─────Ana─────
Estaba consciente de que solo era un mal sueño. Una pesadilla, un poco distorsionada de mis malos recuerdos, que eran muchos. Y aunque estaba consciente de que era una pesadilla, se sintió tan real que desperté temblando.
"Anda, fúmala, y ve a vender"
Eso me decía aquel hombre de ojos azules, amenazandome a mi y a Edward...
Se desvanecieron mis recuerdos para ahora llevarme a algo que era puro producto de mi imaginación. Esto no eran recuerdos, sino a lo que yo le tenía miedo.
Estaba él en mi casa, la casa que compartía con Edward. Entraba y tiraba todo, mis muebles, rompía mis cosas y mis fotos, mis escasos recuerdos bonitos... Y para terminar de arruinar todo lo bueno en mi vida, comenzaba a llevarse a Edward, que se revolvía y luchaba por resistirse, pero Donovan lo golpeaba con brusquedad. De nuevo pase de esa escena que era puro producto de mi imaginación, a pasar ahora a mis verdaderos recuerdos. Esos recuerdos en los que yo me escondía en una esquina de Donovan y de Carmen, temerosa de que me pegaran para obligarme a salir a vender... ¿Por qué solo me pegaban a mi y a mi mejor amigo? ¿Por qué nosotros? ¿Por qué no solo nos matan cuando nos resistimos a obedecer?
Pero en mi pesadilla no me lo ponían fácil... porque otra vez con esos cambios anormales de realidad, regresaba una vez más a esas escenas producto de mi imaginación, en las que Donovan se comenzaba a llevar a Edward y ahora intentaba llevarme a mí de nuevo, a ese infierno que era la casa hogar. Eche a correr cuanto podía, corría y corría hacia la puerta desesperada, pero entre más corría más me alejaba de la puerta y a medida que lo hacía, todo iba desvaneciéndose, hasta que todo se transformó y me encontré de pronto en la calle.
Reconocí enseguida ese lugar. Era la calle en la que Edward y yo vendíamos. A mí me tocaba en la secundaria y el vendía en la preparatoria que estaba unas cuantas cuadras más adelante.
En mi sueño me senté en la acera, con los codos apoyados en las rodillas y las manos en mi cabeza. Me quede mirando un charco que estaba justo debajo de mis pies y me mire en el reflejo. Mis ojos estaban rojos, la pupila dilatada y se me notaban las ojeras: estaba drogada. El charco de pronto cambio mi reflejo y me mostro una cama de hospital que reconocí, era la cama de mi madre, que se encontraba en coma cuando yo tenía 12 años. La imagen duro segundos y después sentí que me hundía y comenzaba a caer en un hoyo muy profundo, hasta quedarme atrapada. Mire hacia arriba y vi como Donovan se asomaba y tapaba aquel hoyo dejándome en la oscuridad. Empecé a gritar pidiendo ayuda, gritándole a Edward, pero estaba sola.
Deperte llene de desesperación, sudando y ahogando un grito. Ya había pasado un mes viviendo aquí y todavía las pesadilla seguían presentes, atormentandome.
Agradecí que fuera Lunes y Abigail no estuviera en el cuarto, porque casi me pongo a llorar de puro miedo, estaba pálida y tiritando.
Justo en esos momentos quería que Edward estuviera ahí y me abrazara como cuando tenía esos malos recuerdos. Pero Edward ya no estaba... se había ido...o se lo habían llevado.
Salí de la habitación ya más calmada y baje por un vaso de agua. Ahí estaba Andres y Chris. Agradecí como nunca estar ahí y no estar sola en esa casa sin Edward.
Jamás contaría eso a ninguno de ellos, porque no quería que supieran mi pasado, lo que me obligaron a hacer, y a vender. Y si lo sabían intentaría demandar a esa casa hogar, pero yo no tenía pruebas y sin Ed menos, podía dar mi testimonio, pero él podía negarlo. La realidad es que yo no tenía como comprobar lo que él nos hacía, sin el embargo, el SI podía comprobar que yo vendía drogas. Estaba jodida y por eso mejor escapar de él que intentar enfrentarlo.
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La herencia de los Robertson
Teen FictionLa vida puede ser algo curiosa. Dicen las personas que nunca dejas de conocer a tu familia, y nadie se lo había tomado tan literal como los Robertson, que un día sus vidas dan un giro inesperado para finalmente unirlos a todos en una sola pieza. Aho...