Prólogo

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15 de Octubre de 2014 8:30 AM, Radley Sanitarium


-Doctora Cabello- Escuché como llamaban detrás de la puerta -Adelante Samantha- pronuncié dándole autorización para ingresar a mi despacho. Samantha era una chica espléndida, siempre que llegaba a su escritorio se ponía inmediatamente en el modo que a mi tanto me gustaba, una gran secretaria. Debo admitir que ella era demasiado guapa, un cuerpo perfectamente proporcionado y una cara esculpida por los mismísimos dioses griegos. Me atraía, pero nunca me atreví a decírselo. Yo sabía que también le atraía pero de ahí a más, simplemente no podía; era mi secretaría y más allá de lo personal no podría. 

Samantha entró a mi despacho portando una muy corta falda la cual estaba ceñida a su cuerpo dando a destacar su gran trasero. En verdad esta chica era perfecta -Pensé-. Se posicionó frente a mi escritorio y dejo un pequeño informe, luego de haberle dado las gracias, se retiró.


"Nombre del paciente: Lauren Michelle Jauregui Morgado. Edad: 24 años. Fecha de nacimiento: 27 de Junio de 1992. Valoración: Luego de la muerte de lo que pareciese ser su esposa, perdió la cabeza por completo. Las drogas en su vida se hicieron esenciales y tanto fue el daño mental que éstas le provocaron, que al pasar el tiempo su amada Lucía, "apareció" en su mente incontables veces.

Pobre chica -Pensé- El teléfono sonó dos veces y fue lo suficiente para que yo respondiera -Dígame, Samantha- Al otro lado de la línea se escuchaban unos grandes quejidos los cuales despertaron en mi cierta curiosidad, la cual fue detenida pese a la voz de Sam -La señorita Jauregui está aquí- colgué.


Minutos después una joven mujer ingresó a mi oficina acompañada por dos de nuestros mejores laborados. Era hermosa, muchísimo más que Samantha. Tenía unos hermosos ojos verdes los cuales podrían estar un poco opacos por el consumo de drogas, pero a su vez podrían capturar el alma de una persona en tan solo un segundo. Su cuerpo, Dios... Que cuerpo tan majestuoso, aún así por encima de aquel traje de fuerza se podía presenciar sus curvas y vaya que eran unas grandes curvas. Tenía a la perfección ante mis ojos, y se me fue imposible pensar en que aquella mujer, tuviera algo más que un delirio mental.

Más Que Un Delirio Mental (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora