Soy Isabella Swan, creo que a pesar de todo soy una chica con suerte, no me falta nada. Mi padre tiene una empresa grande, no pasa mucho tiempo conmigo pero me da todo lo que necesito… a veces mucho más que eso.
Mamá murió cuando era muy pequeña y él trata de compensarme con muchas cosas.
Tengo 18 años. Dicen mis amigas que suelo ser caprichosa y un tanto vanidosa... por Dios ¿Quién no lo es a mi edad?
Pero lo que sí detesto es que me contradigan o que me nieguen algo, sólo mi padre tiene ese poder y jamás me ha defraudado cuando le he pedido cosas.
Aún no he conocido el amor verdadero, apenas hace un par de semanas terminé Jacob, era divertidísimo como amigo pero cuando nos hicimos novios no dejaba de montarme escenas de celos y cuando regresábamos de nuestras citas me besaba con demasiada pasión, parecía que quería comerme.
Hasta que un día me salió con esa estúpida pruebita de amor. Dijo que quería saber cuánto lo amaba. Me hubiera gustado hacerlo con él, pero no así. Yo no tenía que probarle nada sobre todo porque no lo consideraba indispensable en mi vida. Soy joven, tengo una vida por delante y no voy a caer en los chantajes de nadie.
Miré por la ventana, hoy había salido el sol, digno de verse en este pequeño pueblo, así que me desperté temprano y mientras me arreglaba para bajar a desayunar pensaba en que haría para no aburrirme.
—Señorita su desayuno está listo, ¿va a bajar o se lo subo?— preguntó Ángela mi mucama.
—No Ang, ahora bajo. ¿Has visto a mi papá?— pregunte
—Salió temprano para su oficina, no dijo a qué hora regresaba.
La historia de mi vida, papá es un hombre muy ocupado, ojalá el domingo pueda pasarlo conmigo.
Después de tomar mi jugo y todas las cosas ricas que Ángela siempre me tenía, salí a la terraza a asolearme un poco, era tan pálida que ni viviendo en una playa me broncearía.
De pronto en el jardín vi la figura de un hombre bien formado, joven y alto, no le veía el rostro porque estaba de perfil pero tenía un trasero y unos bíceps que para que les cuento.
— ¿Ángela, quien es ese joven que está en junto a las rosas?— pregunté.
—Es el nuevo jardinero señorita—
—Nuevo jardinero… nada mal— murmuré.
— ¿Dijo algo señorita?— Ángela se acercó intrigada.
—No… no dije nada.
Creo que sólo para salir de dudas y ver si su rostro es igual de impactante que su cuerpo iré a dar un paseo a los rosales.
No esperaba encontrar el jardín tan bien hoy y mi ropa era algo casual, nada que un retoque no mejore.
Me desabroché dos botones de mi blusa, elevé unos centímetros mi falda y ya estaba lista para conocer al hombre que abonaba mi jardín. Literalmente hablando claro.
No quería ser vulgar e ir directamente a presentarme, ni que me estuviera muriendo por conocerlo, simplemente caminé mirando y oliendo las flores, desde niña era uno de mis pasatiempos favoritos, prefería las rosas en sus plantas a un verlas en un florero.
Sabía que el joven estaba cerca, así que usé el reflejo de las ventanas de la casa para fijarme si él me miraba, creo que me sonrojé un poco al darme cuenta que miraba mis piernas y mi trasero ¿o sería que miraba el césped?
—Buenos días señorita— escuché una voz suave y masculina que me hizo estremecer.
—Hola… eres el nuevo jardinero ¿cierto?
—Sí, mi nombre es Edward y estoy a sus órdenes señorita— hizo una leve reverencia, vaya que sabía hacer sentir bien a una chica.
—Un gusto Edward y no me digas señorita, suena tan… anticuado, soy Bella, bueno mi nombre es Isabella pero me gusta que me digan Bella— le sonreí sólo para que él me devolviera la sonrisa y vaya que recibí recompensa. Era la sonrisa más sexy del mundo.
—Como usted diga— respondió, yo solté una carcajada ¿acaso me iba a decir Bella pero a tratarme de usted?
— ¡No! Sólo Bella, puedes tutearme, ni que fuera la reina de Francia— volví a reír, entonces inesperadamente él soltó una carcajada tímida, me pareció más guapo aún si eso era posible.
— ¿Qué es tan divertido?— pregunté.
—Que en Francia no hay reina— dijo aún riendo, ahora entendía se estaba riendo pero de mí.
Tonta Bella, no me di cuenta se suponía que debía decir "la reina de Inglaterra" pero me confundí, entonces empecé a sonrojarme, caray, me pasaba siempre que me abochornaba, ahora he quedado como una idiota, seguramente pensará que soy una niña consentida y bruta… no era esa la impresión que quería darle, es más vine aquí con la intención de parecer una mujer fatal.
—Disculpa, lo siento— dijo al verme algo ofendida.
—No tienes porque— dije entre dientes, solo hay una oportunidad para causar una primera impresión y yo la había cagado, adiós mi pose de mujer liberal, de chica desinhibida. ¡Qué lástima!.
Me preguntaba cómo es que alguien tan guapo trabajaba de jardinero si es obvio que si se dedicaba a "otras cosas" se haría millonario.
Ojos verdes, cabello broncíneo y cuerpo perfecto… si trabajara de gigoló yo pagaría sin reclamar y seguramente tendría que hacer cola. Por dios, como es que llegué a imaginármelo de gigoló semidesnudo.
— ¿Bella?— su voz me sorprendió y regresé de mis locas fantasías.
— ¿Si?— dije algo asustada.
—Debo ir a podar el jardín de atrás— se veía que quería seguir conversando o eso parecía.
—Ah bueno, ¿te puedo acompañar?— pregunté.
—Es tu casa, puedes hacer lo que quieras— sonrió. Otra vez la burra al trigo. ¿Es que mi cerebro no funcionaba bien hoy o era el tipazo que tenía delante?
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El Jardinero - Terminado-
FanfictionEL JARDINERO (Mayores de 18 años, contenido sexual explícito) Todos los personajes le perteneces a S. Meyer, sólo la trama es original. QUEDA PROHIBIDA TODA COPIA SIN PERMISO DE LA AUTORA Introducción: Un nuevo jardinero pondrá de cabeza el mundo e...