Regresión

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Martes, 18:14 hrs.

Las palabras fluían de los labios del menor; ahora mismo en la única persona en que podía confiar y pedir ayuda era a ese idiota. Hace más o menos cuatro días habían ido al zoológico, sin contar que a la siguiente mañana habían decidido ir a pasear al parque, como ahora mismo.

— Déjame besarte—fue lo que escapó de sus labios al conseguir juntar sus frentes.

Martes, 16:26 hrs.

"Maldito seas Reo Mibuchi, siempre haces lo que se te da la gana... ¡Yo soy el único que puede hacer lo que se le da gana!" pensó Akashi, pero al analizarlo se dio cuenta que eso sonaba a alguien que conocía, hizo una mueca de disgusto por ello.

— ¿Qué pasa? ¿Tienes algo?—preguntó Kagami viéndolo con el ceño fruncido.

El emperador dio un salto al escuchar la voz de su compañero, no sólo por eso sino que también el hecho de que Taiga le tomase la mano le tomó por sorpresa, no obstante se sentía la persona con más suerte.

— No te preocupes, es que me a dado hambre—soltó sin pensar.

"¿Hambre? ¿En serio? Al parecer no sólo cambias, también te vuelves más idiota" pensó su otro ser, haciendo que aquella molesta voz provocara eco en su cabeza.

— Justo por acá hay un bistro, ¿se te apetece?—sugirió mientras llevaba a Sei de su mano sin soltarlo en ningún momento.

— Bu-Bueno... No hay problema. Además, tú también tienes hambre, ¿no?—comentó el pelirrojo de Rakuzan con una sonrisa impregnada en sus labios.

"Por eso lo quiero... ¡Digo que por eso me agrada!" un revoltijo eran los pensamientos del tigre de Seirin. Kagami tragó secamente, algo verdaderamente alocado pasó por aquella cabeza.

— En verdad sabes todo, ¿eh? Eres grandioso—alagó el más alto encaminándose al lugar.

"Yo también te quiero" pensó Akashi sonrojado, el cual agradeció a los dioses del baloncesto que Kagami no lo pudiese ver, pues caminaba detrás de él.

Buscaron una mesa frente al gigante ventanal que tenía el logotipo del local, para vista de Akashi el lugar parecía decente y no había mucha clientela, eso le calmaba. Para los ojos de Kagami el lugar le parecía bien y como estaba casi vacío, sus maliciosos pensamientos empezaron a engranar.

— ¿Qué es esto?—preguntó el niño de familia de estatus social alto al ver su plato. Kagami, al escuchar a su muchacho, detuvo semejante mordida que daría a su refacción para verlo confundido.

— No sé que ves tú, pero yo veo una deliciosa baggete con embutidos... Es lo que pediste, ¿no?—respondió colocando sus codos en la mesa cruzando sus dedos entre si.

"¿Esto es una baggete? Pensé que sería algo más sofisticado" pensó guardando su comentario.

— ¿Sin cubiertos?—dijo el más bajo "indignado".

Kagami sonrió colocando su codo derecho por sobre la mesa, y recostado su mejilla sobre su mano. — Usa tus manos—sugirió como si le estuviese enseñando a un niño a usar su bicicleta.

'Que poco higiénico' susurró al comprender que jamás había visitado un lugar así, bueno, también se dio cuenta que no sabía absolutamente nada de como comportarse como un plebeyo. Pero no hay de que preocuparse, Bakagami estaría ahí para él. Sei sonrió por el pensamiento.

— Esto es molesto—comentó Sei al querer intentar tomar su baggete y notar como pequeñas cantidades del relleno caían al plato.

— Tómalo con ambas manos, luego te aseguras que todo esté en orden y lo muerdes, es fácil—le dijo viendo como su pequeñín emperador trataba de comer una simple comida de pueblerinos.

Yo sólo estaba de másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora