2. Sola.

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-Ya tengo que irme amiga, mis padres están por llegar.- le dice Mónica a Alondra. Se levanta de la cama.

-De acuerdo, y ya sabes, no debes decirle a nadie sobre esto.- le advierte Alondra.

-Lo prometo amiguis.- Mónica le sonríe ampliamente y agudiza su voz mientras mueve sus manos. Alondra ríe por el gesto de su amiga.

-¡Estás loca!- le dice Alondra. -Te acompaño a la puerta.

Cuando Mónica se va, Alondra va de nuevo a su cuarto. Cuando entra, cierra con seguro la puerta y observa todo su alrededor.

Un cuarto muy grande con tres de las paredes pintadas en un suave color lavanda y una pared púrpura con un estampado de estrellas en dorado. Esta pared queda justo detrás de su enorme cama con las sábanas y almohadas de colores violetas, púrpuras y blancas. Tiene todo lo que una joven de diecisiete años pudiera querer. Un closet amplio repleto de ropa de marca y cientos de zapatos finos y caros. Una enorme cantidad de accesorios valiosos y únicos. Todo lo último en tecnología y todo lo que ella deseara, pero justo en ese momento, la única cosa que quería, era un abrazo y sentirse querida.

Recostó su espalda sobre la puerta y se dejó caer lentamente. Sentada en el suelo, se abrazó sobre sus rodillas y lloraba en silencio, las lágrimas caían por sus mejillas, pero ella era silenciosa. Tuvo que aprender a llorar callada desde pequeña.

-¿Qué voy hacer?- se preguntaba ella. Levantó la vista unos segundos para buscar su celular, ella recordó que lo dejó sobre su cama y fue a cogerlo. Bloquea y desbloquea la pantalla del celular una y otra vez mientras piensa qué hacer.

-Tengo que decírselo, después de todo...él es el padre.- pensó Alondra.

Se armó de valor y le escribió a Diego.

Alondra: Diego, ¿cómo estás?

Diego: Muy bien mi princesa. Justo pensaba en ti.

Alondra: Qué bueno, porque también pensaba en ti y hay algo de lo que tenemos que hablar.

Diego: ¿Y qué será eso tan importante qué mi novia querrá decirme?- Alondra duda por unos instantes y observa el mensaje de Diego en su pantalla.

Alondra: Es que no es algo que se pueda decir por mensaje.

Diego: Muy bien preciosa, tú dime dónde y cuando quieres que nos veamos.- Duda ella de nuevo y piensa en una respuesta.

Alondra: En la cafetería que está cerca del colegio, la de doña Adela. Después de clases.

Diego: ¿Estás segura de qué puedes ir ahí?

Alondra: Sí, ¿por qué no podría?

Diego: Sólo pregunto, dices que debes mostrar una buena imagen y todo.

Alondra: Lo sé, pero por la situación, es mejor que no nos reconozcan.

Diego: De acuerdo bebé, te veré mañana.- Bebé, tuvo que usar esa palabra, pensaba ella.

Esa noche Alondra no podía dormir tranquila, daba vueltas en su cama y el sueño no se hacía presente.

 A eso de las diez de la noche, se escucha el ruido del auto de sus padres estacionándose en el frente de la mansión. Minutos después, se escucha los tacones de la señora Aguilar por el pasillo, se abre la puerta de la habitación de Alondra e ingresa lentamente.

 Se acerca a la cama de Alondra y la joven se cubre más con la cobija, no se siente en condiciones de hablar con ella en este momento.

-Buenas noches, Alondra.- la señora se sienta al lado de su hija y la acaricia gentilmente.

-Buenas noches, mamá.- responde Alondra mientras baja un poco la cobija de su rostro. Su madre la observa y le sonríe. Alondra la ve y distingue su sonrisa a pesar de la poca luz que entra a la habitación. La culpa aparece y los ojos de la chica se empiezan a humedecer.

-¿Por qué lloras?- se preocupa la madre.

-No es nada mamá, tuve un mal sueño, es todo.- se limpia las lágrimas de sus ojos y fuerza una sonrisa que parezca sincera.

-Mi niña, sólo fue un mal sueño, no es real.- vuelve a poner esa dulce sonrisa y Alondra siente como un nudo se le atraviesa en la garganta. –Ya debes dormir.

-Quería…- la idea de decirle toda la verdad a su madre le cruza por la mente a Alondra en ese momento, pero algo la detiene y se inventa cualquier excusa. –Sólo quiero un vaso de leche y una galleta.- la madre de Alondra le sonríe y se levanta de la cama. .-Entonces ve a la cocina y le dices a Clara que te lo sirva.- Clara es la empleada de la casa que se encarga de la cocina.

-Tranquila ma, no voy a molestar a Clara a estas horas sólo por eso, yo me lo sirvo.- Alondra y su madre salen del cuarto y mientras la madre se va su recamara, Alondra se va a la cocina y se sirve un vaso de leche y unas galletas de mantequilla. Su mente le muestra imagen tras imagen de cómo sería un hijo suyo y de lo que harían sus padres si se enteran. Sin más por hacer, Alondra vuelve a cepillar sus dientes y se va a la cama.

* * * * * * *

Terminadas las clases, Alondra se va a la cafetería donde se citó con Diego, su novio.

-Hola preciosa, ¿cómo te fue en el colegio? ¿algo qué contar en el reclusorio femenino?- bromeó Diego. Alondra asistía a un colegio de sólo mujeres.

-No, nada.- toman asiento y son atendidos por una mesera.

-¿Qué te ocurre? ¿Por qué tan nerviosa?- le pregunta Diego cuando nota la forma en que Alondra enreda y desenreda sus dedos.

-Mira Diego, te voy a ser directa y contártelo todo.- Diego pone atención a cada palabra y espera a que Alondra le diga todo. -Diego yo...- exhala y prosigue. -Estoy embarazada.

-¿¿¡QUÉ!??- dice Diego por todo lo alto.

-¡Shhh! Estoy embarazada.- le susurra Alondra.

-Se suponía que te estabas cuidando, ¿cómo rayos paso esto?- el joven empieza a alterarse.

-No lo sé, no lo sé...- empieza a sollozar la chica.

Diego se queda en silencio y Alondra sólo llora en silencio.

-Ya veremos qué hacer, sólo...dame un par de días para digerir todo esto. ¿De acuerdo?- Diego la observa y Alondra sólo asiente.

3 Días Después

-¿Por qué no me llamas?- se preguntaba Alondra mientras daba vueltas por la habitación.

Le escribe y le llama una y otra vez, pero nada, es el mismo resultado, nadie contesta.

-Un intento más.- Alondra toma su celular y marca de nuevo. Uno, dos, tres tonos y al cuarto.

-Sí, diga.- La voz de una mujer tona por sorpresa a Alondra.

-Con Diego Vidal, por favor.- pide la chica.

-¿De parte?

-De Alondra Aguilar, la novia de Diego.

-Ahh, señorita Aguilar,  soy Fátima, la empleada en la casa de los Vidal.- Alondra  la recordó de inmediato de las pocas veces que había visitado la casa.

-Sí, ya me acordé. ¿Esta Diego, Fátima?

-Él no está aquí.

-¿Cómo qué no?

-¿No lo sabe?

-¿Saber qué?

-El joven Diego no esta, él está fuera del país desde ayer. Viajó a Irlanda en la mañana.- Alondra queda impactada de lo que acaba de escuchar, las lágrimas empiezan a correr por sus mejillas y cuelga.

Se deja caer al suelo y se queda viendo al vacío con el celular en su mano y las lágrimas cayendo sobre sus rodillas. La persona que creía que la apoyaría, la ha dejado sola con su problema y sin opciones.

-¿Por qué? ¿Por qué me dejaste?- se decía Alondra. 

Papá por Encargo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora