"-¡Ni siquiera sé tu nombre!"

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— ¡¿En qué demonios estabas pensando?!

Vuelvo a poner los ojos en blanco ante el grito de Rose: ya es la quinta vez que me pregunta lo mismo y que esté llena de pintura no ayuda a que la tome completamente enserio.

—Rose, suficiente —se queda Rudy a mi lado—. Deja de repetir lo mismo, pareces cotorra.

— ¡Pero es que no entiendo! ¡Tú sabías que era mi traje de baño preferido!

— ¡Eres una traidora! ¿Ahora estás en su equipo? —vuelve a hablar Rudy. Entonces entiendo que yo no voy a pintar, no literalmente, nada aquí, por lo que me siento en una de las tumbonas a ver cómo se asesinan verbalmente.

Veo cómo ambos se dicen un montón de cosas y se quejan el uno con el otro, hasta que siento que Cameron se sienta a mi lado en la misma tumbona, por lo que ahora quedamos algo apretujados, y muy cerca.

— ¿Contenta? —pregunta, refiriéndose a la broma de la pintura.

—Admite que estuvo buena —sonrío, girando mi cabeza para verlo de frente, pero no tengo en cuenta la proxemia que nos separa, así que su nariz casi choca con la mía. Tengo el impulso de hacerme hacia atrás, porque su rostro tan cerca del mío me abruma... pero al final me quedo quieta.

Me mira a los ojos sin dejar de sonreír. 


—Tal vez... pero no voy...

— ¡ALEEEEEEX! ¡Dile a Rose que me suel...! —volteo a ver a Rudy gritar justo cuando pillo a Cameron mirándome los labios. Rose tiene a Rodolfo de la camiseta y antes de que termine la oración, lo tira a la piscina, provocando que él también se unte de pintura—. ¡Rose, esto no es divertido!

—No, pero sí es justo. Idiota.

Sonrío al ver a mi mejor amigo cubierto de pintura, intentando salir de la piscina, fallando miserablemente. Cameron se aclara la garganta, por lo que vuelvo a mirarlo.

—Entonces... ¿vas a decirme cómo planeas limpiar la piscina?



—Voy a inscribirme a clases de baile.

Rudy me voltea a ver con una ceja alzada, pero con una sonrisa en su rostro. Asiente con la cabeza al ritmo de la música que sale del amplificador en forma de corazón ubicado en el lavabo, al mismo tiempo que refriega su brazo con una esponja de baño. Han pasado horas desde que salimos de la casa de Cameron y Rudy no ha sido capaz de quitarse la pintura de su piel. Me acomodo en el váter, negando con la cabeza, viendo como mi mejor amigo sigue luchando por quitarse la pintura, sentado en la bañera.

— ¿Qué te hizo tomar clases de baile? —me pregunta, mientras pasa su esponja al otro brazo. Suspiro, mirando hacia el techo, concentrándome inútilmente en un una figura de mármol que pega contra la pared.

—Sabes que me encanta bailar —respondo—. No sé, cuando veníamos de comprar las cosas para la broma vi una academia de baile a unas calles de aquí, y me dieron ganas de intentarlo.

— ¿Y el gimnasio?

—También, pero quiero intentar el baile. Podrías venir conmigo también.

—Ni loco —mete su cabeza dentro del agua y cuando la saca sacude su cabello como si fuese un perro—. Tengo dos pies izquierdos.

Molesto un poco más en mi teléfono para hacer tiempo. Rudy se rehúsa a que me vaya porque dice que le gusta pasar tiempo conmigo, aunque ninguno de los dos hable y yo solo esté ahí como algo sobrante.

Just Kidding ; Cameron Dallas #HMAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora