11- Confusión.

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Es ya de mañana y los primeros rayos de luz solar empiezan a asomarse por la ventana del baño de la habitación.

Esteban empieza a sentir el calor del sol en su rostro y despierta poco a poco, al principio se siente desorientado y no lograba reconocer dónde se encontraba.

-¿Don...dónde estoy?- el cuerpo del chico está dolorido por la incómoda posición en la que pasó la noche. -Ya me acordé.- se dijo a sí mismo cuando golpeó su cabeza con el lavabo.

Sale de la bañera frotándose la cabeza, pero aprovecharía el estar allí. Antes de bañarse, salió del lugar y buscó algo de ropa de su maleta, regresó al baño y abrió la llave del agua. Sólo quería respirar un poco, relajarse, no había tenido oportunidad de estar un tiempo sólo y ese pequeño espacio que tenía mientras se bañaba era perfecto para reencontrar algo de calma.

Con el agua cubriendo su moldeado cuerpo lograba sentirse tranquilo, él jamás había sido un chico al que le gustara los problemas, las discusiones, siempre fue muy pacífico, pero últimamente estaba perdiendo los estribos fácilmente. El problema era ella, Alondra era la chica que lo hacía perder el control de sí mismo. Pero aunque quisiera justificar las acciones de la chica como algo normal, no le era posible.

-Sé que no soy ningún príncipe forrado en dinero, pero sé que no me merezco ser tratado así.- recordaba su casa, sus padres, todo había cambiado. De pronto el recuerdo y la sensación de aquel beso accidental con aquella jovencita de rostro de porcelana y lo frágil que lucía cuando le confesó todo aquella verdad le hizo sentir algo en su pecho, pero era confuso lo que estaba sintiendo. Algo de agua en la cabeza le ayudaría.

Después de varios minutos meditando y bañándose, era el momento de salir y tratar de recomponer un poco la situación del día de ayer.

Cuando se disponía a secarse, la puerta del baño se abre tomando por sorpresa a Esteban quién buscaba cubrirse sus atributos con un paño.

Alondra no veía por dónde iba e iba bostezando hasta oír la voz de Esteban.

-A...Alondra, no te oí des...despertarte...- Alondra voltea a ver y rápidamente desvía la mirada.

-¡No puede ser! ¡Lo siento, lo siento! No sabía que estabas aquí.- era una situación realmente incómoda, pero aunque no quería ver nada que no debiera, sus ojos jugaban en su contra y pudo ver aquel torso digno de un atleta y esos brazos de modelo. -Yo...yo, amm, me voy ahora.- la chica cierra de nuevo la puerta dejando a un avergonzado Esteban dentro del baño.

-Qué horror, qué vergüenza...- la chica se sentó en la cama tratando de pensar en otra cosa, pero le estaba siendo inútil. Esteban no le desagradaba y debía reconocer su atractivo, él chico no tenía motivos para avergonzarse luciendo así. -¡Ya basta Alondra, no pienses así! Él sólo es...un socio, un amigo, solo eso, aunque antes fuera tu profesor ahora es tu esposo-amigo, es todo.- se dijo a ella misma en susurro.

Pocos minutos después, Esteban sale del baño estando ya vestido y más calmado. Dirige su mirada a la chica y toma asiento junto a ella en la cama sin decirse nada.

-Lo siento, debí tocar antes.- comenta ella.

-Descuida, ya no importa.- Esteban busca la mirada de Alondra y cuando lo consigue, le dedica una de esas simpáticas sonrisas que solía mostrar antes de que todo esto pasará. Esa sonrisa que Esteban le dio, hizo que Alondra sintiera esa ternura y calidez que llevaba tanto sin sentir.

-Yo...lamento la forma en la que te hablé ayer.- habla Esteban. -No debí descargar mi enojo contigo.

-No Esteban, la que debe disculparse soy yo, tú haz portado como un caballero y yo sólo busco atacarte sin razón. Discúlpame por favor.
No me gusta cuando nos peleamos.

-Entonces evitemos hacerlo, no es nada sano en tu estado.- el chico le sonríe gentilmente de nuevo y le extiende la mano en gesto de acuerdo, pero ella en vez de estrechar su mano, abraza a Esteban sorpresivamente.

El joven no sabe bien cómo reaccionar ante ese gesto, no había estado tan cerca de ella antes y que lo abrazara así tan de pronto era nuevo para él.

-Discúlpame, yo...no sé por qué lo hice.- Alondra trata de apartarse, pero Esteban la detiene.

-No, no te disculpes, no me molestó.- él sonríe y le corresponde el abrazo.
Permanecen abrazados por unos cuantos segundos más, una sensación agradable y reconfortante los invade y sólo se quedan disfrutando de lo que sienten.

-Creo que podríamos ir a desayunar, hay una cafetería a unas calles de aquí.- sugiere Esteban.

-Me parece bien, deja que me bañe y me aliste para poder ir.

-Claro, yo espero.- la jovencita entra al baño luego de buscar su ropa y el chico queda de nuevo solo.

-¿Cómo estará mamá y papá?- se pregunta. Busca su celular y marca a su casa.

-Diga...

-Buenos días mamá.

-¿Esteban? ¿Eres tú mi niño?- se oye notoriamente emocionada.

-Por supuesto que sí mamá.

-Mi hijo, ¿cómo estás? ¿cómo te ha ido?

-Muy bien ma, estoy bien. No te preocupes. Quiero saber ¿cómo están tú y papá?

-Estamos bien mi niño, pero estamos pensando mucho en ti.

-No se preocupen, pero quiero saber, el señor Aguilar ¿ha vuelto a aparecerse por la casa?- la señora Cecilia hace silencio por unos instantes, pero luego responde.

-Bueno, en realidad sí volvió hace unos días y estaba bastante molesto, tú papá no quería que lo supieras, pero creo que es lo mejor que lo sepas.

-Dime mamá.

-De acuerdo, el señor Aguilar estaba bastante molesto contigo porque...porque aparentemente tú...

-¿Yo qué?- pregunta con preocupación Esteban.

-Es que ese hombre dice que tú...tú y esa niña, Alondra, ya...ya consumaron su matrimonio.- Un nudo se formó en el estómago del chico. -Le dije que eso no era posible, que tú no eras así, pero no nos creyó y dijo que fuiste tú quien se lo dijo. ¿Eso es verdad? ¿Tú y esa jovencita ya...tú sabes?

-Mamá, esa pregunta es sobre un tema más personal y no es sólo sobre mí que hablamos. Entiendeme, ¿sí?

-Lo sé hijo, lo sé. Pero no estaría bien, tú ya eres todo un hombre y esa muchachita aun no llega ni a los 18, mi amor.

-Ya sé eso ma, pero no creo conveniente seguir con ese tema mamá.

-Está bien mi niño, pero hablamos otro día, tú padre me está llamando, iré a ver qué necesita.

-De acuerdo mamá, hablamos luego. Enviale mis saludos.

Luego de despedirse de su madre, Esteban se queda pensativo en la cama esperando a que salga Alondra.

-¿Lista?- le pregunta el chico cuando ella sale del baño.

-Sí.- responde ella animadamente. -Tengo mucha hambre.

Papá por Encargo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora