38. ¡Tú puedes!

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(7) 38. ¡Tú puedes!

Había pasado ya una hora desde que Alondra rompió fuente y ya Esteban la había instalado en una de las habitaciones, tenía todo listo y preparado, pero aun así había mucha angustia en el aire.

Estaba lloviendo fuertemente afuera y la señal telefónica era pésima, Armando llevaba mucho rato tratando de contactar al hotel o alguna ambulancia, pero no podía y tampoco podían sacar a Alondra del lugar porque no tenían auto, Marco y Mónica se habían llevado el único que había y no regresaban todavía.

Finalmente, el celular de Armando, murió a falta de carga en la batería y la maleta con los cargadores seguía en el auto. Armando seguía dando vueltas en la sala por puro nerviosismo, mientras tanto, Esteban y Alondra seguían en la habitación, la luz amenazaba con irse en cualquier momento y Alondra estaba muy asustada y más por que las contracciones ya habían comenzado y poco a poco se hacían más frecuentes, más fuertes y con mayor duración, sin duda el parto empezaría pronto, mucho antes de que alguien pudiera llegar.

―Respira por la nariz y exhala por la boca, yo sé que tú puedes mi amor. – Esteban le indicaba a Alondra la forma apropiada para respirar en un tono dulce y empático para que Alondra no se pusiera peor.

― ¿Y sí no puedo? Tengo miedo, Esteban. – Alondra no se imaginaba así el parto de su hijo, había un plan, pero al parecer no se iba a poder.

―Tranquila, preciosa. No eres la primera mujer que da a luz fuera de un hospital, verás que lo harás muy bien, confía en ti misma y en mí cuando te digo que te ayudaré. – Esteban daba ánimo a Alondra mientras ella tenía una nueva contracción. ― Va a pasar, ya va a pasar.

― Ok, ok, yo puedo, yo puedo. – se alentaba a sí misma.

― ¿Estás cómoda así, necesitas agua o algo? – el joven preguntaba y Alondra negaba con la cabeza.

― Estoy bien, sólo quiero que acabe pronto, duele ¿podrías…ya sabes, ver sí hay señales del bebé? – Esteban entendía perfectamente, él siendo un muchacho casi siempre preparado había leído al menos una página en línea de cómo atender un parto de emergencia fuera del hospital, pero al decir verdad, le costaba un poco mantener la calma teniendo que vivir la situación, era diferente a lo que leyó, nadie le había dicho todas las emociones que recorrerían todo su ser. Esteban atendió la petición de Alondra y debía ver si ya había algún indicio de que el bebé llegaría pronto.

El joven dejo el lado de su esposa y fue a los pies de la gran cama que habían preparado para la situación, estaban solos en la habitación, Alondra lo prefirió así.

―Escúchame bien, hermosa, esto está por comenzar así que te pido que no dejes de escucharme.

―Ok, ok – Alondra exhalaba ligeramente angustiada. Ella empezaba a sentir más dolor con cada contracción y solo quería pujar.

― ¡Esteban, duele mucho!

―Lo sé, mi amor, lo sé, ya pasará. Cuando te diga puja, pujas, ¿entendido? – Alondra asintió y una nueva contracción iniciaba.
― ¿Ya? – preguntaba ella con el dolor en su voz. Con cada segundo se volvía más fuerte.

― Aun no…- cinco segundos después.  

― ¿YA? – preguntaba ella desesperada. Gotas de sudor descendían sobre su frente, se estaba agotando.

― ¡Ahora, puja, mi amor, con fuerza! – una vez que Esteban le indicaba a Alondra que pujara, ella empezaba a pujar con todas sus fuerzas tratando de ignorar el dolor y con la mente enfocada únicamente en una palabra en ese momento: «puja»

Papá por Encargo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora