Agua, luz y un alto

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— Nos vemos—se despidió Taiga dejando a Sei frente a la puerta de su muy bonita casa. Ambos pelirrojos se vieron por un momento quizás esperando algo más. Kagami se sintió observado, y por ello mismo llevó su mirada al segundo nivel de aquella casa, lo único que distinguió fue el leve movimiento de las cortinas blancas; alguien estuvo viéndoles.

El pelirrojo de mayor estatura regresó sus ojos al rostro del emperador, luego le sonrió apenado. - Sé lo que quieres... Yo también lo deseo, pero te prometo que sí nos vemos mañana, te llenaré de besos-susurró.

— Voy a esperar hasta entonces, Taiga.

Se enviaron una sonrisa, y así Kagami le dio la espalda para dirigirse a sus aposentos. Seijuro suspiró tratando de que sus mejillas volvieran a su color natural. Akashi abrió la puerta sintiendo de inmediato como el calor del hogar pegaba en su rostro. Sin embargo, una molestia invadió su cuerpo haciendo que sus pies pararan de caminar.

— Llegas tarde, Seijuro—hablaron detrás de su espalda.

— ¿En serio? No me di cuenta—respondió al fin dándole la cara a su padre.

— ¿Quién era?—preguntó el adulto bastante interesado.

"Entonces sí estuvo viendo, que padre tan molesto" pensó el otro yo del muchacho. Al menos no dijo algo con burla.

— Kagami Taiga, es un amigo—respondió.

— Uhm... Entiendo ¿Ya sabes qué vas a hacer?—cambió de tema; Sei frunció el ceño.

— ¿Respecto a qué? ¿A mi futuro? Papá... ¿Podrías decirme porqué cambiaste de opinión acerca de mi cargo con tu trabajo?—pidió de la forma más amable posible.

Su padre exhaló por la boca, su rostro abandonó todo rastro de seriedad incluyendo aquel corazón frío. Ahora mismo probablemente parecía otra persona.

— Presta atención. Antes y después de la muerte de tu madre fui injusto contigo a la hora de educarte y no pretendo que me perdones, pero ahora mismo estoy a tiempo de cambiar las cosas.
Sólo quiero que ahora en adelante seas tú partícipe de tus propias elecciones, y te apoyaré en todo, Seijuro—confesó con una sonrisa que todo hijo desea de su padre.

— Gracias por eso. Ahora mismo planeo graduarme, tal vez conseguir un empleo de medio tiempo y estudiar administración de empresas en la Universidad de Tokio—respondió con total seguridad, y aunque su padre no lo dijera, el señor Akashi está muy orgulloso.

— Me alegro escuchar eso, ven vamos a cenar-llevó a Sei hasta el comedor. — A propósito—mencionó el mayor de los dos. — Tienes que presentarme al muchacho, no se ve que sea mala persona—concluyó haciendo sonrojarse a Sei.

— Te diste cuenta—afirmó el pequeñín avergonzado. — Aunque... Te lo has tomado muy a la ligera—comentó sospechando.

— Ya te lo he dicho, ya estás grande y sabes lo que haces—recriminó.

Los cambios pueden generar buenos y malos momentos, ahora que el señor Akashi se dio cuenta de sus errores meditó acerca del bien familiar, y aunque su hijo tuviera ya dieciséis (casi diecisiete) él vería aún a su niño de cuatro años.

Sei sonrió algo feliz. — Algún día lo traeré.

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La mano de Kagami mezclado con su súper salto detuvo el próximo lanzamiento de Aomine, y por causa de eso el moreno chasqueo la lengua molesto; Kagami sonreía animado por eso.

Como ya era costumbre, las luces se juntaban de vez en cuando para un partido y supongamos que para llevarse bien, aunque eso sólo alimentase el ego tanto de Daiki como el del pelirrojo, típico.

Yo sólo estaba de másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora