Hacia atrás

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James mira a Wanda preparar alegremente el desayuno mientras está sentado con sus brazos cruzados sobre la mesa y su barbilla encima de estos. No ha tenido una buena noche, y la verdad es que aunque no lo mencionó todo el asunto de ayer cuando dejaban el club sigue andando por su cabeza.

— ¿Quieres café o jugo está bien?

—Jugo —responde sin pensar.

La verdad es que un café hubiera estado bien pero ni siquiera eso puede lograr obtener esta mañana.

— ¿Por qué estás tan distraído? —le pregunta Wanda quien ya había notado el extraño comportamiento de su amigo.

— ¿Yo? Para nada, estoy bien.

—Claro... Es por lo de anoche ¿Cierto?

Él la mira con los ojos bien abiertos.

—Bruja —le dice dando a entender que ha acertado.

Ella sonríe en respuesta.

— ¿Qué es lo que te perturba?

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— ¿Qué es lo que te perturba?

—Bueno no todos los días te toma por sorpresa un loco en la calle.

—Seguro ese chico estaba ebrio.

—No me lo parecía.

— ¿Entonces que te pareció, James?

Él lo había pensado mucho, y sabía que era una locura pero no descartaba esa idea de su cabeza.

—Me pareció como si él me conociera.

Wanda mira a su amigo mientras se sienta dejando los platos del desayuno sobre la mesa. Le perturba ver a James tan confundido.

—Bueno... sabemos que estando aquí donde creciste eso puede ser una posibilidad.

—Mis padres dijeron cuando pregunte que no era una persona sociable, que ni siquiera tenía amigos.

—Eso pasa supongo cuando alguien estudia en casa, como tú lo hacías ¿No?

—Bueno, eso dijeron ellos.

—Además, este chico pudo confundirte con alguien... ni siquiera te llamó por tu nombre.

—No —coincide James—. Él dijo Bucky.

—No deberías preocuparte tanto.

—Lo sé.

Claro que lo sabe, y es que en realidad no está preocupado, si no consternado por que se supone que pasaba con ese chico. Sin embargo no hay mucho que pueda hacer. Quizá olvidarse del tema es lo mejor, de todas formas no hay posibilidad de que vuelva a verlo. 

                                                                                          ✪

Steve cuenta a Nat como fue que Bucky y él se conocieron. Fue varios años atrás cuando la madre de Steve se ganaba la vida impartiendo clases particulares para los hijos de los empresarios ricos de la ciudad. Steve tenía apenas cinco y medio cuando enfermó de una gripe y no pudo asistir a la guardería por reglas de la misma. Su madre no tuvo opción que llevarlo al trabajo. Asustada un poco porque sus jefes fuesen a molestarse llevó a Steve con ella a casa de los Barnes. Ahí le impartía clases a James, a pesar tener cinco años, igual que Steve, sus padres siempre se preocuparon por que tuviera una buena educación a temprana edad. La verdad es que el niño era bastante inteligente.

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