueta fuera de mi casa, todo el vecindario esta durmiendo, cosa que debería hacer yo, pero no puedo, siento la necesidad de estar aquí, tal vez vendrá Judá o llegará mi misión 1.1 que ahora si tendré que cumplir. La soledad que se sentía a esa hora de la noche dejo de darme miedo, en cualquier otro momento pude haber corrido pero sentía que la oscuridad me hacía sentir más en casa, podría ser yo en la oscuridad de la noche.
Hacía frío y de la nada, apareció Judá con su gabardina y sus botas, llegando tan campante para descomponer la soledad que disfrutaba. Se sentó a mi lado y sin autorización comenzó a hablarme:
-Creí que yo era el único que disfrutaba de la noche y la soledad-Dijo muy tranquilo, no sé parecía a su tono de voz habitual.
-Ya te diste cuenta que no, ¿Cómo sabias que estaba aquí?-pregunte.
-Eres bastante predecible, entonces no fue difícil encontrar tu ubicación exacta-Dijo. Parecía que siempre se burlaba de mi, como si yo fuera una total estúpida.
-Ah-Contesté, odiaba sentirme inferior.
-Que cortante eres, no me importa realmente, pero pasa algo?-Contesto y clavo su mirada en mi.
-Si no te importa, para que preguntas?-Conteste un poco molesta.
-Tranquila, sólo me preocupo por mis reclutas-Contesto.
-Simplemente soy una más de tu ejercito, porque debería preocuparte-Dije, estoy cansada de esta estúpida conversación.
-Entonces, no me lo digas y ya, esperaba darte un trato especial porque eres la más pequeña de mi ejercito, pero olvídalo, no lo mereces-Dijo fríamente, se levanto de la banqueta y con una mirada de superioridad, se fue. Me dejó de nuevo sola pero me sentía aun más miserable, aun más estúpida que al principio.
Me quedé toda la noche, esperando el amanecer, nunca me llego el sueño, nunca llego la necesidad de volver a la cama, tal vez era un efecto colateral de ser un ángel caído, era un efecto colateral de no tener alma o de tenerla pero estar maldita.
Cuando los primeros rayos del sol aparecieron, sentía la necesidad de caminar, de ver la vida miserable que tenía una persona y del cargo que yo tenía al poder acabar con ella. Camine hacía el colegio, aun no había nadie, era muy temprano, pero me senté a esperar, sabía que no estaba completamente sola, siempre estaba el velador, encargado de cuidar la escuela, su turno terminaba en cualquier momento y sentía una conexión con su persona, él sería tal vez mi primera misión.
Cuando salio, lo seguí de cerca, dudo que se haya dado cuenta, su nivel de atención era demasiado pobre, pase a su lado, tratando de pasar desapercibida y lo toqué, fue suficiente para desatar un huracán de emociones e imágenes, le quedaban un par de días, necesitaba acabar con su vida, porque ya estaba sufriendo.
Me arme de valor y le golpee el cuello, él anciano era tan indefenso que callo al suelo al instante, y ya no se levantó, corrí, me sentía la peor persona del mundo. Me escondí en un lugar cercano y vi como llegaban las primeras personas y llegaban a ayudarlo; lloré, me sentía terrible, no merecía morir así. Judá apareció y me toco el hombro, como seña de orgullo, lo único que quería decirle era que se jodiera, que no me sentía bien por haberlo hecho.
Le quite su mano de mi hombro y me fui; llegue a mi casa y lloré, lloré como nunca antes lo había hecho,me deshice en lágrimas, rogué a cualquier poder mayor que yo que lo cuidará y que por favor no lo matará, que estaba arrepentida. Estaba en mi depresión total y llegó Judá, al maldito bastardo no le interesaba en lo más mínimo como me sintiera pero tenía el poder de aparecer para simplemente arruinar todo.
-Cálmate, fue una manera rápida de acabar con esto-Dijo, se sentó en mi cama, como si fuera superior y se sintiera con el poder de hacer lo que quisiera.
-Cállate, ni siquiera sabes como me siento, no tienes el derecho de opinar-Contesté muy grosera.
-Oye no me contestes así, no tengo la culpa de que sigas siendo sensible- contestó.
-Púdrete en el infierno-Dije.
-Cariño, te recuerdo que es mi hogar, entonces puedes mandarme millones de veces y siempre regresaré, porque disfruto hacer tu vida miserable- dijo y de nuevo se fue; siempre desaparecía después de una frase que me dejaba callada. Lo maldije y le grite maldiciones a todo pulmón pero no cambio nada, había muerto alguien y seguía siendo yo la razón de todo esto.
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un ángel entre sus pechos.
RastgeleSangre oriental y española. Un ángel con ganas de ser demonio. Un silencio entre gritos.