MI MEJOR CUMPLEAÑOS

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Los días pasaron tan rápido que apenas pude ver a Edward algunas tardes en que me escapaba para seducirlo. A veces sólo llegaba, buscaba entre sus pantalones y subía mi pequeña faldita debajo de la cual no había nada. Me encantaban esos encuentros locos y llenos de pasión. Y él, cada vez lo hacía mejor, pero siempre usando los benditos preservativos. Estaba aprendiendo a complacerme, sabía que lugares tocar y la forma correcta de hacerme perder la cabeza.

-Esta noche duermo aquí- le dije una tarde después de un encuentro candente.

-¿En serio? Pero mañana es tu cumpleaños- dijo feliz.

-Me gustaría amanecer contigo ¿No quieres?

-Claro que si amor- otra vez me levantó la faldita.

-Edward, todavía tengo que terminar con la decoración de la casa, hay alguien trabajando en eso y debe echarme de menos- le reproché. No es que no quisiera sólo que el decorador gay que conseguí cobraba demasiado para mi gusto y por hora.

-Está bien te espero esta noche- me dio un húmedo beso en el cuello y casi mando al diablo mi fiesta pero me repuse y pude regresar a casa.

Para cuando llegué el maldito medio hombre ya se había ido. Dejó dicho con Ángela que buscara un servicio de mozos porque él no ofrecía uno. Tonto siliconeado ¿De dónde iba a sacar mozos? Ya pensaría en algo.

Batallé el resto de la tarde con algunas agencias pero en ninguna tenían personal de servicio disponible, decían que eso se debe pedir con anticipación.

Me lleva el diablo. Tendría que pedirles a algunos empleados de la casa que me ayuden. Pero de entre todos sólo Ángela sabía servir medianamente bien y la cocinera porque las de limpieza eran viejas. Creo que sólo contaba con mi mucama y con esa Jessica. Bueno para las 15 invitados tal vea sea suficiente.

-Estas preocupada. ¿Qué te molesta?- el jardinero lector de mentes con cuerpo sexy siempre sabía cómo me sentía.

-Me siento perdida, jamás en mi vida organicé nada. Esa reunión me está costando algunos disgustos, quisiera tan sólo encerrarme contigo aquí o ir a ese parque de diversiones y olvidarme de mis demás amigos pero ya los invité.

-¿Tu amiga Alice sigue disgustada contigo?- besó mis cabellos.

-Sí. Me dejó con todo a medio hacer. Y no encuentro mozos para mañana- lo besé esperando respuesta pero él sólo miraba su reloj. Uno muy viejo y destartalado por cierto. –Edward…- estaba empezando a molestarme.

-Shhh faltan unos segundos- se quedó quieto mientras sentía que el sueño se apoderaba de mí. Y todavía tenía ganas. –Ya es hora. Feliz cumpleaños- una pequeña alarma se activó. Debía ser ya la media noche. Él estaba esperando para ser el primero en saludarme. Me dio un fuerte abrazo y me miró dudoso.

– ¿Puedes aceptar esta bagatela de mi parte?- se llevó la mano al cuello donde colgaba una medalla. La había visto desde la primera vez que lo hicimos pero nunca me interesó mucho.

-No. Edward, eso es…- traté de disuadirlo parecía importante para él porque la miraba con cariño.

-Sé que es viejo pero quiero que lleves contigo algo que he tenido siempre- me conmovió lo que dijo, no me opuse más y me recogí el cabello en señal que podía ponérmela.

-No tienes que usarla, puedes llevarla en tu bolsillo o tu cartera- dijo titubeando

-Quiero usarla- me la abrochó. Cuando la tuve puesta la examiné.

-¿Es una virgen?- pregunté mirando el gastado relieve.

-Es San Marcos, eso me dijo el padre Eleazar- la giré para verla por detrás, había un grabado muy antiguo que casi se borraba "Edward" decía.

El Jardinero - Terminado-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora