—Kaga-chin, ¿sucede algo? ¿dije algo raro?—comentó preocupado al ver la reacción de Kagami.
—Dime Murasakibara, ¿desde cuándo te gusta Akashi?—preguntó aún viendo al cielo.
—Uhm... No sé, llegó de imprevisto. No se sabe cómo llegó a gustarte, sólo sabes que ahí está el sentimiento—respondió lamiendo una paleta.
"¿Por qué me cuentan? Se supone que él no tendría que haberlo dicho, ¡por Dios! ¡es Murasakibara!"
—Kaga-chin, no le vayas a decir a nadie, yo quiero hacerlo mañana—advirtió.
—Tranquilo... No soy quien para andar divulgando cosas que no me incumben, además no tenías porqué decírmelo, ¿por qué lo haz hecho?—preguntó.
—Tampoco lo sé. Me diste gana de hacerlo, fue tu culpa—respondió.
—Escucha bastardo, mañana van a estar todos reunidos y planeas confesarte, ¿estás seguro?—sonó preocupado, pues aunque le llamase "bastardo" no parecía un insulto, sino como un apodo de cariño. Además, no era el único porque Kagami sabe que cierto fantasma planea decirlo también.
Murasakibara tiene actitud infantil y todo el tiempo parece actuar como niño pequeño, Kagami en verdad teme que la esencia de Atsushi se perdiera por una mala pasada en el amor.
—Deseo en verdad decirle—contestó serio. Kagami suspiró por la boca y volvió a verlo cara a cara.
—Si pasara algo que no te gustara y todo saliera mal, promete que no morirás por eso, ¿de acuerdo?—Kagami quería asegurar el bienestar del pelimorado.
"Kaga-chin..."
—Uhm, te lo prometo—indicó con una tierna sonrisa, la cual fue devuelta por Taiga.
Himuro estaba consciente de lo que había visto (jamás escuchado) sonrió y prefirió regresar al hotel donde se queda por el momento. El hermano con estilo emo, ya se hacía la idea de lo mal que su hermano menor estaba pasando, desgraciadamente él era el que menos posibilidades de ayuda podría brindar. Akashi Seijuro tiene la última palabra.
[...]
Kagami regresó a su departamento suspirando y susurrando en el camino, era sábado por la tarde y el pelirrojo no tenía idea de qué hacer.
Aomine seguramente andaba de vago, Kuroko le avisó que estaría ocupado haciendo saber qué, Kise... Bueno, Kise es Kise.
"¿Qué estoy haciendo con mi vida?" se preguntó mientras tomaba una revista deportiva que hablaba del baloncesto, y por obra y gracia del señor, un artículo curioso apareció ante los ojos carmín. Hablaba de Akashi.
—Maldito enano—dijo al aire. Interesado quiso leer la sección de la entrevista hecha al pequeño emperador.
"¿Esta Akashi Seijuro enamorado?" había sido la pregunta del entrevistador.
"Tal vez exista alguien. No lo diré porque probablemente lo lea, será mejor que yo se lo diga" fue lo que había respondido el león de Rakuzan.
—¿¡Qué respuesta es esa!? ¿¡Akashi gusta de alguien!? ¿Qué tal si no es ningún de los pobres milagros en pena? Sería una lástima—respondió enojado.
El repiquetear de la lluvia y los nudillos sobre la puerta alertaron a Kagami para salir de sus pensamientos. El pelirrojo fue a abrir su puerta encontrándose con la grata sorpresa que le trajo Oha Asa a Leo.
Taiga abrió sus ojos súper mega sorprendido—. ¿Midorima...? ¡Midorima!—gritó señalando al peliverde con el dedo índice.
En el umbral de su puerta, estaba Shintarou empapado y molesto por alguna razón. Sin que Taiga le dijera, como si fuera el dueño de la casa entró.
Taiga estaba incómodo. Es Midorima de quien estamos hablando.
—¿Cómo carajos sabes dónde vivo?—le preguntó mientras le lanzaba una toalla amablemente.
—Oye, no es como si te hubiera seguido hasta tu casa—respondió de mala gana secando su cabello.
Kagami sonrió divertido burlándose del supersticioso.
—¡Kuroko me lo dijo! ¡No me mires así!—gritó cual tsundere.
—Oye, tranquilo viejo, ¿quieres algo?—preguntó Taiga con voz amable.
Midorima extrañado posó su vista en el más bajo, ¿desde cuándo Kagami es tan amable? Se sentía raro.
—Un... un vaso con agua—pidió al final sentándose en el sofá que antes ocupaba Kagami.
El tigre le sonrió y fue a la cocina, mientras tanto Midorima por casualidad, vio la revista sobre la mesa de centro abierta en la página dónde estaba la foto de Seijuro. Midorima empezó a leer en voz baja bastante interesado, tanto que no se dió cuenta del hecho de que Kagami estaba detrás de él, con el ceño fruncido y leyendo el mismo artículo.
—Midorima, no sabía que te gustaba leer éste tipo de revista—le susurró al oído.
El peliverde sintió un escalofrío en su nuca al sentir el aliento del pelirrojo, se sobresaltó y tiró la revista cayendo quién sabe dónde.
—¡No es lo que parece!—gritó levemente sonrojado alejándose de Kagami, como si lo hubiese atrapado tomando sus hamburguesas.
Kagami dejó el vaso de cristal en aquella mesa y regresó su mirada al de anteojos, Midorima se empezaba a sentir intimidado por la intensidad de la salvaje mirada del tigre.
—¿Qué pasa Midorima? ¿Quieres contarme algo que te preocupa?—preguntó con voz seria.
—¡No tengo porqué decirte de todos modos!—gritó.
Kagami avanzaba dos pasos, Midorima retrocedía tres, hasta llegar al punto de toparse con la pared.
—Midorima... Tengo la ligera sospecha de que Oha Asa no te envió aquí así por así—comentó apoyándose en la pared, quedando cara a cara con Shintarou.
—¡Bien! ¡Bien! Déjame decírtelo—empujó al pelirrojo e inmediatamente se sentó de nuevo en el sofá, al igual a su lado Kagami tomo lugar.
—No fue porque yo quisiera, ¿entiendes, no?
—No te apenes.
Midorima se molestó y suspiró calmando sus nervios.
—Oha Asa... Dijo que Cáncer tenía que abrir sus emociones con el signo con el cual se lleva menos. Ese es Leo, es decir tú.
"Vaya sorpresa" pensó Kagami.
—Oye... De alguna forma no me molesta que seas tú, Kagami. No le digas a nadie pero, siento que puedo confiar en ti.
Ahora sí que estaba más sorprendido, Midorima Shintarou confía en él.
"Eso... Eso no me lo esperaba"
—Kagami, me temo que me gusta una persona.
El tigre suspiró y le vio directo a los ojos.
—Hablas de Akashi, ¿no? Él es quien te gusta—susurró la afirmación sorprendiendo a Midorima.
"¿Cómo lo sabe? ¿¡Cómo lo supo!?" gritó mentalmente.
—Tienes razón, Bakagami.
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Yo sólo estaba de más
FanficUnirse en equipo es bueno cuando el propósito es bueno. Nunca se imaginó que La Generación Milagrosa, ¡incluso su sombra! Fueran capaces de semejante idea egoísta.