TE AMO TANTO

5.4K 169 6
                                    

El bus salió pronto, sentí un gran alivio, respiré profundamente para calmarme. El doctor había dicho que los sobresaltos le hacían daño al bebé.

Hacía tanto frío, tal vez debía pedirle al chofer que pusiera la calefacción. Caso temblaba.

Estaba a punto de levantarme de mi asiento cuando de la nada un auto plateado pasó a nuestro lado y empezó a maniobrar contra el autobús. Tal vez era un asalto, o una persecución.

Nos movimos bruscamente y pronto fuimos perdiendo velocidad. El autobus se detuvo por completo, ya estaba de pie para preguntar qué pasaba.

Miré hacia delante, el mismo auto plateado estacionado en medio de la carretera impidiéndonos avanzar. ¿Qué rayos?

—¿Sucede algo?— pregunté cerca del conductor.

—Algún loco. Voy a llamar a la policía, tranquila señorita, siéntese— me indicó.

Estaba tan nerviosa que apenas pude sentarme en un asiento cercano, el autobús no iba lleno. Rezaba porque no fueran ladrones, esos tipos asaltantes de carreteras de los que hablaban las noticias. O peor, secuestradores.

Escuché abrirse la puerta y recargué mi peso en el asiento, me dolía un poco la cintura, debía ser el peso extra, ya había subido casi 4 kilos, creo que es demasiado para los escasos 4 meses que tengo de embarazo pero siempre tengo hambre y hoy no había almorzado bien, ni cenado todavía. Mi estómago gruñía y el viaje sería largo.

Ojalá el autobús se detuviera más adelante en algún restaurante o en un macdonalls… no, apenas tenía para una hamburguesa barata.

Escuché gritos fuera, alguien aporreaba la puerta. Me levanté nuevamente pero no podía ver nada, los demás pasajeros me tapaban la ventana que daba a la gresca.

La puerta se abrió y alguien subió al autobús. Los gritos cesaron, esperaba que todo se haya arreglado y continuar con el viaje.

—¡Bella!— casi grito del susto. Era la voz de Edward. —¡Bella!— escuché que avanzaba, me agazapé en el asiento vacío.

Mi corazón latía muy aprisa y sujeté mi pancita para calmar a mi bebé que debía estar igual de asustado que yo. Me había encontrado. Esa Tanya le dijo.

—Bella… amor— escuché muy cerca de mí. Me atreví a levantar la vista. Era mi Edward, era él. Estaba diferente. Bien vestido pero con unas ojeras muy notorias. –Ven conmigo— me ofreció sus brazos.

¿Había venido por mí? No, debía ser que Tanya le contó de mi embarazo, sólo debía estar interesado en su hijo. De todas formas tenía derecho a él. Yo no podía impedírselo. ¿Y si quería quitármelo?

Le di una de mis manos con temor. No quería mirarlo porque empezaría a llorar, ya llevaba horas tratando de contener el llanto. Me levanté lentamente hasta ponerme de pie, él me ayudó con suavidad. Pasó una mano por mi espalda tratando de abrazarme. Me alejé, no quería que notara mi pancita.

—¿Porqué huyes de mi? Perdóname amor, perdóname por favor— decía mientras me abrazaba y besaba mis cabellos. Sonreí un poco mientras mi me acurrucaba en su pecho.

—¡Joven tengo un horario que seguir!— escuché reclamar al conductor del autobús.

—Sí, gracias por su comprensión, ya nos bajamos— dijo él, siempre educado con todo mundo.

Me tomó de la mano y suavemente me hizo descender. Afuera hacía mucho frío, ya había oscurecido y no tenía idea de donde estaba.

Edward me acomodó en aquel automóvil. Se subió con rapidez al asiento del conductor y salimos de allí muy rápido. Yo todavía no había dicho ni una palabra, todo había pasado de prisa pero empezaba a sentirme extrañamente feliz.

El Jardinero - Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora