I N E V I T A B L E CAPITULO: O53.

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Amaneció horas más tarde, desperté y tras darme una refrescante ducha salí rumbo a LAX, para partir hacia Sacramento, donde visitaría a Holly y la traería un par de días a Los Ángeles.
Hice una llamada a casa de Ally para recordarle que Holly y yo pasaríamos a buscarla para almorzar luego del mediodía y luego de desearme suerte en mi corto pero emprendido viaje abordé al avión que me llevaría a Holly.
Leí unas cuantas revistas, tome un whisky doble e intente sacar por un momento de mi mente que en pocas horas tendría de nuevo a esa niña que me endulzaba el alma, pero abrumaba tanto volver a ver. Y debo admitir que no me sirvió de nada, cuando quise volver en sí me encontraba parado frente a la reja de aquel Colegio observando como padres salían con sus pequeños de la mano o en vehículo, aunque en todos coincidía aquella felicidad de poder verse de nuevo.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, y una voz interna invito a mi mente a recordar el pasado una vez más.
-"No llores, pequeño Joseph, seguro que tus padres tuvieron reuniones muy importantes este fin de semana, a veces el trabajo te quita mucho tiempo, pero seguro te llamaran en el correr de estos días... Deben estar ansiando venir a verte.- me consoló una de las tantas Nanas del instituto -
Yo solo tenía 6 años.

-Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo? - una mujer vestida de blanco con un delantal rojo con el logo del colegio me atendió en la puerta -
-Sí, buenos días... vengo a recoger a mi... a mi hija. Kathleen Jonas - recordé en un instante que debían ser llamados por su primer nombre debido a que si decía Holly no sería valido -
-Kathleen... Kathleen - buscaba en la larga lista - Jonas, aquí esta, firme por aquí, por favor y podrá pasar a retirarla.
-Con gusto, muchas gracias.

Muchos niños corrían en varias direcciones, el pabellón de los 3 primeros años de primaria me esperaban, niños de entre 6 a 8 años aventurándose a increíbles aventuras imaginaras, cómo no recordarlo.
Una empleada del lugar me guió hacia la habitación donde Holly dormía y donde con suerte podría encontrarla.
Al abrir la puerta un grupo de 5 niñas jugaban a las muñecas intercambiando palabras de etiqueta mientras levantaban delicadamente una taza falsa de té y reian por sus actos, sonreí al observar como todas saludaron de repente, pero ella no estaba allí, no entre todas aquellas pequeñas.
La ultima cama daba directo a la ventana con una bella vista hacia un parque verde, con un par de fuentes que aspiraban la sabiduría, una vista calma y pacifica que era observada por mi niña, sola, sentada delicadamente sobre las sabanas y escribiendo en su libro rosa, aquel que le había comprado en nuestro viaje a New Jersey.
Camine hacia ella y me pare tras la cama, metí las manos en mis bolsillos y suspiré.
-Hola compañera - saludé calmado -
Al preciso momento de escuchar mi voz Holly volteó con una velocidad increíble y al descubrir quién era dio un salto y se aferro a mi cuello con fuerza como si estuviera rogando sin palabras que no la dejara de nuevo.
-¿Cómo estas princesa? - besé su rostro y la cubrí con mis brazos -
-te extrañe muchísimo, Joe - fue lo único que me dijo sin apartarse de mi -

-No me has dicho nada en varios minutos - comenté una vez en el taxi directo al aeropuerto -
-Solo quería que vinieras por mi hoy - sonrió con algo de pena -
-Pero...
-no, no hay pero - aseguró - solo quiero ir a casa...

-Y allí nos dirigimos. -le sonreí - prometo que será un fin de semana divertido, lo aprovecharemos los dos al máximo, ¿de acuerdo?
-de acuerdo - se animó -
-y ¿sabes qué? Estuve averiguando y pensé que podría comenzar a armar el cuarto que deseas, con los colores que quieras, la decoración, no el simple cuarto de huéspedes.
-¿como yo quiera? - la idea parecía gustarle -
-como quieras, lo veremos luego, ¿bien? - Ella asintió encantada - tendremos con que entretenernos un poco - le sonreí pasando un brazo por detrás de sus hombros y acercándola a mi -

Los Angeles nos dio una cálida bienvenida, Sacramento estaba nublado, como una típica y fría tarde de otoño, sin embargo california despedía radiantes rayos de sol, cosa que a Holly le agradó notoriamente y ahí aprendí algo más de ella, Estación favorita: Verano.
-Hogar dulce hogar - dejé el pequeño bolso rosa sobre uno de los sillones y observe como ella se acercaba hacia la televisión y se disponía a verla -
-Allá no te dejan mirar tele, ¿sabías? - me comento seria, mirando fijamente a la pantalla -
-Debí siquiera imaginarlo - lugares estrictos - supongo que podemos ver algo de televisión ahora - me senté a su lado - pero cuéntame cómo te ha ido, no me has dicho nada.
-Bien - contestó bajo y sereno -
-¿Las niñas que jugaban a las muñecas, como se llaman? Parecían divertirse - la animé -

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