39. Un nuevo hogar.

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Solo un par de cositas antes de que pasen al capítulo.
1-Gracias por todos los comentarios que tod@s uds se toman el tiempo de escribirme, de verdad son motivantes para avanzar, agradezco su tiempo y votos. ♡

2- Les recuerdo mi cuenta de Instagram: Paola_Lee198. ♥

3- Les invito con todo mi cariño a darle "me gusta" a mi página en Facebook. Es nueva, la cree apenas antier. La encuentran como: Paola Lee y tiene la misma foto de perfil de mi cuenta aquí.  ♡

4- Los quiero (·,~) ♡ y... ya casi acabamos (u.u) pero tranqis, sigo con más. ♥

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(6) 39. El nuevo hogar.

Más tarde en ese mismo jueves por la tarde, la señora Gabriela apareció con toda la emoción desbordando por sus poros, se veía menormente feliz y orgullosa. Armando la había llamado para informarle de la situación en cuanto tuvo oportunidad y ella había botado cualquier cosa que estuviera haciendo para acudir de inmediato al hospital. La señora Gabriela cargaba orgullosa a su nieto, el hijo de su única hija, se sentía dichosa, feliz. Revivir de nuevo esa sensación en sus brazos era como recordar el día en el que Alondra había nacido, no pudo sentirse conmovida por el recuerdo que ahora despertaba de una manera distinta, su hija era la que estaba en la camilla y ella con su nieto Steven en brazos. El bebito la observaba con sus preciosos ojos azules y se sonreía cada tanto, era un bebé muy despierto y risueño.

―Se parece tanto a ti, me recuerda el día en que naciste. Ese día también llovía horriblemente. También sentía mucho miedo, estaba sola, tu abuela, que en paz descanse, no llegaba todavía y tu padre… no llegó hasta el día siguiente. – era la primera vez en muchísimo tiempo en que la señora Gabriela hablaba del día del nacimiento de su hija, si bien era el día más feliz de su vida, no lo compartía abiertamente con Alondra por ese detalle, Víctor, el padre ausente en el nacimiento de su propia hija.

― ¿Papá, no estaba contigo? – preguntaba Alondra mientras recibía de nuevo a Steven en sus brazos, era hora de darle de comer. Gabriela, Alondra y Steven estaban solos en la habitación de hospital, Armando se había llevado a Esteban a una especie de sorpresa o algo así, Armando no había dado detalles.

―No, no estaba, de no ser por mi madre no sé qué hubiera hecho, incluso Clara, llego un par de horas después de que naciste, traía una mudadita rosada en su bolso como regalo, ella la había tejido con mucho cariño especialmente para ti.

―Yo… no tenía idea. – Alondra no pudo evitar sentir una leve punzada en su pecho al entender que su propio padre no había estado ahí, pero Clara sí. Clara, la empleada de la casa, siempre le había demostrado cariño aunque se la viviera ocupada con todos los quehaceres de aquella monstruosa mansión en la que vivían. Agradecía internamente el hecho de que su hijo sí haya nacido con un padre presente como Esteban, es más, un hombre que le dio la bienvenida al mundo, no como a ella. Pronto una lágrima rodaba por su mejilla.

―No mi niña, no llores, le caerá mal la leche a Steven, tu eres su mami. – le decía con dulzura la señora Gabriela a su hija. Alondra enlazó de nuevo su mente al momento y se limpió la lágrima con la mano que tenía sobre el cuerpito de su hijo mientras él seguía muy ocupado en su asunto, comer.

―Estoy feliz, me siento muy tranquila de que Esteban este a tu lado, ha demostrado ser un chico que vale oro y más.

―Lo es, es un hombre increíble. – admitía sin ninguna pena y con total orgullo en su voz. Aquel hombre maravilloso era su esposo, su compañero, su amante, su amigo, su todo y era especialmente de ella, únicamente de ella, cómo iba a no sentirse dichosa.

― ¿Y es por eso que mi nieto se llama Steven, verdad? – cuestionaba la señora Gabriela a sabiendas de la respuesta. Alondra asintió sonriente y su madre le besaba con ternura la frente a la vez que acariciaba con amor las rosadas mejillas de su nieto ya satisfecho.

Papá por Encargo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora