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—Soldado. Espero que lo que tenga que decir esta mujer sea importante — hablo un señor viendo al joven solado que me había traído — Y por cierto soy el consejero Real del Rey — hablo, esta vez viéndome de arriba abajo antes de darse la vuelta.

Segundos después entro Caspian por la puerta por la cual había entrado. Las trompetas anunciaba que el Rey había entrado. Las puertas fueron cerradas como si el aire las hubiera azotado.

Logre observar a Caspian un segundo, antes de que me diera la espalda. Ha envejecido un poco, su cabello ahora es decorado por algunas canas, su barba bien arreglada. Sigue siendo delgado, su vestimenta me llamo la atención, jamás creí que Caspian estaría usado esa clase de ropa. Capa larga con diamantes, su corona brillando en su cabeza. Lo único que no me gusto fue ver a Caspian cansado, parecía que casi arrastraba sus pies al caminar. Detrás de él muchas personas lo siguen.

Desde que entro Caspian, no ha dejado de estar firmando papeles y papeles que le entregaba su consejero. Hasta qué término de firma, el mismo consejero se acercó a su oído y susurro algo, que hizo que Caspian se girara rápido a verme.

—¡Lucy! — grito Caspian mi nombre, y todo el ruido en esa habitación paro.

—Han pasado unos cuantos años, Rey Caspian — hice una reverencia con mi rostro.

Caspian sonrió como nunca y corrió hacia mí, me abrazo con tanta fuerza que pude sentir como el aire desaparecía de mis pulmones.

—Lucy... me alegra tanto verte — susurro en mi oído Caspian.

—Igualmente — respondí.

—¿Por qué estás esposada? — pregunto viendo fijamente mis manos.

—Ah, esto, la verdad desconozco. Aunque en mi defensa dire que jamás volveré hacer bromas sobre matarte, porque al parecer lo toman muy en serio.

—¿Tú eres la mujer loca, que amenazo mi vida? — pregunto Caspian.

—Sí, soy la mujer, pero loca — negué con la cabeza — Eso parece exagerado.

Caspian rio un momento antes de hablar — Quitarle las esposas.

—Su Majestad... — hablo el soldado que me había sujetado.

—Ha escuchado la orden Capitán — hablo Caspian.

—Sí, Su Majestad — hablo el solado haciendo una reverencia ante Caspian.

Las esposas, cayeron de mis manos y comencé a sobar mis muñecas con delicadeza, ya que las habían apretado realmente muy fuerte, y eso ocasiono que se pusieran rojas.

—Lucy, ¿estás bien? — pregunto Caspian.

—Sí, solo arde un poco — comenté.

—Señorita, traiga agua y vendas — pidió Caspian a una joven mujer.

—Sí, Su Majestad — comento antes de salir de la habitación corriendo.

—Cass, ¿de verdad estoy bien? — sonreí al verlo, sonriendo.

—Lu, nunca me has llamado así — comento divertido Caspian.

—Bueno... no nos hemos visto en varios años — respondí.

Caspian estaba a punto de responder algo más, pero fue interrumpido.

—No le hable con tanta confianza al Rey — se acercó el consejero Real.

—Ella, me puede hablar como quiera, ya que ella es la... — hablo Caspian enojado, antes de que lo interrumpiera, poniendo mi mano en su boca. Caspian me volteo a ver claramente sorprendido, y las espadas que fueron des fundas, se hicieron presente al rededor de mi cuello.

Narnia: Este es mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora