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Cuatro años después...

Solo se escuchaba el canto de los pájaros y el crujir del viento al chocar con las hojas de los árboles que se alzaban importante ante los conejos y ciervos, que podía interrumpir el silencioso bosque que yacía baja la capa nieve que brindaba el invierno. El ambiente está inmenso, en una sensación de paz se podía decir; Hay que tomar en cuenta que este invierno hemos tenido poca paz.

Me encuentro en una de las torres altas de castillo contemplando el asombroso inverno, la nieve plateada que al caer brillaba como polvo de estrellas e incuso puede que un poco más. Mi vista es robada por un hombre de armadura dorada, al lomo de un corcel negro que se detiene en frente de la entrada del castillo, junto con varios hombres a caballo, quienes venían escapando de los hombres que los seguían. Veloz como el viento del invierno, elegante y letal al detener su caballo. Su cabello de color dorado como el sol bailaba ante el profundo sonido que producía el galope y las flechas parecían cantar al contar del aire gélido a su alrededor, los soldados que se encontraban en la entrada del castillo se apresuraron abrir las puertas para dejar pasar al pobre hombre que se venía agotado a simple vista. No por eso abren la puerta. Lo hacen porque ese hombre agotado es su Rey a punto de entrar en una lluvia de flechas que surgió desde todos los ángulos de esa tierra libre de árboles perdidos por esa guerra que comenzó hace ya casi 5 años.

El rey agotado de tanto correr, esquivo algunas de las flechas, pero no si llevarse una que perforo su espalda.

— ¡Agh!- grito de dolor mi Rey James. Al escuchar eso bajo a toda velocidad de aquella torre para encontrarme con mi rey entrado por la puerta del castillo, quien es llevado por sus soldados, quienes tenían que protegerlo a cualquier costo.

—Por aquí — ordené sin decir nada más. Los soldados me siguieron hasta la habitación que compartíamos. — Recostarlo — volví a ordenar. Los soldados hicieron caso y los recostaron sobre la cama sin pensarlo.

—¡Ahg...! Duele Lucy... — grito James.

—Darme eso — señalé los trapos. — James estarás bien, pero esto va a doler y mucho... — anuncie poniendo mi mano sobre la flecha.

—¡Ahg! — volvió a gritar James.

—Sujetarlo —ordene a mis caballeros leales. El capitán Guillermo. Fran, Ethan y Alisson.

—¡Ahg!

—Estarás bien James... — susurre sobre su oído mientras era testigo de como su respiración bajaba y subía. —¿Qué demonios sucedió afuera?

—Su Majestad. Es mi culpa, lo reconozco — hablo el capitán arrodillándose ante mí.

—No quiero que reconozca sus errores capitán. ¿Quiero saber qué sucedió haya afuera?

— Un grupo de soldados nos esperaban desde que salimos del castillo. El rey insistió en despistarlos en el bosque... lo logramos hacer, acabamos con ellos Su Majestad, pero otro grupo de soldados nos esperaban y eran los que nos seguían.

—¡Su Majestad! — escuché el grito desde afuera de mi habitación.

—Hablaremos de esto luego capitán. Ahora síganme todos.

[...]

Todos salimos de la habitación dejando a la joven Alison a cargo de James mientras me dirigía a la entrada del castillo para ver quien me grito. Una flecha rasguñó mi cara haciendo caer una gota de sangre y preocupado a mis acompañantes.

—Su Majestad — llamo Ethan.

—Ve a ver quien disparo esa flecha ahora mismo.

—Sí. Su Majestad.

Narnia: Este es mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora