Ocho Horas.

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-¿Y cuál es tu sueño?

-¿Eh?

-Supongo que la chica más alegre y loca del planeta tierra tiene por lo menos un sueño. ¿Puedo saber cuál es?

Milagros rueda los ojos ante mi notable sarcasmo y apoya su cabeza sobre su cama mientras suelta un enorme bostezo y se acomoda mejor en el piso.

-Mi sueño es poder cantar ante un público en el teatro.

-¿Y por qué no lo hacés? Cantas genial, no creo que se te dificulte ir a una audición y ser elegida.

-Tengo pánico escénico.

-Tenía que ser- me río con ironía y me tumbo en el piso.

-¿No me vas a dar ningún consejo?

-¿Me ves cara de psicólogo?

-Te veo cara de gigante gruñón, pero aún así tengo la esperanza de que tu cerebro y tu corazón puedan sincronizarse unos pocos minutos para darme unas palabras de ánimo que tal vez me quiten el pánico escénico.

-El miedo se va enfrentando tus temores.

-¿Me estás diciendo gallina?- me mira con fiereza y sólo durante un instante percibo su enfado.

-No.

-¿Entonces?

-Te estoy diciendo que tenés que plantarte en un escenario rodeado de público y por más nerviosa que estés y por más que sientas que todo va a salir mal, tenés que cantar con tu corazón y dejarte llevar. Tenés que dejarte llevar por la melodía, cerrar los ojos y pensar que todo está bien y cantar como nunca lo has hecho en toda tu vida, Milagros Blue. Nosotros decidimos cuándo empiezan y terminan las cosas. Creo que vos tenés que decidir cuándo va a acabar tu miedo y cuando hayas tomado la decisión de que todo tiene que acabar, vas a tener que enfrentar tus temores-cuando termino de hablar, los dos nos quedamos en silencio; yo mirando el techo pintado de rosa y Milagros supongo que pensando.

-Ayer me ofrecieron cantar en la obra navideña que se va a estrenar hoy...

-¿En el teatro estabas cantando la canción de la obra?

-Si- susurra- tengo tiempo hasta las doce para tomar una decisión.

-¿Y qué vas a hacer?

-Voy a cantar- me responde decidida y luego me mira- pero sólo si vos estás entre el público.

-¿Es enserio?- la observo con una ceja levantada y ella asiente con la cabeza efusivamente- sabés que odio toda esa basura navideña.

-Sin embargo, me dijiste que te gustaba cómo cantaba. Irías a verme a mí, no a la basura navideña. Por favor, Steven- gatea hasta quedarse enfrente de mí y me mira fijamente hasta que accedo- ¡Gracias!- chilla y me envuelve en un fuerte abrazo que me corta la respiración- sabía que tu corazón y tu cerebro tenían sus momentos.

-¿Y cómo estabas tan segura de eso?- pregunto riendo a la vez que le devuelvo el abrazo.

-Porque todavía te reís. Todavía tenés esa chispita de luz dentro de vos.

-Si vos decís...- observo con detenimiento sus hermosos ojos verde esmeralda y suspiro con pesadez mientras miro la hora- me tengo que ir a comprar un pavo.

-¿Querés que te acompañe?

-No. Quiero que descanses, que aceptes la propuesta de la obra sobre esa basura navideña y que me deslumbres hoy a la noche con tu canto.    

Veinticuatro HorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora