-Gracias- Besé su mejilla- No sé qué haría sin ti.
-Vamos a comer- Me tomó de la mano.
Sin pronunciar nada lo seguí hasta una mesa vacía con seis bandejas.
-Tenemos más comida para nosotros- Intentó subirme el ánimo.
-Ya no tengo hambre- Me senté a su lado.
-Vamos- Me cogió por los hombros- Sabes que pronto todo volverá a ser como antes.
-No, no lo sé.
-Yo si así que tienes que confiar en mí- Se echó una papa a la boca- ¿Cofias en mí o no?- Trató de meterme una papa a la boca.
-No me metas la comida a la boca- Reí.
-Entonces come.
-Ok- Abrí una hamburguesa- Si confió en ti.
-Ves, todo va a estar bi…
-Pero no confió en que ellos confíen en mí- Le di una mordida a la apetitosa hamburguesa.
-Créeme que lo harán.
-¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?
-Hay cosas que solo los mejores amigos saben- Cerró un ojo en mi dirección.
Me límite a tan solo comer, no estaba de ánimos si quiera para ser optimista.
-¿Quieres venir mi casa?- Le pregunté mientras caminábamos por la vereda.
-Claro- Sonrió- Últimamente no hemos tenido nada de tiempo para nosotros- Pasó su brazo por mis hombros- ¿Cómo esta Pía?
-Bien- Metí mis manos en los bolsillos del pantalón.
-No estés así.
-Lo siento- Me es inevitable- Sabes- Me detuve… pensándolo mejor quiero estar sola.
-Pero…
-Por favor, necesito dormir- Le rogué.
-Con una condición.
-¿Cuál?
-Que me dejes dejarte por lo menos en la puerta de tu casa.
-Como quieras- Encogí mis hombros.
-Lo tomaré como un sí- Me abrazo por detrás.
-Hueles a frituras.
-Tú también- Me soltó.
-Tengo hambre- Se sobó el estómago.
-¿Hambre? Te comiste tres bandejas llenas de comida.
-Y una cajita feliz- Alzó un dedo.
-Verdad… Eres un cerdo- Le pegué en el brazo- Adiós- Besé su mejilla.
-¿Segura que no quieres que me quede?- Abrió la puerta de mi casa.
-No, estoy bien- Fingí una sonrisa- Adiós- Cerré la puerta rápidamente.
De inmediato apoyé mi espalda contra la puerta en tanto de a poco comenzaba a desmoronarme hacia el piso.
-¿Estás bien?- Preguntó Pía.
-Yo… Emm… Sí- Me paré disimulando las lágrimas.
Subí corriendo las escaleras para acto seguido encerrarme en mi cuarto. Me lancé a la cama y sin culpa solté toda esa agua retenida. No sé ni cómo ni a qué hora pero de un momento a otro todo se tornó negro y oscuro.
-Hermosa- Un susurró me sacó de aquel trance- No te asustes, soy yo- Me giré y hallé sus brillosos ojos.
-¿Qué haces aquí?- Sentí sus manos acariciar mi cintura.
-Pensé que necesitabas hablar.
-No sé si eso es lo que necesito.
-¿Qué necesitas?
-No lo sé- Me senté en la cama.
-¿Puedo besarte?- Acarició mi rostro.
-¿Qué?
-¿Me dejarías besarte aunque sea una vez más?- Se mordió el labio.
-¿Por qué dices una vez más?- Apoyé mi mano en su pierna.
-Sé que al final de todo esto acabaras decidiéndote por alguien… y estoy seguro que ese alguien jamás seré yo.
-¿Por qué piensas así?
-No ves todo lo que ha pasado- Deslizó la mano por su rostro.
-Todo te termina llevando a una persona que no soy precisamente yo- Hizo una mueca.
-Te quiero- Lo abracé.
-¿Y a él?- Me soltó.
-También lo quiero.
-¿Cómo puedes querer a dos personas al mismo tiempo?
-No lo sé. ¿A ti jamás te ha pasado alguna vez?
-No- Negó-Yo solo te he querido a ti.
¿Qué puedo decir? En algún momento las palabras finalmente terminan siendo tardas e innecesarias.
-¿No me vas a decir nada?
-No, nada que tú no sepas.
-¿Qué se supone que es lo que yo sé?
-Qué te quiero y nunca jamás podría dejarte ir- Puse mi mano en su pecho- No hasta que mi corazón deje de latir por ti…
Sus labios se acoplaron a los míos. Me sentó sobre sus piernas sin detener en ningún
momento el beso. Sus manos pasaron de mis hombros a mi cintura en tanto yo pasaba un dedo por su cuello.
-Dime que no vas a parar.
-No a menos que tú lo quieras- Sonreí.
-Eso no es lo que yo quiero.
Su lengua indecisa rozó mi cuello, al rato se acompañó de sus cálidos labios.
-Sé que te encanta que lo haga- Mordió mi cuello.
-Sí- Cerré los ojos- Me encanta.
-¿Y sabes que más te encantará?
-¿Qué?
-Ya verás- Sonrió malicioso.
Sin pena deslizó el chaleco por mis hombros y sacó mi polera.
-Tú tan solo déjate llevar- Me recostó en la cama con sumo cuidado.
Se dejó caer sobre mí con los codos apoyados a mis costados en tanto miraba ansioso
mi cuello. Sus besos fueron bajando… Pasaron por medio de mis pechos y se situaron en mi estómago.
-¿Te gusta?- Subió levemente su vista.
-Sí- Cerré los ojos al sentir un mordico por debajo del ombligo- Me encanta- Susurré.
-¿Enserio te gusta?- Preguntó una voz que definitivamente no era la de Harry.
-Mi’erda- Murmuré al ver a Liam entrando por la ventana.
-Y yo que venía a verte- Me puse velozmente la polera.
-Liam…
-No- Negó con la cabeza- No puedo- Se llevó las manos a la cara.
-¿Qué no puedes?- Me puse de pie.
-Te importaría dejarnos solos- Le dijo aHarry.
-¿Eso quieres?- Me miró.
-Sí- Suspiré.
-Cualquier cosa llámame- Salió por la puerta.
-¿Qué quieres hablar?
-No quiero hablar.
Me tomó por la cintura y me hizo retroceder hasta quedar tumbada en la cama.
-¿Qué quieres?- Pregunté al sentir como él se me echaba encima.
-Placer…- Susurró metiendo sus manos por debajo de mi polera.