29. Mis Padres.

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-Tú no puedes irte así, nada más. ¿Por qué estás molesta?

-Cínico, todavía me lo preguntas. Sólo alguien nefasto como tú me pediría que sedujera a su yerno.- le decía Rebecca sin titubear a Víctor. Estaban discutiendo a puerta cerrada en la oficina de ella.

- ¿Eso te dijo? ¿Te dijo qué es mi yerno?- quería jugar al indignado y sorprendido.

-No juegues a qué no lo sabías.- le exige ella.

- ¡Claro qué no! Mi hija es muy joven para casarse y más con un chico de su clase.- fingía.

-Me ofendes, Víctor. No soy ninguna estúpida y eso de que es mentira no lo voy a creer, yo misma me di cuenta, pude oír de su voz que realmente es la mujer de Esteban.- el hombre quedó en silencio ante tal declaración. Se dio cuenta que ya de nada serviría seguir fingiendo.

-Tengo mis motivos para…

-Motivos que no me interesan la verdad, lo único que me interesa es que me des el dinero de mis acciones.

-Sabes que no puedo.

-No, por supuesto que no, quedarías en la ruina, pero no me importa. Volverás a surgir como lo has hecho hasta ahora, con la ayuda de tu hermano.- al hombre le irritaba que le mencionaran a su hermano.

- ¿Y tú qué piensas hacer sin mí?- trataba de intimidar, pero ella río sin hacer caso a la supuesta amenaza.

-Querido, como tú, yo tengo muchos. Soy una mujer fuerte y no necesito a ningún sinvergüenza a mi lado si me ve como una simple muñeca para jugar y luego echar a la basura cuando se aburre, eso ya no me la hacen de nuevo y mucho menos tú. Como te dije, tengo a otros incluso más poderosos que tú.

-Pero ellos no pueden darte lo que yo.

-No, me dan más y con una simple llamada puedo hacer que destruyan tu carrera. Tú fuiste el más fácil de engatusar, basto mi cara bonita y cuerpo esbelto para que me dieras casi la mitad de tu empresa.- alardeaba ella.

-Sí me dejas, te vas arrepentir. – amenazaba el hombre con su orgullo herido.

-El que se va arrepentir sino me da mi dinero y me deja ir, será otro.

-Veré qué puedo hacer.- se resignaba el hombre.

-Bien, te doy  setenta y dos horas para que lo arregles, una hora de atraso y te enviaré a mis abogados.- la mujer tomo su caja con sus cosas, agarro su bolso y sus lentes para salir por la puerta de su oficina, no sin antes lanzarle un beso a Víctor. - ¡Qué tengas un lindo día, “amorcito”!

* * * * * * *

A la mañana siguiente Esteban y Alondra saldrían juntos, habían recibido una llamada de la madre del joven en la que les pedía que fueran a verles, llevaban mucho tiempo sin ver a su hijo y querían conocer un poco mejor a la mujer que compartía la vida con él.

El día anterior había un poco difícil y Alondra  quería animarlo un poco, así que ya se había alistado desde bien temprano para no tener ningún retraso, últimamente se tardaba un poco más buscando que ponerse dado que la ropa que solía usar ya no le quedaba tan bien, aunque apenas tuviera pocos meses de embarazo, el vientre ya crecía rápido.

-Podemos ir a buscarte algo de ropa maternal después de ver a mis padres.- sugirió Esteban a Alondra mientras iban en el auto.

-Es que ya nada me queda…- se quejaba ella. –Me veo toda gorda.

-Nada de eso, te ves hermosa, siempre te ves hermosa.- Esteban le sonreía mientras llevaba una de sus manos al vientre de la joven y ella le sonreía de vuelta.

Papá por Encargo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora