Midorima, las mentiras son malas; no seas cobarde, Taiga

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— ¡Ya detente!—gritó dejando salir un soplido de molestia. El pelinegro sonrió con burla frente a él.

— ¡Oh vamos, Shin-chan! Ya llevas varias semanas actuando extraño, ¿qué sucede?—pregunta con aquel afán en saber.

Ese molesto halcón llevaba todo el resto de la tarde picoteando con lo mismo, no podía contarle que mintió acerca de un falso amorío haciendo sufrir a las personas para su beneficio, y que ahora estaba pagando sus deudas con la frustración de querer decirlo a sabiendas que es muy orgulloso como para admitirlo.

Había sido contactado por Tetsuya ya hace un día diciéndole que sus propios malestares se habían resuelto con Kagami, y que ahora todo parecía andar en buen camino.

Martes 19:30 hrs.

La aguda voz de Oha Asa se transmitía por lo audífonos, el peliverde se encontraba cómodamente recostado sobre su cama; parecía ser que en los últimos días que ha vivido, la señorita predicción no le tenía buenas noticias. El lunes por la mañana vio un gato al salir de su casa (eso para él ya es un mal comienzo, eso y agregando que odia a los felinos cuadrúpedos), no obtuvo resultados satisfactorios en algunas clases, ¡y que decir en las prácticas de baloncesto! Aquello ya le estaba haciendo preocupar, y tenía la idea o sospecha del porqué. El tono de llamada interrumpió su cita con Oha Asa, viendo en la pantalla 'Kuroko Tetsuya'; apretó el botón de contestar sin antes soltar un suspiro.

— ¿Hola?—contestó esperado un 'buenas noches, Midorima-kun' o un simple 'Midorima-kun', pero en cambio...

— ¡Midorimacchi! ¿Cómo has estado? ¿¡Qué tal la escuela!?—gritó esa molesta voz haciendo que alejara el aparato de su oído.

— ¿Kise? ¿Qué haces con el teléfono de Kuroko? ¿Por qué me llamaste desde ahí?—preguntó bastante confundido e ignorando las preguntas antes hechas por el modelo.

— No tiene mi celular, Midorima-kun. Solamente es una llamada en grupo—contestó la fantasmagórica voz del peliceleste.

"¿Una llamada en grupo? ¿Eso es posible?" se dijo a sí mismo reincorporándose en su cama ajustando sus gafas.

— ¿Qué pasa?—preguntó un tanto molesto. — Estaba ocupado—terminó de decir.

Un pequeño «Tks» se escuchó al fondo, al parecer aquella llamada no sólo lo incumbía a él.

— No eras el único, te informo—renegó la voz de Daiki adormilada, ¿tan temprano y ya durmiendo? Es Aomine después de todo.

— Moo~ Estaba a punto de hincar mis dientes en mi piruleta y vienen a molestar—se escuchó a Atsushi y el movimiento brusco de una envoltura de aluminio.

— Aomine-kun, ¿ya has hablado con Kagami-kun?—cuestionó ignorando las quejas prodigiosas.

"¿Para eso llamó? Que fastidio" pensó Midorima tratando de ver como salía de aquella pregunta.

— Por supuesto, me di cuenta de los problemas y no quise seguir... Así que lo mejor fue decirle a Bakagami y disculparme con él—respondió, Daiki agradecía que no lo pudiesen ver, pues la vergüenza se colaba entre sus mejillas mientras acariciaba su nuca en arrepentimiento.

— ¿Murasakibara-kun?—dijo yendo directo al olvidadizo e irresponsable chico de morado.

Lo único que se escuchaba por parte del gigante, era como su lengua saboreaba lo que parecía ser aquella paleta de colores. — Murasakibara-kun—llamó de nuevo. «¿Eh?» se escuchó. La pregunta se volvió a repetir con la llamativa voz de Ryota causando el mismo efecto en alejar sus celulares de sus muy sensibles aparatos auditivos.

Yo sólo estaba de másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora