Capítulo 27

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Despues de literalmente oir a la madre de Marian gritarle a su hija durante diez minutos, y luego posteriormente presenciar la pelea matrimonial mas incomoda del mundo, finalmente nos pasamos Marian y yo nuestros numeros a escondidas.

— Escribime ¿vale? Prometo siempre responder siempre los Whats —me guiña un ojo

—¿Y me prometes que esta vez no me meteras en problemas? —pregunto sarcastico, pero pese a todo sonrio, porque Marian me agrada.

—Lo lamento... jeje —me sonrie avergonzada

—Esta bien... Trata de cuidarte a ti misma ¿he? Y por favor, por favor, trata de no meterte a ti y a otras personas en problemas —le sonrio y tambien le guiño un ojo —Nos vemos Mari.

Finalmente Chris y yo nos marchamos de la casa de Marian, después de que mi hermano mayor se aventara un discurso con la madre de Marian, acerca de lo mucho que debe prestarle atencion y como puede estarle afectando a su hija su nuevo matrimonio. Fue un buen discurso, algo motivante, pero toda la magia se fue a la mierda en cuanto nos quedamos solos y comenzamos a caminar de regreso a la cabaña.

Literalmente recorrimos todo el camino en un silencio incómodo y al mismo tiempo elocuente. Chris se limitó a solo caminar delante y de vez en cuando mirar que yo fuera tras de él, mientras que yo le seguía con la cabeza gacha, caminando lento, como si pudiese aplazar la madre de todos los castigos que me esperaba al llegar a la cabaña.

Honestamente no quería caminar a lado de Chris, así que agradecí no me obligará a estar a un lado de él, no me sentía capaz de mirarlo a la cara y evitaba cuidadosamente mirarlo a los ojos...

Trate de pensar en otra cosa que no fueran los azotes que me esperaban al llegar, pero era difícil concentrarme en otra cosa y pensar en lo guapa que es Marian tampoco me valia de mucho, en primer lugar porque pensar en ella me recuerda que estoy en problemas y en segundo lugar porque no se si realmente vivimos cerca o lejos, y tal vez no la vuelva a ver... así que sin tener muchas opciones, respire profundo aire y me dedique a observar todo a mi alrededor.

La noche se sentía fresca y agradable, el sonido de las hojas moviéndose por el viento era relajante de escuchar, acompañados de algunos pájaros haciendo ruido. Mire el cielo nocturno encontrandolo despejado lleno de estrellas, iluminando la noche acompañado de unos cuantos faroles con una luz amarilla tenue que le daba cierta calidez al lugar.

Pero a pesar del hermoso paisaje que me rodeaba, seguía nervioso. No podía evitar mirar la espalda de Chris caminando delante de mí, y sentirme pequeño frente a él. Todo eso me hizo reflexionar y llegar a la conclusión de lo joven que en realidad soy. Y me duele un poco en el orgullo, porque me hace recordar que sigo siendo un mocoso, que me jacto de ser el maduro entre mis hermanos, pero en realidad no somos tan diferentes... Para Chris, sigo siendo un niño inconsciente.

Tras unos minutos que se me hacen eternos, al fin estamos llegando a la puerta de la cabaña. Escucho un suspiro proviniente de Chris y lo veo apretar un poco sus puños, quedándose de pie delante de la entrada. Inevitablemente me encojo sobre mi mismo y mi mirada vuelve a dirigirse al suelo, siento pronto mis mejillas calentarse.

— Lo... lo siento... — digo apenas en un susurro.

— ¿Qué es lo que sientes exactamente? — se gira a verme, pero sigo con mis ojos en el suelo — ¿Sientes las multas? ¿La abolladura? — su tono de voz es frío y me intimida — ¿Haber puesto tu vida en peligro? ¿Que lamentas exactamente?

Siento mis ojos humedecerse... y quiero hablar pero la voz no me sale, un nudo en mi garganta bloquea el paso.

— Tan siquiera puedes mirarme a los ojos, Ethan — me reclama Chris enfadado.

La herencia de los RobertsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora