NO ES SÓLO LUJURIA

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Regresé a casa antes de oscurecer, apenas dejé el auto sentí una presencia. Me giré asustada, creo que iba a cargar con ese trauma el resto de mi vida.

—Bella— era Edward, el idiota jardinero que me veía la iba a saber quien es Isabella Swan.

— ¿Qué haces aquí?— dije pasando a su lado sin detenerme.

—Te extraño, no te he visto en días— se puso frente a mí.

—He estado muy ocupada con personas importantes— no le iba a demostrar que me afectaba en lo más mínimo su relación o lo que sea que tenga con la cocinera, yo estaba muy por encima de eso.

—Entiendo. De todas formas quería verte— su sonrisa me desarmó un poco.

—Ya me viste. Permiso— pasé a su lado conteniendo el aliento. Si sentía su aroma tal vez me den ganas de volver a estar con él.

Sentí su mano en mi vientre, evitándome seguir.

—Mi amor…— me estrechó con fuerza, atrayéndome hacia su pecho. Lo empujé sin pensar ni dejar que su tonto romanticismo fingido me haga flaquear.

—Oye que te pasa nos pueden ver— le dije molesta. Estúpido igualado.

—Te extraño demasiado— rozó con sus dedos mi mano sin atreverse a tomármela.

— ¿Por eso sales con Jessica?— fingí una sonrisa, no me quedó muy bien pero oscurecía y no había modo que se diera cuenta.

— ¿Salir? Oh bueno… fue algo…

— ¿Fue algo que? Mira Edward, a mí no me importa tu vida, ni con quien salgas o con quienes te revuelques.

— ¿Qué estás diciendo? Yo no salgo con nadie que no sea contigo y no hago eso que dices.

—Edward, hazte a un lado— lo empujé.

—Pero… está bien, acepté salir a tomar un café con Jessica porque me dijo que sabía cosas de ti. Estaba desesperado, no te apareces por el jardín, no te veo. Me estaba volviendo loco.

— ¿Cosas de mí?— según recordaba ella no sabía que me habían atacado.

—Resultó ser algo un tanto desagradable y no le creí nada. No creo eso de ti— susurró.

—No estoy para chismes Edward—

—Bella, escúchame…— pero no quise oír nada. Me era suficiente saber que había salido con esa.

—No tengo tiempo Edward. Apártate— pasé como si fuera una reina y él un bicho. Era lo que merecía. Tomar un café con la cocinera para que le cuente chismes de mi. Tonto huérfano.

Llegué a mi habitación, me di un baño y me cambie para dormir. Estaba punto de secarme el cabello cuando escuché ruidos raros. Antes que reaccionara tenía a Edward muy cerca.

— ¿Qué diablos haces aquí?— casi grité.

—No sé porque no quieres hablar conmigo— nunca lo había visto así de desesperado.

—Porque andas saliendo con la cocinera… así que te largas de una vez porque ya no te quiero dándome vueltas— traté de empujarlo.

—Perdóname Bella...— no debía flaquear con él. Debía echarlo de una vez.

—¿Sabes que Edward? Ya me cansé de ti. Vete quieres. Déjame dormir— le señalé la ventana por donde había entrado.

— ¿Qué te pasó en la frente?— rayos, como tenía el cabello en la toalla se veía seguramente mi marca.

El Jardinero - Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora