La brillante luna y su coro de estrellas habían forrado el cielo, Kagami -como gente de buen corazón- invitó a su pequeño pretendiente a cenar, preparando una sofisticada y apetitosa cena.
Siempre haciendo para veinte personas, aunque ese no era el problema. No, el nerviosismo de Akashi le ponía incómodo a él, pero curiosamente le gustaba que fuera precisamente por él.
"¿Me gusta que este nervioso por mi culpa? Claro que por supuesto que sí" Kagami no tenía problemas para admitirlo, siempre y cuando no fuera escuchado por otros más que él, todo estaba bien. Además de que estamos hablando de alguien impulsivo, y que dice lo primero que se le viene a la mente.
"Controla te Seijuro, ¿Por qué te pone así tan sólo su presencia?" se pregunta el emperador sentado en el suelo frente aquella mesa de centro esperando por la cena.
— Provecho—dijeron al mismo tiempo y el primer bocado acarició el paladar del menor. Un quejido de placer culinario salió de su boca.
— ¿Qué? ¿Sabe mal?—preguntó Kagami con el ceño fruncido.
— No, esto está muy delicioso, cocinas de maravilla Taiga—contestó sonriendo, y el gesto fue devuelto.
— Aprendí mucho en América—admitió recordando su tiempo junto a Alex, Tatsuya y él.
— ¿Tu mamá?—preguntó, pues quería saber más de la persona que quiere.
— Oh... Aunque no lo creas, mi familia está muy bien económicamente, por ello el trabajo nos alejaba. Tatsuya no sólo me ayudó con el baloncesto—le sonrió.
— El chico del lunar—afirmó con seriedad, Sei se sintió un poquito celoso, pues él hubiera querido aprender a cocinar junto a Taiga.
"No seas ridículo" se dijo así mismo queriendo dejar de pensar en eso. De algo está seguro y es que probablemente en el camino aprenderá nuevas cosas junto a Kagami.
Por un tiempo Taiga posó sus ojos en Akashi, lo miraba con tanta intensidad; como si fuera el ser más extraño que jamás pensó que llegaría a conocer.
— ¿Qué?—preguntó el capitán de Rakuzan tratando de no tartamudear.
— Cuéntame de ti, Akashi—le pidió.
Taiga sólo quiere cambiar la perspectiva que tiene de Sei, el tigre sabe que el emperador no es mala persona, el actúa depende de su alrededor; después de todo tiene el derecho de ayudarlo y quiera o no, Kagami desea ser "la luz" que guíe a Akashi.
¿El otro problema? Él no había dicho nada acerca de los sentimientos de Sei, ni siquiera sabe como responder; Kagami se siente confundido y de alguna forma no quiere "traicionar" a aquellos que llama amigos, para él seria una bajeza.
— ¿Por qué? Digo... No es que no quiera, sólo que, bueno...—contestó en bochorno evidente en sus mejillas, se sentía extraño.
Kagami soltó una risa, esa que cautivó a Akashi e hizo que su mirada se conectara con los ojos salvajes del dorsal número diez.
— ¿De qué te ríes?—preguntó en modo tsundere.
— Eres lindo, Akashi... Aún así, deseo saber más de ti—le dijo.
"¿Por qué me causas esos pequeños infartos, Taiga? ¿Quieres matarme de amor? Si con sólo decir tu nombre tiemblo y me sonrojo, ¿Cómo no sentirme a punto de morir?" pensó el pequeño con el corazón acelerado.
Por otro lado, Kagami disfrutaba de colocar sonrojos en el rostro del león, le gusta molestarlo... Le gusta como es el en todas sus formas. Le encanta pasar el tiempo con él.
— Crecí con la mentalidad de que el ganar era como respirar... Aunque claro, al perder contra ustedes en la Winter Cup, me hizo cambiar la perspectiva. Mi padre es muy estricto, por ello siempre pasé mi infancia sumergido en ser el mejor—empezó con voz bastante baja. Taiga asentía a cada cosa, su vista jamás se apartaba de Akashi y escuchaba con total concentración.
Seijuro suspiró por la boca y continuó. — Mi madre... Gracias a ella fue que me adentré al baloncesto, ella me permitía los pequeños placeres de disfrutar un momento sin preocuparme por obedecer a mi padre; cuando ella falleció, ni siquiera el día que dio su último suspiro me dejaron fuera de mis deberes... A ello se debió mi cambio de personalidad, mi padre me dio el permiso para continuar jugando, siempre y cuando ganara—terminó tratando de no lagrimar y evitar a toda costa los malos recuerdos.
Al estar sentados en el suelo, a Taiga se le hizo fácil arrastrarse al lado de Sei, y sin previo aviso lo estrujó entre sus brazos. Akashi se quedó inmóvil, su nariz quedó en el cuello de Kagami; no evitó inhalar el aroma que este desprendía.
Sus ganas de llorar se detuvieron al sentir la mano de Kagami paseando por su espalda, haciéndolo suspirar y quedarse así todo el resto de la noche. Porque sí, ya eran más de las once de la noche.
— Escúchame Akashi, no cambies porque te digan o la situación lo amerita, se tú mismo. No trates de borrar los recuerdo malos porque seguirán ahí, solo enfrentalos—le susurró al oído. Se separó del chico y le sonrió.
— Gracias.
— No agradezcas, vamos, levántate te daré algo para que te pongas—lo ayudó y lo guió hasta su habitación.
— ¿Qué? ¿Para qué?—cuestionó.
— Es media noche, no voy a dejarte que te vayas a estas horas, lo mejor es que te quedes aquí hasta mañana—le respondió, le pasó una camisa negra y unos pants grises.
Akashi extendió las ropas frente suyo y sonrojado levantó su mirada a Kagami.
— ¿No crees que me quedará algo grande?—le preguntó.
— Será cómodo, y te mirarás tierno—respondió, pasó sus dedos entre los cabellos rojo fresa del chico y salió para dejarlo cambiarse.
"¿Por qué eres cruel? Maldito seas tigre, pero... Me gustas tanto" fue lo que pensó al ponerse la camisa de su pelirrojo.
"Me queda como vestido, que vergüenza" Akashi estaba más que apenado, llevó el cuello de la camisa a su nariz; el chico parecía más que un tomate, el vivo satán, y no porque fuera rojo... Sino porque emanaba lujuria y ternura, una deliciosa tentación.
El uno noventa ingresó a la habitación y sonrió, sabía que Akashi se vería muy lindo vestido con su ropa.
— Bien Akashi, puedes quedarte en mi cama mientras yo en el sofá—dijo.
— ¡Puedes dormir conmigo!—sugirió.
— ¿Qué?—dijo sonriendo incómodo.
— ¡No me refiero a eso! Digo... Podemos compartir tu... Cama—susurró.
Un silencio se formó; Kagami no quería dormir en ese sofá de todos modos, el tigre se acercó sigilosamente y las risas divertidas de Sei acompañadas con las de Kagami salieron a todo pulmón.
— Pa... Para Taiga...—dijo entre risas, el pelirrojo mayor movía sus dedos en el abdomen del león haciéndole cosquillas. Empezaron a caminar hacia atrás distraídamente.
— Tu risa es muy bonita. Ríe para mi.
Sin previo aviso ambos cayeron a la cama quedando en una posición incómoda, pues Kagami quedo entre las piernas, y encima del menor. Seijuro dejo de reír para ponerse rojo, quedarse sin aire y ver los orbes carmesí de Kagami, ¿Cómo no tener el corazón acelerado si tienes a la persona que te gusta frente tuyo, viéndote como si quisiera devorarte?
— ¡Buenas noches!—gritó Akashi tapándose con la sábana de pies a cabeza. Su corazón latía en demasía; aún sentía la respiración del chico sobre él.
— Sueña bien, Akashi—susurró, se acostó a su lado y la oscuridad junto al silencio invadió la habitación.
Sin hacer algún movimiento brusco, Akashi se quitó la fresca sábana blanca suspirando viendo a Kagami, con cuidado se acercó lo más que pudo y se quedó allí.
"Sueña conmigo... Es una orden"
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Yo sólo estaba de más
FanfictionUnirse en equipo es bueno cuando el propósito es bueno. Nunca se imaginó que La Generación Milagrosa, ¡incluso su sombra! Fueran capaces de semejante idea egoísta.